Palabra Pública N°30 2023 - Universidad de Chile

L as palabras y códigos de una cultura son una manera única para comunicar su pensamiento, sus saberes y filosofías de vida. Esta es una de las grandes razones por las que las lenguas deben permanecer vivas, con hablantes que se comuniquen a través de ellas en distintos ámbitos sociales y culturales. Sin embargo, según estudios de la Unesco, al menos el 43% de las más de siete mil lenguas que se hablan hoy en el mundo están en peligro de extinción, la mayoría de las cuales son patrimonio de un pueblo indígena. En Améri- ca Latina, en particular —una de las regiones con mayor diversidad lingüística—, existen 550 idiomas, de los cuales un tercio se encuentra severamente amenazado, debido, entre otras razones, a la interrupción generacio- nal de su transmisión, al uso de los idiomas dominantes como el español y el portugués, y a actitudes racistas en contra de quienes los hablan, según un informe de 2020 del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (Filac). La negación o la asimilación de una lengua provoca daños irreparables, ya que distancia a las personas de su cultura. Existen casos de lenguas en el mundo que han sufrido procesos de prohibición total de parte de un Es- tado dominante, pero fueron sus hablantes quienes, a pesar de la persecución política, continuaron hablándo- la y enseñándola, como, por ejemplo, el euskera, en el País Vasco, y el catalán, en Cataluña, dos experiencias que me ha tocado seguir. En ambos casos, sus lenguas tienen un lugar importante en el ámbito de la informa- ción —en televisión, periódicos, anuncios en los medios de transporte—, e incluso en el área del conocimiento, como en colegios y universidades. En estos espacios no solo son lenguas de enseñanza, sino también lenguas vehiculares —es decir, las que se usan como vehículo de comunicación en un territorio— en las que se impar- ten las asignaturas. Lógicamente, esto no existiría si sus hablantes no las defendieran con convicción frente a la resistencia de las que son hegemónicas. Cada lengua es universal, en el sentido de que poseen todas las potencialidades para desarrollarse en la co- municación y en la transmisión de conocimientos. Sin embargo, hay algunas que han sido minorizadas, como ocurre con las propias de ciertos territorios, que van siendo reemplazadas principalmente por las lenguas do- minantes, como el español y el inglés. Con ello, se pierde una oportunidad para mirar el mundo de otra manera, y no solo eso, pues cada palabra —su semántica y su foné- tica— es también una imagen personal y colectiva. Esto lo describió muy bien el escritor mexicano Miguel León Portilla en un poema: “Cuando muere una lengua / todo lo que hay en el mundo, / mares y ríos, / animales y plan- tas, / ni se piensan, ni pronuncian / con atisbos y sonidos / que no existen ya”. La vitalidad de una lengua es una responsabilidad con- junta de sus hablantes, de la comunidad de habla y de las políticas lingüísticas. La educación puede realizar una ta- rea fundamental al incorporar en su currículo no solo las lenguas hegemónicas, sino también las lenguas propias de cada grupo, lo que implica, por cierto, formar docen- tes que puedan enseñarlas. Una vez integradas, se debiese trabajar con metodologías que garanticen su aprendizaje, para que no sea solo un mero trabajo simbólico. En el caso chileno, desde 2010 se han incorporado las lenguas ancestrales de cada territorio como segunda lengua, lo que requiere de metodologías y didácticas de enseñanza, y de recursos didácticos. Estos aspectos aún no han sido suficientemente fortalecidos y desarrollados, a pesar de los esfuerzos de algunas universidades y del propio Ministerio de Educación a través de su programa de Educación Intercultural Bilingüe. Ambas partes han realizado capacitaciones a educadores tradicionales, lo porun pluralismo lingüístico columna Según datos de la onu, cada dos semanas muere una lengua en el mundo, y se cree que a fines del siglo xxi se extinguirá casi la mitad de las siete mil que existen. ¿Por qué importa luchar contra su desaparición? Porque las lenguas son la base sobre la que una cultura se construye y se representa. maría isabel laramillapan Doctora en Didáctica de la Lengua y Litera- tura. Académica del Campus Villarrica de la Pontificia Universidad Católica de Chile. 48

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