Palabra Pública N°29 2023 - Universidad de Chile
no pueden acceder al mercado, rompiendo con toda idea de construcción colectiva y colaborativa. Esta base, que hasta hoy sostiene la política habitacional subsidiaria chilena, dejó un déficit cercano al millón de viviendas hacia el retorno a la democracia y gatilló una producción masiva de viviendas bajo la misma estructura de finan- ciamiento público y ejecución privada, lo que agudizó la segregación y fragmentación de la ciudad a gran escala. Las transformaciones estructurales de la dictadura, amparadas en la violencia y el autoritarismo, suprimie- ron temporalmente la acción política y popular como motor para ejercer el derecho a la ciudad, imponién- dose el llamado libre mercado y la privatización de la vida cotidiana por sobre los principios de equidad y redistribución. Sin embargo, las luchas de la época por la recuperación de la democracia y la libertad siempre estuvieron relacionadas a la ciudad, a la resistencia en las poblaciones y a la recuperación del espacio público. Cuando son los propios habitantes quienes se apropian y resignifican sus espacios comunes, antes expropiados por la fuerza, es cuando resurge el derecho a la ciudad. Reconquistar este derecho es un proceso lento y com- plejo, y está en nuestras manos hacernos conscientes de él para ejercerlo. El clamor y la demanda suelen surgir en momentos de crisis, donde las alternativas se hacen más visibles: la lucha por la vivienda digna y bien localizada, la superación del modelo subsidiario o al menos su uso desde una perspectiva colectiva y colaborativa; la crea- ción de espacios autogestionados, la protesta social y las acciones colectivas contra la gentrificación de barrios; la oposición a las zonas de sacrificio y un largo etcétera. La espiral ascendente de manifestaciones masivas en Chile, cuyo apogeo fue el estallido social de 2019, indican que muchos cambios son necesarios, y nuestros espacios pú- blicos son la plataforma para expresarlos. A 50 años del golpe civil-militar, las ciudades chile- nas continúan funcionando bajo la premisa neoliberal, expresada en espacios segregados, excluyentes y domi- nados por el consumo. Sin embargo, los esfuerzos por recuperar el disfrute de la vida urbana, de las cercanías y de sus oportunidades, especialmente para quienes han sido sostenidamente privados de ello, permanecen como un desafío. El derecho a la ciudad no es algo dado por una institución o por una norma, es una conquista colectiva cuyo norte se ve lejano, pero cuyas posibilidades de ejer- cerlo están frente a nosotros. Cris Bouroncle / afp 63
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