Palabra Pública N°29 2023 - Universidad de Chile
A pesar del golpe de Estado, el pueblo chileno mantuvo su característico sentido del humor. Especialmente un humor negro, autoirónico, que arranca sonrisas de las tragedias. En el mismo año 73, en los campos de prisioneros, entre otras manifestaciones humorísticas se hicieron caricaturas. En Isla Dawson, las dibujó Héctor Avilés; en Chacabuco, Tato Ayress; en Ritoque, Miguel Lawner. Y hay más. En “libertad”, con censura y autocensura, en la pren- sa surgieron nuevos humoristas gráficos —entre los que se destacan Rufino (Alejandro Montenegro), Guillo (Guillermo Bastías), El Gato (Juan Carter) y Mico (Luis Henríquez)—, que se unieron a jóvenes veteranos como Hervi (HernánVidal), Eduardo de la Barra, JoséGai y otros. Varios partieron al exilio, como José Palomo y Guillermo Tejeda, quienes colaboraron en Análisis y Apsi , respectiva- mente. Bajo dictadura, estuvo prohibido publicar libros y fundar revistas sin autorización, y las que fueron permi- tidas debieron someterse a la censura previa. Con dicho sistema, muchas historietas y chistes quedaron inéditos al ser rechazados o tuvieron que ser modificados. Un destino para ese dibujo algunas veces fue convertirse en un impreso clandestino, sin firma y con el estilo un poco cambiado por razones de seguridad. ¿Cómo representar la dictadura en el humor gráfico? La famosa fotografía de Pinochet desafiante, con lentes oscu- ros y brazos cruzados —tomada por el fotógrafo holandés Chas Gerretsen—, se convirtió en un ícono universal: el arquetipo del dictador sanguinario. La imagen dio pábu- lo para la construcción satírica. Se transfirió la figura del dictador de lentes oscuros a la de los agentes del Estado que lo representaban: los Civiles No Identificados (cni) de la Central Nacional de Inteligencia (cni), hombrecitos de negro que Rufino instaló como personajes en la revista Hoy y que prácticamente todos los dibujantes de oposi- ción adoptaron. La dictadura tenía gafas negras. Fue un ingenioso recurso con el que los dibujantes aludieron y eludieron la censura. Una caricatura sin hacer caricatura. Evocaban a un Pinochet que, entonces, no se podía carica- turizar sin arriesgar el cierre de la publicación y la cárcel. Una década después del golpe, se asomó el atrevimien- to de hacer caricaturas de Pinochet y su esposa, con la irrupción de la revista Cauce y principalmente de sus dibujantes El Gato y Eduardo de la Barra. Aparecieron, lamirada con lentesoscuros El humor es una de las formas más agudas que tiene el ser humano para cuestionar el orden político y enfrentar la adversidad. Después del golpe, fue una herramienta para perder el miedo, como lo prueba el auge de la caricatura: sorteando la censura y la represión, los dibujantes se las ingeniaron para incomodar al poder. jorge montealegre iturra Escritor, periodista y Doctor en Estudios Americanos por la U. de Santiago de Chile. Docente de la misma casa de estudios. Autor de Historia del humor gráfico en Chile (2008). Su último libro es Noticias de un pue- blo fantasma. Chacabuco: prisión y verso libre (2023). columna 60
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=