Palabra Pública N°30 2023 - Universidad de Chile

lip K. Dick; El hombre máquina , de La Mettrie; “El hombre artificial”, de Horacio Quiroga; y hasta de Máquinas como yo , de Ian McEwan. Quienes han racionalizado ese temor creen que el riesgo que corremos es el de la ultrahumani- dad, la aparición de mecanismos más inteligentes que los seres humanos cuyo designio natural sería someternos y convertirnos en herramientas suyas. Es al menos lo que cree Vernor Vinge, matemático y escritor que fue de los primeros en pensar las consecuencias de las inteligencias artificialesmás allá de Alan Turing. Como decíamás arriba, es también el camino de los estudios de las humanidades, que están en este mismo momento tratando de pensar un mundo sin humanos, unmundo más allá de lo humano. Prefiero, sin embargo, explorar otro camino. Según Freud, la repulsión que sentimos ante los autómatas es, en realidad, el retorno de la antigua omni- potencia del narcisismo primario. Dicho de otro modo, cuando tememos y despreciamos a las inteligencias arti- ficiales no estamos sino volviendo sobre nosotros mismos y nuestro reprimido deseo de manejar el mundo a nuestro arbitrio. Esa lectura se cruza inesperadamente con la se- gunda escena que cité de Frankenstein . Llevo varios años comentando y leyendo esa novela, y llegado el momen- to del diálogo cuando la criatura le reclama un poco de cariño a su creador, la mayor parte de los lectores nos po- nemos rápidamente de parte del monstruo . Nos parece que Victor es innecesariamente cruel con el autómata, que de- bería considerar sus sentimientos , es decir, los sentimientos que nosotros tendríamos si estuviéramos en su lugar. No dudamos un segundo en humanizarlo, en convertirlo en una forma heterodoxa pero reconocible de persona. Es lo que pasa con WALL-E en la película de Disney, con la Ro- botina de los Supersónicos y con prácticamente cualquier objeto en el que reconozcamos algo parecido a un rostro: terminamos convirtiéndolo en humano. Lo que quiero decir, en el fondo, es que el modo en que nos relacionamos con las inteligencias artificiales, que pa- recía llevarnos hacia los límites exteriores de lo humano, no hace sinomostrarnos el altísimo grado en que estamos condenados a la humanidad. Puede que estas hagan como que interpretan textos literarios, pero los profesores aspi- ramos a la interpretación que hacen personas de carne y hueso. Puede que los lectores de literatura disfrutemos de las novelas escritas por una máquina, pero ello solo puede suceder a condición de que creamos que ha sido escrita por otro ser humano. Visto desde este punto de vista, el humanismo, la ne- cesidad de humanizar el mundo, es al mismo tiempo lo que más nos interesa, una perspectiva inevitable y una condena. ¿Cómo imaginar lo inhumano sino con estas formas humanas que me permiten pensarlo? Tal vez las inteligencias artificiales nos muestran que la humanidad, que fue durante siglos la forma de nuestra libertad, puede también ser una suerte de cárcel. Fabián Rivas 27

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