Palabra Pública N°29 2023 - Universidad de Chile

militante de las manos de Elías Lafertte, figura señera del pc. “Yo sigo pensando lo mismo y, por consiguiente, sigo pensando que hay que hacer cambios. Uno que se dedica a estos menesteres y que ya está viejito no puede partici- par mucho en estas cuestiones, incluso en la música. En este instante, estoy escribiendo un dúo para violín y chelo. ¿Qué hace usted con un violín y un chelo?, ¿qué tiene que ver la revolución social con ellos? Poco o nada. Pero resulta que le pongo un título y cambia la situación”. Fernando García vive en un departamento en Santiago Centro que refleja rápidamente al músico que lo habita: tiene instrumentos de viento colgados en las paredes y un teclado descansa en un escri- torio. Ahí también se advierte un busto tallado en madera de Beethoven, que mira ha- cia una fotografía que devela su otra faceta: el compromiso político. La imagen muestra a Salvador Allende y Pablo Neruda, quien fue amigo ín- timo de su padre, Guillermo García, vecinos en Isla Negra. Fernando conoció al poeta y alimentó una admiración por el premio Nobel. Es recu- rrente encontrar epígrafes de poemas de Neruda en sus obras. También son frecuentes los versos de Vicente Hui- dobro y del poeta iquiqueño Andrés Sabella. “En Américainsurrecta meencontréconestetítulodePablo Neruda y lo encontré buenísimo. Ni le pregunté a Neruda, le puse el título y felizmente él estuvo de acuerdo después. Tuvo éxito en el sentido de que estremeció al público que estaba en desacuerdo. Encontraron que era totalmente in- adecuado que se estuvieran planteando problemas diarios en una obra sinfónica con coro, incluso”, reflexiona. García fue parte de una pléyade de compositores que se interesaron por las cuestiones sociales en los años 60, junto a Eduardo Maturana, León Schidlowsky o Rober- to Falabella, por nombrar algunos. Una atípica casta de músicos de tradición escrita que incluyeron las luchas so- ciales en sus obras y vidas. El “artista ciudadano”, como lo llamó el pintor José Balmes. ¿Por qué se armó un escándalo con América insurrecta ? —La política estaba totalmente excluida de un concierto sinfónico, maestro. ¿Usted se siente un compositor insurrecto? —García se ríe. Fernando García practicó boxeó en su adolescencia. Luego, entró a Medicina, pero desertó rápidamente. “Soné como tarro”, dice. Más tarde, de forma particular estudió música con Juan Orrego Salas, Carlos Botto, Juan Allende-Blin y Gustavo Becerra, todos maestros ilustres en Chile. También fue parte del coro de la Universidad de Chile y trombonista de la Orquesta Sinfónica de Profesores del Ministerio de Educación. Aprovechó los nacientes es- tudios de musicología en Chile a comienzos de los sesenta con Vicente Salas Viu y así, poco a poco, entre sus labores con el Partido Comunista y el desarrollo musical, se con- virtió en profesor y director del Departamento de Música de la Facultad de Ciencias y Artes Musicales de la Univer- sidad de Chile, hasta el golpe de Estado de 1973. Además, fue activo pivote del Instituto de ExtensiónMusical, actual Centro de Extensión Artística y Cultural de la Chile. “Yo soy de la música culta y esa cuestión no tiene nin- guna presencia en la sociedad chilena —apostilla García—. No tenía ni tiene, y creo que no va a tener, tampoco. Pero había gente como Víctor Jara, que era un ejemplo”. Como usted, también. —No, yo no. En la efervescencia de la Uni- dad Popular, García recuerda una vez que descargó un cargamento de harina en la Es- tación Central junto a Víctor Jara, meses antes de que lo asesinaran. “En la República de Chile hubo un proceso de maduración política que terminó con el golpe militar. Ha- bía todo un movimiento, con gente como Víctor o varios otros cantantes populares, al cual uno se colgaba y empe- zaba a participar”. Un Hawker Hunter vuela sobre la Facultad de Ciencias y Artes Musicales de la Universidad de Chile, que está a solo dos cuadras de LaMoneda, en pleno casco histórico de San- tiago. Se siente un estruendo en el edificio universitario. El palaciopresidencial está siendobombardeada por la Fuerza Aérea de Chile. Es 11 de septiembre de 1973. Fernando Gar- cía se entera del levantamientomilitar a las 8 de la mañana en su casa en Peñaflor, donde vive junto a su esposa, Hilda Riveros, loada bailarina y coreógrafa. Desde allí conducen hasta Santiago, estacionan en la sede del Partido Comu- nista y se desplazan a la Facultad. García, junto a Patricio Bunster, director del Departamento de Ballet, envían a los estudiantes al subterráneo de la escuela. Presumen que los helicópteros que pasan sobre el edificio les están dis- parando, porque los casquillos caen y rompen los vidrios de los pisos superiores. Los estudiantes permanecen en el subterráneo hasta que llega el momento fatídico del arribo de los militares. Con fusiles allanan la instalación, aunque parecen tener el mismo miedo y nerviosismo de los allana- dos. Los académicos son registrados en el piso para luego revisar el subterráneo. “¡¿Dónde están las armas?!”, gritan los uniformados. Nadie sabía, porque no había tales armas. Por destino, nadie terminó detenido. entrevista «En la República de Chile hubo un proceso de maduración política que terminó con el golpe militar. Había todo unmovimiento, con gente como Víctor (Jara) o varios cantantes populares, al cual uno se colgaba, y empezaba a participar». 52

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