Palabra Pública N°30 2023 - Universidad de Chile
palabra crítica D iez autoras se incluyen en esta Antología de poema en prosa y prosa poética , selec- cionada y prologada por la novelista y poeta Paula Ilabaca y publi- cada por Cástor y Pólux. Un conjunto de textos experimentales, donde la voz narrativa se confunde con la voz lírica y donde la figura de la mujer se yergue para dar cuenta de sus vivencias mate- riales, emocionales, afectivas. Me parece importante destacar las palabras de Ilabaca en su prólogo: “en la escritura no se avanza, se regresa”, dice. Y agrega: “La literatura es una tradición, pero la escritura es una pér- dida. Perder de manera sistemática. Perder una y otra vez. Eso también brillaba en este grupo de escritoras, en este taller. Disponibles para perder”. Reflexiones que nos sacan del circuito de la literatura como parte de un mer- cado competitivo, en las que no cabe el éxito, sino el desprendimiento e in- cluso el fracaso. La poética de Ilabaca prepara la escena para el surgimiento de una escritura que aparece como una suerte de obsesión, porque vuelve una y otra vez sobre sí misma. Acción que nos remite al rigor de corregir, revisar, pulir, una y otra vez, desde la soledad y la conciencia de la incompletitud. El texto que abre el volumen es de Sandra Bustos. Un relato sin título que nos entromete en una escena donde los afectos infantiles neutralizan, en parte, la figura paterna y sus oscuras resonan- cias. Pese a ello, el miedo habita en la niña que narra en un contexto de “país golpeado” (22), de unpadre que aparece y desaparece, que convoca un deseo fi- lial cercano a la sensualidad. En la ruta del deseo le sigue Camila Mardones, centrada en la corporalidad y la memoria. Su relato “Tormenta del dormido” nos aproxima a dos cuerpos, el de la narradora y una segunda per- sona, destinataria de sus deseos. Nos encontramos ante una voz que se sitúa en el territorio físico de otra, que logra incluso un placer extático en la confor- mación material amada. En “De fuego el corazóncaballo”, se instalaunparale- lismoentrelamiradaanimalyhumana, la del ser que se ama. La belleza de la destinataria se ubica en el llanto / dolor de la voz que narra. Es precisamente el dolor imprevisto lo que irrumpe en la calma de la narradora o narrador, ya que no hay marcas de género. El llanto que provoca la persona amada es un descargo ambiguo, de gozo o de dolor. Es precisamente esta coexistencia de contrarios, la que permite amplificar el sentido de esta suerte de ensoñación amorosa, donde el afecto es gozo, pero también aflicción. Y esa ambigüedad se mantiene en el texto de Katari Mura, quien se aso- ma hacia la oscuridad e incluso hacia lo demoniaco. “Pasajes de infancia” nos lleva hacia la voz de una niña que se aproxima a lo bello diurno y lo diabólico nocturno. Un torrente de sensaciones se distingue en esta escri- tura y en ladeAnnNegrón, quien juega con la asociación libre, al sumergirnos de manera explícita y descarnada a un aborto. Así dice: “frío hace frío y me desangroentre la retina entre el cordón umbilical el llanto que nunca parí” (55). Para este conjunto de autoras, la fi- guradel padrees ley, represiónymiedo, expresado en lamemoria del dolor. Así se ve en la escritura de Iskra Pavez. En su texto “Colina mía”, el padre es una autoridad terrible, odiable, sospechosa inclusode abuso sexual. Es interesante Antología de poema en prosa y prosa poética , de Paula Ilabaca (selección y prólogo) Zonas de dolor libro patricia espinosa Crítica literaria y académica del Instituto de Estética de la Universidad Católica de Chile. 54
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