Palabra Pública N°29 2023 - Universidad de Chile

Gaceta de los Carabineros de Chile , recoge el episodio que Pedro de la Barra le contó, ocurrido en 1927. Fijada a la pa- red, es un salto a la historia de Perelman y del cine chileno. En 1974, junto al cineasta Silvio Caiozzi, Perelman se embarcaría en una aventura inédita al dirigir A la sombra del sol , una película que fue filmada en Caspana, a casi 90 kmde Calama y amás de 3mil metros de altura, pocosme- ses después del golpe militar. Para ambos sería su debut en la dirección y una experiencia inolvidable. En la cinta, el desierto, con un sol implacable, es otro per- sonaje más que acecha a Luis Alarcón y Alejandro Cohen, que interpretan sólidamente a unos fugitivos que inten- tan cruzar a Bolivia. En esa travesía errática se topan con Caspana, que parece un pueblo fantasma. Poco a poco, se ganarán la confianza de sus habitantes. Tras reponer fuer- zas, emprenden el viaje. Al salir del caserío se encuentran conunas pastorcitas y abusande ellas. Unniño es testigo de todo y avisa al resto de la comunidad. Los ajustician, pero la película no termina ahí. La cinta salta de la ficción al docu- mental y finaliza con los testimonios de dos miembros de la comunidad. Uno es el hermano de las niñas violadas y el otro es el niño, ahora adulto, que dio la voz de alerta. Casi 50 años después, la película se ha convertido en un objeto de culto. Para la comunidad de Caspana, de origen atacameño o perteneciente a la Licana —como se denominan ellos—, A la sombra del sol es motivo de orgu- llo, como un retrato fiel de su cultura. Para la historia del cine chileno, es una pieza única, mezcla entre western y documental antropológico. Para quienes trabajaron en la película, directores, actores y técnicos, es el último vesti- gio de un sueño colectivo que el golpe enterró. Hace poco, Perelman encontró esta nota de prensa que ahora ocupa un lugar destacado en su escritorio. Está em- peñado en hacer un documental sobre A la sombra del sol . “La película le pertenece a ese lugar”, sentencia. Cuando volvió a Caspana, hace unos años, lo quemás le sorprendió es que todo el mundo conoce la película. Se ha mostrado en colegios y hasta en la cárcel de Calama. “Sienten que es un patrimonio de ellos”, dice. “Queremos trabajar con los mejores técnicos de Chile”. Con esas palabras, Enrique Rodríguez Johnson, de unos 60 años, engominado y verborreico, se presentó en las oficinas de Telecinema, la productora de Silvio Caiozzi, poco antes del golpe. Guionista y director de películas en los años 40 y 50, se disponía a dirigir una película con el financiamiento de Enrique Cood, un distribuidor que había tenido un éxito inesperado con el boom de las películas de karate. Pese a las dudas que le despertó Rodríguez Johnson, Caiozzi aceptó. Fue contratado como director de fotogra- fía y Pablo Perelman, que venía de trabajar con Miguel Littin en La tierra prometida (1973), fue reclutado como asistente de dirección. También se sumaron el sonidista José de la Vega y el camarógrafo Jorge Müller, dos colabo- radores de Raúl Ruiz en ese periodo. El golpe paró todo. Caiozzi tuvo que esperar una sema- na para volver a las oficinas de Telecinema, en el centro de Santiago, a pocas cuadras de La Moneda. La producción mandó el guion —que incluía persecuciones en auto y es- cenas eróticas— a un funcionario de la Junta Militar, ya instalada en el exedificio de la Unctad, rebautizado como Diego Portales. “En este nuevo Chile, no hay lugar para cochinadas” fue la respuesta que recibieron. Ante el re- chazo, Rodríguez Johnson se salió del proyecto y Enrique Cood reunió a todo el equipo. Les pidió que le propusieran una nueva historia y un director. Perelman se acordó de la historia que le había contado Pedro de la Barra. Se trataría de una suerte de western: una historia con episodios de violencia, filmada en el desierto. Con la aprobación de Cood, ambos cineastas de- cidieron asumir la dirección en forma conjunta. Perelman tenía más experiencia en el trabajo con los actores y los diálogos, mientras que el fuerte de Caiozzi era la dirección de fotografía, labor que había realizado en Palomita blanca (1973), de Raúl Ruiz. El poeta Waldo Rojas, amigo y actor ocasional de Ruiz, se sumaría como guionista. “Para que te des cuenta de cuán lejos estábamos de la rea- lidad que estaba ocurriendo, el tema de la historia es justicia popular, y nosotros, a pocas semanas del Golpe, estábamos pensandohacerunapelículaque trata sobre justiciapopular”, contó Caiozzi enmi libro Los años chilenos de Raúl Ruiz (2019). En página anterior: Carmen Bueno en el rodaje, en Caspana (izquierda), y una imagen de la filmación de la cinta (derecha). Fotos: Antonio Ríos. En esta página: Afiche de A la sombra del sol . Gentileza Cineteca Nacional. 57

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