Palabra Pública N°29 2023 - Universidad de Chile

doce años ya estaba acompañando a su madre, la eminen- te folclorista y creadora Violeta Parra, a recopilar saberes de cultores tradicionales. Empezó a grabar en 1958, y entre 1961 y 1964 emprendió junto a su hermana Isabel Parra y a sumadre un primer viaje a Europa, a cuyo regreso inaugu- ró en 1965 y, también con Isabel, un escenario memorable en Santiago para la música chilena en la Peña de los Parra. Detenido tras el golpe de Estado como parte de los atro- pellos a los derechos humanos desatados por la dictadura desde el mismo 11 de septiembre, Ángel Parra pasó por los centros de prisión y tortura del Estadio Nacional y el cam- po de concentración de Chacabuco en 1973 y 1974, antes de partir al exilio, primero aMéxico, en 1974, y luego a Francia, en 1977. Desde ahí y por escenarios de diversos continentes se hizo parte del movimiento cultural y político de solidari- dad con Chile. Su compañera de vida a contar de entonces, Ruth Valentini, asumió décadas después el trabajo de reco- pilación y sistematización de los archivos que este año hizo llegar al museo. Sus descendientes Ángel y Javiera Parra complementan a su vez ese legado con las memorias perso- nales de distintos momentos del recorrido de su padre. A la casa de la avenida Los Leones 1278, en Santiago de Chile, se remontan los primeros recuerdos de familia de Ángel y Javiera. Es el lugar donde crecieron junto a su ma- dre Marta Orrego y su padre, y donde vivían cuando Ángel Parra fue hecho prisionero. —A los siete años yame daba cuenta de lo que estaba pa- sando—dice su hijo—y lo entendí de sopetón el día en que se llevaron preso ami papá. Me acuerdo patente de esemo- mento, de que estaba conmi hermana ese día. Estuvimos al cuidado de mis hermanas grandes en la casa de Los Leones durante los meses que estuvo preso, en Chacabuco y antes en el Estadio Nacional, donde mi mamá fue como quinien- tas veces a preguntar si estaba ahí. El mismo Ángel guarda otra impresión del verano si- guiente, a comienzos de 1974 en el balneario de Isla Negra. —Un día apareció mi papá, y el recuerdo es impactan- te. Esa noche me acompañó a la cama, me contó unos cuentos, yo le pregunté sobre lo que había pasado y no me contó nada salvo las cosas creativas y los espectáculos que hacían en Chacabuco. Las cosas que un niño podría entender—recuerda. Fue esa vida la que la familia aban- donó en 1974 para partir a México, desde donde Marta, Ángel hijo y Javiera volvieron a Chile en 1977, mientras el padre partía a Francia. —Con el preámbulo de la visita que ellos tuvieron junto a la Violeta (en 1961), mi papá tenía una conexión con Francia superespecial —comenta Ángel, y Javiera pone en contexto: —Era la época de la resistencia y de los conciertos solidarios, lo que agregaba un punto más contradicto- rio aún al momento del que venía mi papá: post-cárcel, post-Chacabuco, post-torturas, post-pérdida de amigos, quiebre matrimonial, inestabilidad anímica. Él iba a Ja- pón, a Rusia, tocaban por todos lados; me acuerdo del Auditorio Nacional en México repleto, lleno varias veces, y venían Silvio (Rodríguez), Pablo (Milanés), Serrat, to- dos colaboraban en esos conciertos gigantescos, no solo para Chile sino para Latinoamérica. entrevista 10

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