Palabra Pública N°30 2023 - Universidad de Chile
L a ciencia es una de las formas más importantes e influyentes del conocimiento humano. Nos per- mite penetrar en los secretos de la naturaleza, comprender sus leyes y, a través de la tecnología, aplicarla según nuestras propias necesidades, intereses e, incluso, ambiciones. Su poder es tan grande, que si no sa- bemos usarlo con ponderación, terminamos por generar los desequilibrios que hoy conocemos a nivel planetario, como ocurre con el calentamiento global y la crisis climáti- ca. No por casualidad, dentro de la historia geológica de la Tierra, hoy se habla del Antropoceno. La cultura, por su parte, es el universo humano , es de- cir, el que nosotros creamos para vivir en este mundo. Es el ecosistema nuestro , aquel que construimos colec- tivamente, diferente a los ecosistemas naturales. Cada cultura genera sus propias leyes, sus prácticas y saberes, para adaptarse y habitar un determinado territorio, acor- de a sus condiciones locales (y ahora también globales). Dentro de estas leyes, la ciencia —unida a la tecnolo- gía— ejerce un impacto decisivo y muy influyente, tanto a nivel físico —en la salud, alimentación, infraestructu- ra, transporte y comunicaciones—, como a nivel mental, emocional y social de las personas. Incide en nuestra for- ma de relacionarnos entre nosotros e interactuar con el medio ambiente; en nuestra visión de mundo y en nues- tro sistema de creencias o no creencias. Sin duda que uno de los hitos científicos más relevantes y revolucionarios de la evolución humana fue el modelo matemático creado a mediados del siglo xvi por Nicolás Copérnico, quien aportó una visión heliocéntrica del sis- tema solar. Este modelo fue después perfeccionado por Johannes Kepler y Galileo Galilei, lo que generó la caída de paradigmas que durante siglos habían servido de sus- tento para diferentes religiones, en especial la católica. De esta manera, la ciencia fue influyendo y cambiando pro- fundamente la cosmovisión de la humanidad y, con ello, la cultura: mutamos desde un enfoque geocéntrico hacia otro heliocéntrico; desde uno teocéntrico hacia otro antro- pocéntrico, los que, sin embargo, aún coexisten. Revoluciones científico-culturales como estas continua- ronocurriendo, enespecial con las famosas leyes deNewton y la teoría de la relatividad de Einstein. Cuando el tiempo y el espacio se relativizaron y lamecánica cuántica aportó con lo suyo, la ciencia nuevamente provocó giros copernicanos en la cultura, causando nuevos impactos en la religión, en la filosofía y el humanismo. Asimismo, en pleno siglo xviii, la tecnología como ciencia aplicada ya había causado la Re- volución Industrial, la que afectó al mundo completo, por ejemplo, con lamigración del campo a la ciudad. Como con- secuenciadeello, segeneraronprofundas transformaciones en la economía y en la política, incluyendo el surgimiento de ideologías de suyo influyentes, tanto en el capitalismo (Adam Smith) como en el comunismo (Karl Marx). Actual- mente, sin embargo —con el desarrollo del mundo digital y la revolución de internet—, estamos dejando atrás la era industrial para dar un paso definitivo hacia la era digital. Esto conlleva una nueva y profunda revolución cultural, que desde luego también está influyendo en nuestro ecosistema humano-local; es decir, en la cultura chilena. No obstante, a pesar de todas estas evidencias concretas, en nuestro país todavía no se comprende —o no se quiere comprender—la fuerte participacióne influencia que, como componente fundamental de la cultura, ejerce la ciencia en la vida humana. La razón esmuy simple: enChile no se valo- ra públicamente la ciencia ni menos se entiende el concepto de cultura, que seguimos considerando como sinónimo de las artes. De hecho, es común que cuando se refieren a ella, políticos, autoridades, académicos e intelectuales estén ha- blando solo de disciplinas artísticas (música, danza, pintura, teatro, cine), como si las demás dimensiones de la cultura no la ciencia también es cultura columna Cuando Copérnico, Newton o Einstein revolucionaron las formas de entender el universo, también cambiaron la cosmovi- sión de la humanidad. ¿Por qué, entonces, nos empeñamos tanto en separar las ciencias de la cultura? Quizás porque se- guimos creyendo que esta es sinónimo de las artes y sus disciplinas. gabrielmatthey correa Compositor e ingeniero civil hidráulico. Magíster en Gestión Cultural y profesor de la Universidad de Chile. 32
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