Palabra Pública N°29 2023 - Universidad de Chile

Desde París, Waldo Rojas recuerda que Enrique Cood lo citó a un almuerzo en el restaurante Le Due Torri, en la calle SanAntonio, donde le entregó sus lineamientos para el guion, que incluían, entre otras cosas, poner un muerto cada diez minutos, además de algunos desnudos femeni- nos. “Por supuesto”, fue la respuesta de Rojas. Ennoviembrede 1973, SilvioCaiozzi, PabloPerelman,Wal- do Rojas y José de la Vega partieron al norte para investigar el origende la historia y buscar locaciones. En esemomento, no sabían que el episodio había ocurrido en Caspana. Rojas revisó archivos de prensa y hasta se reunió con Manuel Du- rán, periodista de Antofagasta que había escrito un cuento sobre el suceso. En Calama, revisó los archivos judiciales, donde soloencontró informaciónsobre la fugade los presos. En busca de locaciones, alguien les recomendó ir a Caspana. Así, de casualidad, llegaron hasta este caserío detenido en el tiempo, ubicado en una quebrada, con sus casas de piedra y sus cultivos en terrazas que parecen una ilusión óptica en medio de un entorno polvoriento y hos- til. El equipo de la película estaba deslumbrado: parecía la locación ideal para el proyecto. En un inicio, la comu- nidad se mostró muy desconfiada. Perelman y Caiozzi se reunieron con la máxima autoridad del pueblo para convencerlo. Cuando el acuerdo estaba sellado, ocurrió lo inesperado. Uno de ellos, Francisco Panire, les confesó: —Eso (la violación) le pasó a mis hermanas. “La película nos postergó el golpe. No lo vivimos el 73, lo vivimos el 74. Nos sentíamos protegidos mientras ha- cíamos A la sombra del sol ”, dice Pablo Perelman. El rodaje, en febrero de 1974, fue tortuoso, pero también un refugio. Luis Alarcón era militante comunista y había sido despe- dido de la Universidad Técnica del Estado. Estuvo en listas, fue buscado y también tuvo que esconderse un tiempo. “Es una cosa inexplicable haber hecho esa película”, recor- daba Alarcón en Los años chilenos de Raúl Ruiz . “Todos los actores éramos de oposición al gobierno militar”. Alejandro Cohen nunca militó. “Soy apolítico con opi- nión propia”, dice hoy, pero la llegada de los militares lo dejó sin trabajo. Junto a Tomás Vidiella y Pina Brandt fun- daron el Teatro El Túnel y en 1971 montaron Hagamos el amor , el primer café concert que se hizo en Chile. El forma- to fue un éxito, pero después del golpe, el toque de queda volvió insostenible el proyecto. “Yo creo que el gran protagonista de la película es el pueblo de Caspana y la atmósfera que se creó”, dice Cohen. José de la Vega se encargó de la producción en te- rreno y tuvo que lidiar con todo tipo de dificultades, en un rodaje en que estaban prácticamente aislados. A las pocas semanas, se quedaron sin dinero para pagar los sueldos. Apenas les quedaba algo de película virgen para filmar. Hubo una huelga del equipo y Caiozzi recuerda que tuvo que pedirles plata a sus papás para continuar el rodaje. Pero el ánimo no decayó. “Trabajar forzado por la falta de recursos incentiva la creatividad y eso afiata humanamen- te a un equipo”, dice Cohen. “Hubo gran solidaridad mutua del equipo y, poco a poco, de los habitantes del lugar, para quienes en unmomento la película se convirtió en una cau- sa popular, colectiva y aldeana”, complementaWaldo Rojas. También hubo espacio para el romance, recuerda Rojas: “Carmen (Bueno) y Jorge (Müller) comenzaron su amor junto con… ¡la filmación! Pienso que ese sentimiento creó un cierto clima para todo el equipo”. Carmen Bueno era ac- triz, había participado en La tierra prometida , de Littin, y se encargó de la continuidad en A la sombra del sol . Al “flaco” Müller, encargado de fotografía de la cinta, Perelman lo describe como “el mejor amigo de muchos”. Ambos com- partían lamilitancia en el mir y solían trabajar juntos. Iban a filmar en poblaciones y junto a Pepe de la Vega participa- ron en la icónica filmación de “la marcha de las cacerolas”, que Patricio Guzmán inmortalizó en La batalla de Chile . Ese verano en Caspana, el romance entre Carmen y Jorge fue un paréntesis de esperanza. Eran jóvenes, hermosos y con todo el futuro por delante. Después, vendría el horror. reportaje Pablo Perelman en su casa, en Santiago. Foto: Felipe PoGa. 58

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