Palabra Pública N°30 2023 - Universidad de Chile

variedad de colecciones que pululan por el territorio: las voces de la historia y memoria que emergen de los objetos que aloja el Museo de laMemoria y los Derechos Humanos; las obras de arte empapadas de política de la colección del Museo de la Solidaridad Salvador Allende; el orgullo de la cultura rural y campesina de espacios como el Museo Co- munitario de Alhué; los saberes y las praxis indígenas que viven en los artefactos y creaciones del Museo Precolombi- no. Los anteojos trizados de Salvador Allende en el Museo de Historia Nacional; Greta, la ballena azul que asombra en el Museo de Historia Natural. Son objetos que nos ha- blan de nuestro presente y pasado; son la forma que toman nuestros saberes situados en toda su polifonía y diversidad. No solo nos permiten aprender y maravillarnos: movilizan agencias incalculables al abrir un espacio para pensar lo político a través de lo material. Más importante aún, no son imperturbables, sino más bien plásticos y expansivos: cambian con las derivas de la historia, abriéndose a nuevas exigencias y expectativas de una ciudadanía constituyente. Por último, es en el museo donde esa materialidad se pone al servicio de nuestros imaginarios colectivos. En el encuentro e intercambio con cada colección se produ- cen roces y provocaciones que exacerban la imaginación para pensarnos en futuros diferentes. La escala micro- política de este juego permite que pase desapercibido, y son los equipos de mediación los que se reapropian imaginativamente de artefactos y obras para generar no- dos de encuentro en los que, a la larga, tanto visitantes como mediadora/es —y el museo mismo— son transfor- mados. Un ejemplo reciente es un gigantesco tablero de Monopoly que apareció en una de las salas del Museo de Arte Contemporáneo, sede Quinta Normal. Ahí, el equi- po de Educamac invitaba a los públicos a darle un giro al tablero original: se generó un espacio para pensar de manera colectiva otro Santiago que incluyera diversas subjetividades, desde adultos mayores a cuerpos disiden- tes y racializados, e incluso a plantas y animales. Juego, sí, pero sobre todo ejercicio situado y cotidiano que urde mundos nuevos cuyas resonancias podrían convertirse en anhelo y, luego, en realidad. Al recorrerlo se generan narrativas pensadas local y arraigadamente, pero siempre en diálogo con las más urgentes necesidades de cambio social a nivel global. A pesar de la fortaleza interior de estos árboles, la falta constante de atención deshidrata los tejidos, y fatiga cual- quier acción posible. La eterna promesa de un presupuesto cultural acorde a las necesidades de un país de la ocde —un 1% del gasto público— que logre situar el acceso al patrimonio y a la imaginación como prioridad se sigue aplazando. No es casualidad que este artículo se escriba mientras se encuentra paralizado el Servicio Nacional del PatrimonioCultural trasel anunciodeunpresupuesto2024 de un lacónico 0,4%. No podemos seguir dependiendo de que trabajadores sobreexigidos subsidien el desarrollo de la cultura en Chile con su tiempo y bolsillos, entregando sustento y nutrición para resistir una deuda endémica. La sombra está en peligro y, con ello, la posibilidad de imagi- nar y crear un futuro distinto. Imagen de una sesión de Coloquio de perros , realizada en octubre de 2019 fuera del Museo de Arte Contemporáneo Parque Forestal. Crédito: Felipe Díaz González 13

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