Palabra Pública N°28 2023 - Universidad de Chile

LÍMITES cido de forma paulatina, como un desastre lento. Ya en 1798, el economista británico Thomas Malthus publi- có Ensayo sobre el principio de la población , en el que a partir de proyecciones demográficas y económicas ade- lantaba que no se podría alimentar a toda la población por la limitada tierra de cultivo. El historiador y geógrafo estadounidense Mike Davis, en su libro El desierto que viene. La ecología de Kropotkin (2016), evidencia las pre- ocupaciones de los geógrafos del siglo XIX, quienes ob- servaron cómo los cultivos en las colonias modificaban los climas locales. En 1972, el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) publicó el informe Los límites del crecimiento , en el que se explicitaba que la naturaleza no podría sostener el desarrollo económico hasta el infinito si se seguía con el mismo ritmo. A partir de este texto, los límites finitos de la naturaleza se instalaron como tema central en las ciencias de la sustentabilidad, e incluso die- ron origen al concepto de “de- sarrollo sustentable”, que se usa para diseñar políticas sociales, ambientales y económicas alre- dedor del mundo. Si bien el sentido común indica que para que el desarro- llo humano sea sustentable este debe hacerse dentro de los lími- tes de la naturaleza (es decir, con relación a la disponibilidad del agua, la tierra, la energía y demás recursos), la lógica capitalista im- perante ve el carácter finito de la naturaleza como una barrera que se debe superar. Dicho de otro modo, se apuesta por un desarrollo que desafía estos límites naturales. Cuando se agota un recurso, este simple- mente se sustituye por otro(s), creando nuevos mercados, tecnologías e infraestructuras para su explotación, distribu- ción y comercialización, sin profundizar en las causas del agotamiento ni cuestionar la meta del crecimiento infinito. En el caso del agua, por ejemplo, pasó de ser un recurso renovable a uno escaso. Agotamos las fuentes superficiales y luego las subterráneas; los ríos se secaron, los lagos despare- cieron y los pozos del sistema de Agua Potable Rural (APR) se vaciaron. En vez de proteger y recuperar las fuentes de agua perjudicadas, de poner en duda el modelo extracti- vista y cuestionar los efectos del modelo hídrico chileno, se encontró una solución en una nueva fuente infinita de agua dulce: el agua de mar, que se puede desalinizar para su uso industrial e incluso humano. La desalinización es un ejemplo claro de cómo se empujan también las fronteras mercantiles a través de la comercialización de partes de la naturaleza todavía no explotadas. Antes era el agua dulce, y ahora que la agotamos, es el agua salada. Agua infinita significa minería y urbanización infinitas; inversiones, crecimiento y también desarrollo infinitos. ¿Es posible un desarrollo infinito? Los límites de la naturaleza son imaginarios. La natura- leza y los seres humanos somos uno, somos un todo. Cru- zar los límites de la naturaleza es cruzar nuestros límites, de la misma forma en que la salud del planeta es también nuestra salud. Un informe recién publicado por la revis- ta científica The Lancet revela cómo el cambio climático está afectando la salud de las personas en América de Sur, a través de cifras alarmantes: las muertes relacionadas con el calor en la región aumentaron un 160% entre 2017 y 2021 en comparación con el período 2000-2004, mientras que Chile y Perú lideran el ranking de muertes por contamina- ción del aire. Entender la sociedad y la naturaleza como un único sistema socioecológico permite comprender las causas po- líticas de la destrucción ambiental y por qué unas comu- nidades están más expuestas a daños ambientales que otras (o por qué no todas tienen la misma vulnerabilidad ante el cambio climático). Las primeras personas afectadas por los daños ambientales son los sectores más vulnerables de la sociedad, quienes están en la pobreza, viven en zonas rurales o en los márgenes, como los in- migrantes, las mujeres y las di- sidencias. Lo vemos en Petorca, donde sus habitantes esperan el agua que un camión aljibe lleva una vez a la semana, mientras sus tierras se secan y sus anima- les mueren. ¿Son suficientes 50 litros de agua al día por perso- na? ¿Cuál es la cantidad máxima de agua que puede acaparar una empresa? Lo vemos también en Ventanas y Puchuncaví. ¿Cuántos niños más se intoxica- rán con gases contaminantes? ¿Qué restricciones propone la norma ambiental para regular las emisiones atmosféri- cas de las industrias en vistas a proteger la salud humana? Los límites son también políticos, se modelan, se deciden, se mueven para servir ciertos intereses. Si el Capitaloceno —como algunos llaman a esta época marcada por una economía capitalista de apropiación de la naturaleza, las personas y los territorios— es la era de la superación de los límites del planeta, es urgente darle vuel- tas a la cuestión ambiental. Más que preocuparnos sobre cómo expandir los límites naturales, deberíamos cuestionar el modelo económico basado en la destrucción ambiental. Renunciar al crecimiento perpetuo es impulsar un cambio de valores y una profunda transformación social, económi- ca y cultural. No va a ser fácil, pero esta vez poner límites será una cuestión de sobrevivencia. MARIA CHRISTINA FRAGKOU Profesora asociada del Departamento de Geografía de la Universidad de Chile. Estudió Química en la Universidad Aristóteles de Salónica, Grecia. Licenciada en Tecnología Medioambiental por el Imperial College de Londres y doctora en Ciencias Medioambientales por la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA - UAB). «Los límites de la naturaleza son imaginarios. La naturaleza y los seres humanos somos uno, somos un todo. Cruzar sus límites es cruzar también los nuestros». 27

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