Palabra Pública N°31 mayo - junio 2024 - Universidad de Chile

una relación ambivalente columna E l Homo sapiens caminaba por las praderas, con la visión espigada, erecto sobre sus dos piernas, consciente del gran desafío de vivir en esas in- mensas llanuras. Era superado por la rapidez, fuerza, agilidad y resistencia de otros animales, quienes poseían las más variadas estructuras para defenderse, desde filosas garras hasta duras cornamentas, y ellos ahí, provistos solo de su incipiente inteligencia. Innumerables textos antiguos describen la naturaleza como inagotable e indescifrable, proveedora de alimen- to y abrigo; y, a su vez, como algo misterioso, intimidante e inexorable. Algunos textos religiosos proponen que el mundo está hecho para las personas y, por tanto, debemos gobernarlo y hacer uso ilimitado de él. En los albores de las teorías de organización de la vida, se crearon árboles genealógicos de las especies, donde el ser humano figura- ba en la cúspide de la organización biológica. Todas estas visiones muestran desde temprano a la humanidad con ansias por domar esta insondable maravilla. Bajo dichos paradigmas, lo humano deja de ser parte de la naturaleza y las sociedades se vuelcan a su conquis- ta. Terminamos concibiéndola como un objeto estático, infinito y salvaje, distinto a nosotros. La división ha sido cada vez más arbitraria, considerando incluso a otros seres humanos lo suficientemente diferentes como para ser conquistados. El miedo a las amenazas concretas que otrora nos movilizaba para sobrevivir en las llanuras se transmite como un atavismo, transformándose en un miedo a lo desconocido, a una amenaza abstracta. En paralelo, al centrarse en lo cotidiano, en los proce- sos pequeños y de corto plazo —la crianza de animales, el cultivo de plantas, la preparación de alimentos y los ci- clos de la naturaleza—, los seres humanos comienzan a comprender y manipular su entorno. Se organizan cola- borativamente para facilitar su vida, mejorar su cobijo y así construir un sentimiento de bienestar. Sin embargo, esto hace aparecer —en distintos niveles y dependiendo de cada experiencia— una relación ambivalente con la naturaleza, que oscila entre el amor y el miedo. En este devenir histórico, hemos modificado profun- damente la naturaleza. Durante la colonización del sur de Chile en el siglo xix, bajo la justificación del progreso, se autorizó la quema de terrenos fiscales para ponerlos al servicio de la sociedad. Extensos terrenos incendia- dos y convertidos en praderas ganaderas y agrícolas, desplazando a los pueblos indígenas que los habitaban. Equilibrios dinámicos de miles de años transformados en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, hemos recobrado poco a poco el conoci- mientode la complejidadde lanaturaleza. Enel presente la concebimos como un sistema que interrelaciona compo- nentes funcionalmente. El motor de un auto es un sistema mecánico que permite, con los insumos adecuados (gaso- lina y otros), movilizar un vehículo. Cada componente tiene un rol y ubicación que, si bien puede variar según el diseñador, están restringidos por la función que cumplen y su relación con los demás. Si tomamos un saco y pone- mos todas las piezas del motor dentro, a pesar de tener todas las partes, esto deja de ser un sistema, pues se pierde la relación e interacción funcional entre ellos. El entendimiento de la naturaleza como un sistema complejo y adaptativo nos abruma. Imaginemos el ciclo del agua, el del nitrógeno; las cadenas tróficas y todos los subsistemas que las componen y las interacciones entre ellas y los sistemas sociales. Sus infinitas interrelacio- nes constituyen el principio fundamental de cualquier actividad humana que pretenda generar un cambio en la naturaleza: la incertidumbre. Por más que nos es- A lo largo de la historia, el vínculo entre los seres humanos y la naturaleza ha osci- lado entre el amor y el miedo. En tiempos en que la crisis climática amenaza la exis- tencia, la reacción atávica es temer ante la incertidumbre. Pero aceptarla es una con- dición intrínseca para poder transformar un sistema y lograr la sostenibilidad. paulette naulin Doctora en Ciencias con mención en Eco- logía y Biología Evolutiva. Académica del Laboratorio de Biología de Plantas, Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile 44

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