Palabra Pública N°28 2023 - Universidad de Chile
sar eso: ‘nosotros no sabemos qué decir porque una mu- jer habla, qué se yo, de estar con hombres’. Creo que hay una falta de costumbre entre los críticos varones de leer, escuchar y entender de qué están hablando estas músicas. Si pensás en Miley Cyrus y una canción de amor como ‘Malibú’, ¿eso no lo puede hacer un varón? Yo sí puedo. Bob Dylan hizo un disco entero de canciones de ruptura y no tengo ningún problema en analizarlo. Antes pasaba con Cat Power o PJ Harvey, yo sentía que me lo pedían a mí. Los hombres están muy desacostumbrados a ese tipo de aproximación, porque muchas de estas mujeres le dan mucha importancia a la dimensión sensual, erótica y sentimental. Lo mismo pasa en el cine. Estaba muy acos- tumbrada a leer críticos de cine que decían ‘la película no cae en el melodrama’. Bueno, ¿y si cayera? ¿Cuál es el problema? ¿Qué pasa si te hace llorar la película? A mí no me hace llorar nada. No tiene que ver con lo femenino o masculino. O sea, yo lloro viendo películas en los aviones solo porque me falta oxígeno”. “Es como si los varones sintieran una suerte de terror”, dice. “Además, siempre están escuchando cosas muy emo- tivas hechas por tipos. Por ejemplo, todo el último ciclo de Nick Cave sobre el duelo de su hijo. Es una cosa dramáti- ca, tremenda. He estado escuchando el disco más reciente de Nacho Vegas, que también es terrible. Hay una canción [‘Ramón In’] sobre la muerte de un amigo, donde confiesa que estuvieron juntos y que tomaba heroína, todo como una cosa que parece escrita por Sylvia Plath. Y digo: ¿escu- chan eso? Es raro. Es como si no percibieran.” Hace poco, en la revista Rolling Stone , el músico británico Ed Sheeran dijo que ya nadie necesita a la crítica musical. —En general, no estoy de acuerdo con estas cuestio- nes, porque la crítica siempre me sirvió para pensar ciertas obras. No basta solo con la compañía de los fans, también se necesita la crítica. Por definición, un crítico es una per- sona que viene escuchando mucha música, que viene pen- sando mucho en un artista, que lo dimensiona, lo contex- tualiza históricamente. Y eso no solo en la música. Ahora, por ejemplo, estoy leyendo un libro de Coetzee y lo que quiero hacer es ver otras reseñas de libros de Coetzee, para ver cómo se posiciona esta novela en particular en cuanto a lo que él piensa sobre el apartheid sudafricano, cuáles son sus otras novelas sobre el tema, cómo se recibió esta, porque me parece un libro superpotente y eso no lo puedo hacer con otros lectores. Lo tengo que hacer con una persona que lo haya estudiado, que sepa de la historia de Sudáfrica, que sepa de los escritores sudafricanos, etcétera. Para mí siem- pre tiene que haber esta otra persona que piensa con vos. Soy muy fan de Suede, y en el segundo disco [ Dog Man Star , 1994] empiezan una canción con un verso de Lord Byron: “She walks in beauty, like the night”. Y hace poco me encontré con una persona que se lo había tatua- do en el brazo y no sabía que era de Byron, creía que era una letra de Brett Anderson. Y pensé: bajón para él por- que tiene escrito un verso de Byron pensando que es una cita de Suede. Igual quizás ni le importa, pero el trabajo de un periodista de música es saber eso. Que pueda decir ‘mirá, están citando poetas románticos aquí’ o que entien- da esta canción dentro de esa idea del romanticismo. Es una tontería, pero al mismo tiempo no. Y un fan solo no lo puede hacer. También es posible que a Ed Sheeran no le guste lo que los críticos dicen de él. Este año vas a publicar un libro con la editorial chi- lena Montacerdos sobre tu relación con Suede, desde tu fanatismo. —Sí, y lo que hablamos antes acerca de la cuestión de los fans y las mujeres tiene mucho que ver con eso. Yo tenía 19 años, ya era bastante grande cuando escuché el primer disco, pero fue la primera banda que me invitó a disfrutarlos de esa manera, como banda de rock, quiero decir, porque ya me pasaba con Take That. Me estaban diciendo: “fanta-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=