Palabra Pública N°31 mayo - junio 2024 - Universidad de Chile

que no se hubiera producido de otra manera y tiene el potencial de cambiar aunque sea ligeramente la forma en que vemos el mundo y cómo concebimos nuestro lugar en él. No es lo que sucede con la narrativa del trauma —para Sehgal, “aplana, distorsiona, reduce el carácter a síntoma y, a su vez, instruye e insiste en su autoridadmoral”—, que, como observa Berlant, tiene una lógica “eminentemente ahistorizante” que impide comprender sus causas socia- les, que invalida el proyecto compartido de una acción política que elimine esas causas, que nos deja frustrados y patológicamente deprimidos, conmiserándonos de nues- tra situación y consumiendo la conmiseración de otros. Nuestro anhelo de un modo de vivir distinto —en una sociedad liberada de las formas industrializadas de pro- ducción, desacelerada, igualitaria, no sexista, horizontal, solidaria, lo suficientemente vigorosa, justa— merece algo más que su satisfacción superficial y requiere dete- nernos algo menos en nuestro dolor y en nuestro trauma para volver a comprender el dolor de los demás. Como escribió Devin Kelly recientemente, “no hablo solo del cambio climático, sino de la gracia humana, de lo que po- dría significar vivir en un mundo que resiste la urgencia de culpar, de consumir, de buscar soluciones. De lo que podría significar vivir en un mundo en el que aprendiéra- mos a reconocer las formas en las que estamos sufriendo individualmente y luego dijéramos: ‘Yo estoy sufriendo, y seguramente tú también’”. Necesitamos la ficción para hacerlo, para convencer- nos de que las cosas pueden ser distintas de como son, para continuar creyendo que existe algún tipo de diferen- cia entre lo que hacemos y lo que imaginamos, y porque, en nuestro deseo de comprender la naturaleza secreta de las cosas de este mundo, sentimos una necesidad irrepri- mible de consuelo. Este texto fue publicado originalmente en elDiario.es Anónimo. El rapto de las sabinas (siglo XVII).Óleo sobre lienzo, 234 x 334 cm. Crédito: Museo del Prado. “La diferencia más visible entre la literatura comercial y aquella que no lo es no está, en este momento, ni en el ámbito del vocabulario ni en el de los géneros ni en el de las formas narrativas, sino en la importancia dada al autor y a su experiencia personal”. 32

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