Palabra Pública N°30 2023 - Universidad de Chile

primero un librito que se llamó De ángeles y ninfas (2012), en el que le seguí la pista a los contactos entre Walter Ben- jamin y [el historiador alemán] Aby Warburg. Era un libro en cierto sentido inocente, mucho más pequeño de alcan- ce. Pero me permitió redefinir lo humano en el sentido de que ellos preconizaban otra forma de pensamiento. Yo creo que el pensamiento actual no es solo lineal y discursivo, sino que transcurre mucho con flashes , que es lo que ellos sostuvieron, cada uno por su lado, con otras palabras. Es un pensamiento discontinuo. Yo hablo de las carambolas de la mente, o de esos momentos súbitos en que, al poner dos imágenes juntas, como hacíaWarburg, revelas algo. En Redefinir lo humano también explora el presente de las humanidades. Advierte que han perdido su ca- rácter generalista y que se han convertido en un área de especialización universitaria. —Hoy puedes hacer maestrías, doctorados o ser profe- sor en humanidades, y siempre te exigen estar publicando en revistas, lo que en realidad es un asunto creado para evaluarse entre pares y en el que hay bastante negocio. Te piden plata por publicar y eso mejora tu currículo. Esto significa el surgimiento de un caudal muy grande de escri- tura que nadie lee. Son libros necesarios más para quien los escribe que para el mundo. Antes, las humanidades se dirigían al hombre común y corriente, porque eran una ex- plicación del mundo y de cómo había que vivir. Ahora eso la literatura lo desprecia, y queda en el nivel de los libros de autoayuda, de esos anaqueles vergonzantes frente a los que nadie quiere ser visto. Hay algo entremedio que se perdió. ¿Qué cosa? —El enfoque de las humanidades hacia la vida de las per- sonas. La filosofía y la literatura, la música y las artes eran unamanera de cultivar lo que, según [Enrique] Lihn, “toda- vía llamamos el alma”. Hay una vida que se hace refinando algunas capacidades sensoriales del ser humano. Por ejem- plo, es difícil hablar de quémensaje tiene lamúsica. Me fijé en lo que me producía siendo bastante vieja; me pregunté por lo que me pasaba en el cerebro, la mente o el alma al escucharla, porque los ritmos, la sorpresa, la reiteración son elementos que están también en la poesía. Revelan algo nuevo que puedes sentir. Eso es central en las humani- dades. Ahora, no sé si sobrevivirán. Las facultades [donde se estudian] tienen cada vez menos presupuesto en todo el mundo, cada vez son consideradas menos necesarias, porque, se supone, hay que estudiar ciencias, tecnología, ingenierías, administración. Yo diría que el núcleo de las humanidades está en su exploración de lo que es ser huma- no en cada época en particular. Hay gente que pensaba que el ser humano es una esencia, y mientras más te acercaras a esa esencia más humano eras, pero resulta que ahora, como en una carambola loca, esa esencia mutó. En 1972, Adriana Valdés participaba en un taller de crí- tica de la Universidad Católica dirigido por el reconocido ensayista Martín Cerda, y al que asistían escritores e inte- lectuales como Alberto Rubio, Arturo Fontaine, Federico Schopf y Nelly Richard. Hacía poco se había publicado la novela E l obsceno pájaro de la noche (1970), de José Donoso, y los asistentes debían elaborar un comentario crítico sobre la obra. Valdés, entonces, escribió “una especie de tratado”: —Recurrí a todas las fuentes que tenía como profesora —recuerda hoy. El ensayo se publicó en Buenos Aires y fue celebrado, entre otros, por el propio Donoso, pero además fue determinante para la obra que desarrolló años más tar- de, con títulos como Composición de lugar (1996), Enrique Lihn: vistas parciales (2008) e Intromisiones (2021). entrevista 24

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