Palabra Pública N°30 2023 - Universidad de Chile
ensayo “Expandir el acceso al arte tradicional no sirve de nada si no se reconocen las prácticas culturales situadas: aquellas que hacen sentido en los tránsitos biográficos de los individuos. Más allá de ser testigo u observador de la oferta globalmente desarrollada por el mundo del arte, de lo que se trata es de ser protagonista de un acto creativo. El futuro de la democratización cultural está en el acto de acceder, pero también en que las y los anónimos de la sociedad puedan crear mundos sensibles”. tomás peters Sociólogo y académico de la U. de Chile. Doctor en Estudios Culturales por el Birkbeck College. Ha publicado Sociología(s) del arte y de las políticas culturales (2021) y La incesante brecha. Políticas culturales y desigualdad en Chile (2023). del pueblo —o de los ciudadanos anónimos y libres de Francia— las colecciones y los gabinetes de curio- sidades culturales, este acto puede ser comprendido como un primer ladrillo en la construcción del proyecto políti- co de la democratización cultural. Gestos similares pueden reco- nocerse en la Revolución rusa y la mexicana. En ambos casos, un par de siglos después, la voluntad política fue eliminar los privilegios culturales de las clases dominantes y esparcir el conocimiento y las artes a todas y to- dos los históricamente excluidos. En efecto, los primeros esfuerzos en crear instituciones culturales bajo una lógi- ca “ministerial” se encuentran en esas experiencias de inicios del siglo xx. Incluso figuras históricas como el dra- maturgo y político soviético Anatoli Lunacharski y el escritor y educador mexicano José Vasconcelos —crea- dor del Ministerio de Educación de su país— jugaron un papel clave en vincular la idea de acceso a la cultura y la educación como un proceso polí- tico-transformador. Recién en 1959, el concepto de de- mocratización cultural emergió con mayor fuerza. Y lo hizo de la mano de la “invención de las políticas cultura- les” contemporáneas bajo el liderazgo del escritor y político francés André Malraux. Bajo su figura se creó el Mi- nisterio de Asuntos Culturales, gran hito histórico cuya primera misión fue L a pregunta por la democrati- zación cultural es propia del siglo xx. Antes, la vincula- ción entre ambos conceptos era casi inexistente y se considera- ban como espacios funcionalmente adscritos a ámbitos distantes: la de- mocracia era un principio incipiente de la discusión política, y la cultura era un territorio cercado a la produc- ción artística de élite. Se esperaba un trato más bien indiferente entre ambas esferas, aunque el arte sirvió —y ha servido— por lo general como una plataforma de enaltecimiento de líderes y movimientos políticos. Sin embargo, con la complejidad que la sociedad occidental alcanzó gracias al despliegue tecnológico y urbano durante la primera mitad del siglo pasado, ambas dimensiones comen- zaron a mirarse con nuevos ojos y se inició una relación que, hasta el pre- sente, sigue con fuerza, aunque no sin cuestionamientos. La idea de la democratización cul- tural puede situarse históricamente en una serie de procesos revolucio- narios. Quizá el más evidente fue la Revolución francesa. Gracias a la ex- propiación de las colecciones de arte de la guillotinada monarquía y las usurpaciones de patrimonios cultu- rales de las guerras napoleónicas, se creó uno de los primeros museos pú- blicos de la historia: el Louvre. Bajo el principio de poner a disposición democratizacióncultural: historia y dilemas 6
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