Palabra Pública N°30 2023 - Universidad de Chile
ensayo en la vida cotidiana de la población. Y, desde entonces, la noción de demo- cratización cultural tuvo que redirigir sus esfuerzos hacia nuevos horizontes de trabajo (como la democracia cultu- ral, cuya concepción de cultura es más amplia, pluralista y abierta a las re- presentaciones del arte y lo popular), aunque su permanencia y prevalencia como política pública sigue estando tan viva como en sus inicios. El caso chileno | Las menciona- das políticas culturales, que se implementaron en conjunto con el aumento masivo de la matrícula uni- versitaria y el acceso a la educación superior de sectores obreros —cu- yos problemas derivaron en Mayo del 68—, significaron un cambio de rumbo significativo en las políticas de Estado, tanto en Europa como en América Latina. En nuestra región, la idea de democratización cultural no tardó en llegar. Si bien ya existía una institucionalidad importante en el continente —piénsese, por ejem- plo, en la creación de la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile (Dibam) en 1929 e, incluso, la creación de la Univer- sidad de Chile en 1842—, la idea de abrir masivamente las puertas de los espacios culturales no estuvo en los planes latinoamericanos sino hasta fines de la década de 1960. En Chile, hasta entonces, gran parte de la acción estatal en cul- tura se alimentaba de herencias religioso-coloniales y movimientos artísticos europeos incipientes de fi- nales del siglo xix. Fue recién en el programa de gobierno de la Unidad Popular donde se hizo mención a las políticas culturales y a la importancia del acceso a la cultura y las artes. Gra- cias a esta última medida fue posible el surgimiento, entre otros proyectos, de Quimantú, ícono de la democra- tización cultural en Chile. Lo mismo puede decirse del sello discográfico irt y el Tren de la Cultura. Sumado a una serie de otros esfuerzos en la misma línea, fue en el gobierno de Salvador Allende cuando el “acceso” a las artes para todas y todos tuvo sus orígenes en Chile. Es sabido y discutido que, durante la dictadura militar, el escenario de las políticas culturales experimentó nuevos enfoques de trabajo. Ade- más de la desaparición, exilio y persecución de artistas, el Estado re- forzó los valores patrios por medio de obras ad hoc , fomentó la masifi- cación de la cultura de masas por medio de la televisión, la radio y la prensa escrita, y promovió la “alta cultura” —entendida como el arte canónico y, principalmente, no- roccidental— como un principio rector. Reconociendo que la tesis del “apagón cultural” es cuestiona- ble —debido a la alta evidencia de producción artística y cultural gene- Imagen de la muestra Andy Warhol. Icono del arte pop (2017), en el Centro Cultural Palacio La Moneda. Crédito: Martin Bernetti / afp 8
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