Palabra Pública N°30 2023 - Universidad de Chile
Cercos | En Quempillén, a escasos tres kilómetros de An- cud, se ven las huellas de unos recientes compradores; es fácil identificarlos porque lo primero que levantan son un cerco y un portón señalando su carácter de propietarios. El cerco a veces es imitación de los antiguos varales trenzados que servían para contener a los animales, en ocasiones son tablones pintados, pero siempre es notorio el poder del di- nero. Después “limpian” el terreno, es decir, sacan el bosque nativo y todo lo que haya sobre esa tierra donde edificarán fuerade los diseños culturales isleños; lamayoría son segun- das viviendas. Se trata deun lugar privilegiado, una franja de tierra entre los ríos Quempillén y Pudeto habitada —hasta ahora— por campesinos que se han dedicado a la produc- ción lechera. “Los ricos siempre encuentran cómo quedarse con lo bonito”, decía una vecina, y su voz se expande casi tan rápidamente como los letreros que anuncianventa de parce- las; una voz en sordina, amarga y definitiva que da cuenta de la percepción común entre los chilotes, que se repliegan al lugar de inquilinos donde antes fueron dueños. Con la división de la tierra en “parcelas de agrado”, pien- so en el contraste del territorio vital: donde se permanece, labora, sufre y goza. Levantiscos |Mientrasobservo lasprofundas transformacio- nes que experimenta cadadía el territorioquehabito,materia palpitante de la poesía que escribo, pienso en la necesaria participación de la palabra en la vida comunitaria. Sé, por experiencia, que las obras artísticas pueden tener un efecto poderoso sobre las personas. Por eso pertenezco al Colectivo Pueblos Abandonados y he suscrito el manifiesto fundacio- nal quedeclarauncompromiso: “El escritor territorial sehace cargo de las demandas colectivas y participa de las luchas o causas particulares de su pueblo”. Desde nuestros pequeños lugares, y como signo de apertura que cruza cercos, los aban- dónicos estamos comprometidos con vivir en los territorios con todo lo que ello implica. Abrir las pampas mentales para cruzar acampo traviesa, rumbeandoentreel humor y la serie- dad, e intentando no ofrecer escrituras estériles, aquella letra muerta en que después de leer “no pasa nada”. Conscientes del tanteo como instrumento de exploración, intentamos el despliegue por los intersticios del orden esta- blecido. Cuestionamos la legitimación de ciertas formas y abrimos el dique para que exploten otras aguas, aunque sea contaminadas; nos permitimos el goce de revisar las viejas estructuras, exponer su andamiaje apolillado e iluminar los nidos de araña, su escondida belleza. Hacemos literatura intentando mirar de frente a la bes- tia, pero no actuamos en manada; nuestras escrituras pretenden ser afluentes resolviendo sus particulares turbu- lencias desde una rebelde pluralidad. Se trata de una mayoría de levantiscos que, sin embargo, comparten impulsos como el contravenir ese poder que con- sidera al arte una retórica decorativa. Coincidimos también enubicarnos fuera del centro, enun lugar que nos da la posi- bilidad de autonomía, sin esa desesperación por estar al día. Nos apasiona explorar los pocos metros cuadrados donde habitamos, concentrar allí la mirada, en estos pasos, en las diferentes edades por las que se transita cada día. Porque no es cierto que en la provincia “no pasa nada”: entramos de lleno a su compleja trama de explotaciones, corrosión sin idealizar, recolectando imágenes de la devastación y dando cuenta de quiénes la sufren, “otros simios como yohundidos en pueblos abandonados”, como dice Cristian Geisse. Tratamos de estar alerta siempre para terminar con la idea de las zonas de sacrificio y también con la idea de sujetos en En 2009, un grupo de escritores ajenos al centro geográfico y cultural de Chile fundó Pueblos Abandonados, un colectivo que busca ampliar el paisaje literario e instalar otrosmodos de habitar. Una de sus integrantes, la poeta chilota Rosabetty Muñoz, se ha propuesto “croquear otra cartografía” del país. rosabetty muñoz Poeta y profesora de caste- llano. Ha publicado Hijos (1991), Ratada (2005) y Santo oficio (2020), entre otros libros. Ganadora de los pre- mios Pablo Neruda, Manuel Montt de la U. de Chile y el Premio Nacional de Poesía Jorge Teillier. unasunto abandónico columna 4
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