Palabra Pública N°28 2023 - Universidad de Chile
E n El curso que hice al revés , de Ignacio Ál- varez (Laurel, 2022), me topé con la histo- ria judicial que rodeó —y determinó— la obra Yoga , de Emmanuel Carrère. El autor francés fue obligado a quitar una parte im- portante del texto, en la que se refería a la depresión y los procesos personales que vivió tras su divorcio, en atención a un acuerdo firmado con su exesposa en el cual se comprometía a no referirse a estos hechos. En lo que sigue, Álvarez desarrolla una lúcida reflexión sobre los alcances éticos y literarios de relatar acontecimientos de carácter personal, que son inevitablemente nuestra porción de verdad de ellos y, por lo mismo, son traslada- dos a otro código, aun cuando estas inevitables ficciones puedan dañar a alguien. Sobre esto, sobre la por- ción de verdad en la ficción y viceversa, mucho se ha escrito. Como ha señalado la escritora Siri Hustvedt, la imaginación y la memoria provienen del mis- mo lugar del cerebro y cada vez que recordamos actualizamos el hecho, lo reconstruimos a través de la emoción presente. Hemos visto a lo largo de la historia numerosos ejemplos de esta tensión memoria-imagina- ción, sobre todo en el ámbito del arte y la representación. El que más rápidamente se me viene a la cabeza es la película Bastardos sin gloria (2009), de Quentin Tarantino, que termina — spoiler alert — con Hitler y toda la alta cúpula nazi calcinados en un cine propiedad de una judía que perdió a su familia a manos de los soldados alemanes. O el falso documental Un secreto en la caja (2016), de Javier Izquierdo, que gira en torno a la vida y obra del único (e inexistente) autor ecuatoriano del boom latinoa- mericano, Marcelo Chiriboga: el largometraje culmina con el lamento de cada uno de los entrevistados ante la desaparición de Ecuador a causa de las fronteras corre- dizas de la guerra con Perú. Desbordar los límites de los lenguajes conocidos y crear códigos nuevos de realidad es, al final, una de las principales labores del arte. En la dirección contraria, la historia también ha teni- do que lidiar con la imaginación. El historiador italiano Alessandro Portelli lanzó en 2004 su investigación La orden ya fue ejecutada , donde relata los hechos que tuvie- ron lugar en Roma el 24 de marzo de 1944, cuando 335 ciudadanos italianos fueron exterminados por tropas nazi ocupacionistas en respuesta a un atentado realizado por partisanos contra un cuartel alemán. El hecho es conoci- do como la Masacre de las Fosas Ardeatinas. La memoria colectiva, ampliamente difundida y aceptada, culpaba a los partisanos de la masacre, al no haber acudido a los llamados nazis a entregarse y evitar la tragedia. Las per- sonas recordaban los carteles que llamaban a los autores materiales e intelectuales a reconocer su participación en un plazo que iba, dependiendo del testigo, entre una semana y 6 meses. Esos carteles nunca existieron. La advertencia tam- poco. La venganza se llevó a cabo sin aviso previo 24 horas después del atentado y por or- den directa de Hitler (se debía ejecutar a 10 italianos por cada uno de los 32 alemanes muer- tos en la acción partisana). Pasa también en nuestras historias personales. Mientras más cerca del hecho nos encon- tramos, más detalles tenemos en nuestros relatos. No distin- guimos entre lo principal y lo accesorio, todo parece tener el mismo nivel de importancia. Con el tiempo sintetizamos y llenamos los vacíos con otras historias puestas involunta- riamente en nuestro recuerdo: una mezcla indeterminada de otros acontecimientos personales, historias de amigos o familiares, películas, libros, canciones y cuánta imagen hemos podido recoger. Como en el juego del teléfono, el mismo hecho se transforma con el paso del tiempo. Siguiendo aquí a Portelli, lo que llamamos memoria co- lectiva no existiría como tal, y no sería más ni menos que un acuerdo histórico y político sobre algunos acontecimientos determinados por la historiografía y rodeados por un sinnú- mero de memorias personales. Uno recuerda algo porque le importa, y desde ahí está actuando el propio deseo. LÍMITES «Hemos visto a lo largo de la historia numerosos ejemplos de esta tensión memoria-imaginación (…). Desbordar los límites de los lenguajes conocidos y crear códigos nuevos de realidad es, al final, una de las principales labores del arte». 7
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