Palabra Pública N°31 mayo - junio 2024 - Universidad de Chile

la felicidad columna Uno | El cine es evasión. Así lo entendieron los gran- des estudios en medio de la Gran Depresión, entregando formas de escapar de la amarga realidad. En ese clima de desesperanza se consolidó el musical y otras fantasías es- capistas para enfrentar los sinsabores de la vida. Pero más allá de la felicidad como panacea calculada, hay investiga- ciones que aseguran que toda experiencia cinematográfica estimula la serotonina (una de las “hormonas de la felici- dad”), ya sea una comedia de Ben Stiller o un asfixiante drama de Bergman. Es decir, si el cine es una máquina de emociones artificiales, la satisfacción se impone siempre al final del camino. ¿Es tan así? A propósito del maestro sueco, en sus últi- mos años de vida mi padre decía que no podía volver a ver Fresas salvajes (1957) porque lo confrontaba con la muer- te, especialmente por la aparición de un reloj sin agujas. Siempre me pregunté cómo una escena tan alegórica po- dría afectarle tanto, pero los impactos son subjetivos. Entre mis películas temidas hay otra de Bergman — La hora del lobo (1968), con su recolección de pesadillas horribles— y la epatante Crash (1996), de David Cronenberg, que padecí siempre, desde que la vi en una sala vacía de Viña del Mar. Lo bueno es que cada experiencia es siempre un contra- to con un universo ajeno. En las penumbras de una sala de proyección, el terror, la violencia o el drama devastador se transforman en espectáculos que concluyen una vez que se levanta el telón. Y ese alivio es, de alguna manera, también una forma de felicidad. Recuerdo que agradecí no vivir en Tanzania luego de ver La pesadilla de Darwin (2004), docu- mental que funcionacomounpaseoporel infiernoterrenal, donde los europeos explotan un pez codiciado mientras la población muere de hambre y las mujeres deben prosti- tuirse para sobrevivir. ¿Qué pasaría si un tanzano viera la misma película? ¿Cómo se sentirá ver la representación del horror y luego tener que volver a habitarlo como todos los días? ¿Cómo se consume cine si no hay puertas de escape? Dos | Ayer, en medio de marchas y un aumento grave de indigentes en la calle, me refugié en una sala de cine en Buenos Aires para ver una oferta que en otras circuns- tancias no hubiese elegido: El libro de las soluciones (2023), de Michel Gondry, una comedia amable sobre un tipo que trata de hacer películas a pesar de las adversidades. Para los cientos de trabajadores del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales que han sido despedidos, el filme podría funcionar como un incentivo para no desistir tras el desmantelamiento por parte de Javier Milei, pero para mí su principal función fue sacarme de las preocupacio- nes durante 102 minutos gracias a su trama sencilla, su ingenuidad y un final feliz. Podríamos calificarla como una feel-goodmovie , etiqueta que los estadounidenses usan para referirse a las ficciones que nos hacen sentir bien. Este tipo de producciones fueron objeto de un estudio realizado en 2021 en el Instituto Max Planck de Estética Empírica, en Frankfurt. Los participantes declararon sen- tirse felices luego de ver títulos como Love Actually (2003) y Pretty Woman (1990). El común denominador entre las obras analizadas fue que “presentan humor, ligereza y no tienen giros molestos en la trama”. Si consideramos que la existencia no es más que una sucesión de giros molestos en la trama, sabemos que estamos frente a una factoría de ficciones quiméricas. Pero hay excepciones y diferencias dentro de las feel-good movies . Tal vez la película más esperanzadora de la his- toria sea Qué bello es vivir (1946), de Frank Capra, la que comienza con un intento de suicidio y termina con una redentora reunión de Navidad. Un triunfo absoluto del optimismo bien conducido. Tres | De niño le tocaba el brazo a mi madre para que saliéramos del cine cuando presentía que la película iba a terminar. No sé si no me gustaban los finales o si me incomodaba la emotividad de las conclusiones felices. Lo cierto es que la inercia hollywoodense de cerrar cada ¿Puede el cine levantarnos el ánimo? ¿Es toda película una experiencia gratificante solamente por la naturaleza cinema- tográfica? ¿De qué manera el artificio audiovisual puede manipular la tragedia de la existencia? Son algunas preguntas que surgen de estos apuntes disgregados. andrés nazarala r. Crítico de cine, escritor y realizador. Es autor de los libros Última función (2022) y Hotel Tandil (2019), y de las películas Los años salvajes (2024) y Debut (2009). 16

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