Palabra Pública N°29 2023 - Universidad de Chile
S í, hombre, toda la razón, se podía fumar en la sala de clases y el profesor de Cine, que fumaba el tri- ple, nos enrostraba que antes era posible prender un cigarro sin remordimientos hasta en las na- ves espaciales, tal como lo hacían en Alien (1979) —con negligencia antropocénica— los tripulantes de la Nos- tromo minutos después de salir de la criogenia. Nadie te picaneaba aún por olvidarte del “los y las”; nadie se inmu- taba cuando los párrafos tuyos se enardecían a todo fervor punketa ( oh noventas, oh mores ) con alguna diatriba ahora hiperfunable sobre “cojos”, “animales” o “sodomitas”. Le- jos quedaba este tiempo rojipardo, pues en aquel universo todavía binario los malos jamás dejaban de anunciar su presencia con latines beatos o la marcha Radetzky. Aunque tal vez no, caballero: lo que se dice libres no éramos. Las palabras y las cosas nos las entregaban ya cortadas tanto en la tapa de los casetes como en el living de los tíos. Censorshit , haz memoria, Joey Ramone debía cantárselas al Comité de Esposas Gringas que insistía en amordazar nuestra música desde que partió la década; y a un muchacho rubicundo que había hecho (¡¿como tú?!) el viaje interprovincial desde Aberdeen a Olimpia, lo fas- tidiaban por adornar su cuarto disco con un collage de vísceras y fetos. Allá, en eso que tus mallas curriculares llamaban penosamente “aldea global”, el futuro lo prome- tíaunmercachifle de apellido japonés: nos convertiríamos pronto, mañana mismo, en perros echados, orondos, ben- zodiacepínicos, sin preocuparnos “de que otros perros lo pasasen mejor o de que en lugares distantes hubiese perros oprimidos”. Y acá, en eso que tus bibliografías lla- maban sinceramente “retorno a la democracia”, hablar de “oportunidades”, de “equidad”, de “reformas”, hería tu convicción y te daba tedio. O capaz que sí, compañero, porque podíamos responder con empujones en un tugurio estentóreo y “alternativo”. Querían arrearte hacia el folclor de patroncitos y entonces venían en tu rescate los poetas del posgolpe: montañas, claro, pero de barro y patadas; cortar leña, obvio, pero custodiados por patrullas; bañarse en el río, por supuesto, pero compelidos a ir entonando el Himno de la Patria. Lo de veras castrador, lo de veras inhibitorio, era la “cultura oficial”, el “discurso público”, el establishment o lo que lue- go comenzamos —módem en rodaje— a identificar como mainstream . En contrapartida disponías de una geografía a la vez demasiado local y demasiado extranjera, cuyas coor- denadas clave te llevaban desde la disquería importadora a la librería de viejos. ¿A qué calaña de sistema idiota podría ocurrírsele colonizar tus rutinas de “engorilamiento” y Fuck tha Police ? ¿Qué demonio terneado se interesaría por corromper tus tesoros de “guañaca” y Kill Yr Idols ? La verdad es que no, hermano, la verdad es que sí. No tu- viste que esperar a que Naomi Klein te lo dijera. El lenguaje se privatizaba, las marcas lo acaparaban todo, el léxico de los gestores atosigaba peor que el de las parroquias y el de los cuarteles. Ese era el legado, la encerrona genuina, con ese cacareo economicus (de ahí hasta quizás cuándo) nos las veríamos. Acaso terminaste de caer en la cuenta al tomar en serio los textos del poder y, en especial, al líder soporífero que abogaba “por los Nuevos Tiempos”. Debías desenmascarar las retóricas ciegas, los relatos autoritarios, los sentidos clausurados: buscabas ser, estructura por es- tructura, actante por actante, morfema por morfema, lo por laoscuridad que nos lleva En sus años universitarios, el escritor Mario Verdugo analizó los discursos de los 90 y se encontró con un personaje: Nadie. “Nadie puede estar en desacuerdo”, “Nadie puede marginarse”. “Las palabras y las cosas nos las entregaban ya cortadas tanto en la tapa de los casetes como en el living de los tíos”, recuerda. mario verdugo Poeta, ensayista y editor (Talca, 1975). Ha publicado, entre otros libros, robert smithson & robert smith (2017), Arresten al santia- guino! (2018), Curepto es mi concepto (2022) y Glacis (2022). Es parte del Colecti- vo Pueblos Abandonados. columna 48
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