Palabra Pública N°31 mayo - junio 2024 - Universidad de Chile

Así como se han deconstruido las masculinidades y las relaciones, ¿ha pasado algo similar con las can- ciones de ese “amor romántico”, cuestionado por los roles esquemáticos que instala? —Sí, pero igual creo que hay algo que va más allá de eso. Cuando hay un amor, hay una ilusión; cuando hay un desamor, hay un anhelo muy fuerte del ser amado que lo convierte en un objeto de deseo. Creo que todas esas co- sas se siguen cumpliendo. Lo que va cambiando, al menos para mí, es la manera de mirarlo, que no sea tan blanco y negro, y también tener herramientas para sobrellevar una situación tan compleja como el enamoramiento. La canción “romántica” tiene mucho de amor no concluido, como en Tristán e Isolda, en Romeo y Julieta; viene de esa tradición. También están los boleros, todos tienen un componente de rosa con espinas. Hablando de boleros, ¿ese tipo de canción de amor pertenece mucho más a una cultura como la hispano- americana? —Lo veo totalmente cultural, de la cultura latina en el sentido de la italiana, hispana, latinoamericana; mu- cho más pasional y ligada a ese tipo de amor que Japón o Inglaterra, donde veo otro tipo de música. No es que sea mejor ni peor, simplemente nos describe como sociedad. El [idioma] español tiende mucho más a la canción ro- mántica como de deseo no consumado. Quizás son las bandas que he escuchado, pero tienen una manera diferente de enfrentarlo en la canción anglo. No sé exac- tamente qué es y me encanta el tema, pero siento que aquí metes la palabra “corazón” o “deseo” o “beso” en una can- ción y todo empieza a brillar por algo más allá de la propia canción, por una cosa cultural. Recuerdo cuando fuiste al concierto deAnaGabriel, en la época en que habías grabado Esquemas juveniles , del 2006. Uno de sus éxitos era “Simplemente ami- gos”. ¿Te llamaba la atención esa canción? —Cuando chica no le prestaba mucha atención, pero después, claro, me di cuenta de que todo el mundo creía que era para un amante, y luego, en parte por los rumores gigantes que hay de que ella es lesbiana, vas entendiendo que la canción habla de una relación homosexual. Quién sabe. Me gustaba mucho Ana Gabriel, pero quizás lo veía como algomuy de mi mamá al comienzo. Cuando empecé a hacer mía esa canción, entendí lo mucho que me había trascendido de chica. ¿También fue por un gusto de niña que grabaste en tu primer disco “Yo no te pido la luna”, de Daniela Romo? —Sí, esa también es muy de mi familia, mezclaba la canción tradicional con la electrónica. Y no es una can- ción de amor: es de deseo. De hecho, hace poco me di cuenta de que es una enumeración de todas las cosas que ella quiere, que son muchas, y al final “Yo no te pido la luna” es una ironía. Le pide demasiado. Y decir “Yo no te pido la luna” casi que da risa. A cada uno le llegan las canciones en el momento en que tienen que llegar. Hay canciones que parecen de amor y no lo son. Por ejemplo, se dice que “Ojalá”, de Silvio Rodríguez, es para Estados Unidos. Y uno jura que es para una mujer. “Si no te hu- bieras ido”, de Marco Antonio Solís, parece que es para un hijo que murió. Entonces también vas entendiendo que el amor o el deseo se pueden aplicar a otros senti- mientos como la añoranza, el duelo. El amor o el deseo van más allá del romance. ¿Te gustaban las canciones más explícitas de chica, pero cuando empezaste a escribir tomaste un camino distinto? —Yo creo que se me da natural, porque no me iden- tifica la otra manera de embarcarse o de hablar del romance. El lenguaje que adquirí para comunicarme líricamente sobre el amor es ese, de manera natural y poé- tica. No me acomodaba tanto decir “No puedo más estar sin ti”. Fue una elección por algo un poco más descriptivo y de superación también. En una canción tuya más nueva como “Corazón as- tral” rimas “atracción sexual” con “instinto animal”. Pero aunque esto sea más explícito, tampoco es una manera obvia de escribir. Pocas canciones hablan de “atracción sexual”. —Sí, es que me gusta mucho la investigación científi- ca, la filosofía, la psicología, y a partir de ahí embarcarme en el conocimiento del romance, que es algo tan miste- rioso. Hay una frase de Oscar Wilde en Salomé (1891) que dice que el misterio del amor es más grande que el misterio de la muerte. Me gusta más ir por ahí que por una queja de por qué me dejaron. Aunque el sufrimiento también es algo universal. Con eso que dijiste me acordé de una canción de Pa- loma San Basilio, “Por qué me abandonaste”. —Que son canciones bacanes, igual, aunque son de otra época, en la que las canciones cumplían un rol dis- tinto. El mood de la gente era otro en los ochenta, más conservador. En ese sentido hoy me resuena mucho más una canción como “Hasta la raíz” (de Natalia Lafour- cade), que habla de una separación en la que igual la persona va a estar ahí. “Hay una frase de Oscar Wilde que dice que el misterio del amor es más grande que el misterio de la muerte. Me gusta más ir por ahí que por una queja de por qué me dejaron. Aunque el sufrimiento también es algo universal”. 26

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