Palabra Pública N°28 2023 - Universidad de Chile

24 Perturbaciones multiescalares El difundido proverbio “el mapa no es el territorio” ha supuesto no solo reconocer las distancias entre abstracción mental y realidad empírica, sino además hacer del mapa un paradójico asunto de límites infinitos. Frente a ello resulta esencial considerar la escala que ocupa el observador, como también mirar de forma crítica las escalas del conocimiento: si estas pueden perturbar los límites de las disciplinas es, quizá, porque la disciplina misma ha llegado a una forma de agotamiento. POR CRISTIÁN GÓMEZ-MOYA P erturbado por la ilimitada capacidad destruc- tiva de la humanidad, en 1931 el científico polaco Alfred Korzybski (1879-1950) puso a prueba el método aristotélico, la lógica y la ra- zón para demostrar que los seres humanos no pueden acceder a los hechos en sí mismos, sino únicamente a ciertas abstracciones de mundo. Lejos de las cualidades científicas de su lógica proposicional, lo que dejó instalado este lingüista-matemático fue un problema de representa- ción entre similitudes y realidad que concluyó bajo el cono- cido axioma “el mapa no es el territorio”. Aquel proverbio ha supuesto no solo reconocer las distancias entre abstracción mental y realidad empírica que tanto fascinaron a escritores de ciencia ficción, poe- tas surrealistas e inventores futuristas, sino además hacer del mapa un paradójico asunto de límites infinitos. Fue el mismo Korzybski quien advirtió que dicho problema requería también comprender la escala que ocupaba el observador de tales límites, así como los efectos que esta tendría en su comprensión del territorio. Argüir que el territorio no equivale a su representación en el mapa o bien que es algo mucho más vasto que su mensura es obviamente acertado, pero del mismo modo si el territorio no es reductible a una ley física, tampoco lo es a su absolutismo abstracto. No deja de sorprender que las tensiones espaciales entre límite e infinito, mapa y territorio continúen siendo fuentes de escrutinio disciplinar luego de las críticas poscoloniales, contracartográficas, poshumanistas y feministas, pero de igual forma asombra la invisibilidad que ha ocupado la mirada de quien observa en medio de estas abstracciones, lo que cabría abordar desde una crítica escalar. Desde los mapas del Atlas sive Cosmographicae Medita- tiones de Fabrica Mundi , de Gerardus Mercator (1595) y las escalas cósmicas del Anima Mundi , de Robert Fludd (1617), y antes, con el tratado De prospectiva pingendi (circa 1480), fundamento de la perspectiva creada por Della Francesca en el Quattrocento, hasta las proyecciones cartográficas de Gall-Peters (1885); o bien las transgresiones cartográficas de los surrealistas belgas distanciados de la hegemonía de París (1929), pasando por los mapas de la poesía inversa de Torres García (1935) en Nuestro norte es el sur —bajo la cláusula que dejara el propio artista: “Ahora sabemos dónde estamos”—; cualquier representación de escala tendrá que tener en consi- deración que los límites no están necesariamente en el mapa sino en quien observa y es observado. Si bien los modela- mientos escalares delimitan la realidad o su representación, tampoco es banal el lugar que ocupa la mirada dentro de esos infinitos límites preestablecidos. Quizá no haga falta aludir al sujeto de autor y autoridad que esto oculta, y es por ello que toda noción de escala debiese comprender entonces los límites de la misma observación. A nivel local, por ejemplo, los mapas de la violencia en la zona sur se han trazado como naturalezas inhumanas, mí- ticas e ilimitadas. Su aporía es la infinitud que desconoce el límite de la gobernabilidad. Así, intentando levantar un periodismo cartográfico basado en data policial, un equipo periodístico de La Tercera se impuso hace pocos años la tarea de analizar cientos de querellas presentadas a nivel guberna- mental entre 2011 y 2021. El resultado fue un mapa para “visualizar la expansión de una violencia que parece no tener fin” y que se tradujo en un sitio web que llevó por título “El mapa definitivo de la violencia en la Macrozona sur” (2021). En otro orden, desde la cornisa de un edificio sobre Plaza Italia/Dignidad a contar de 2019 se comenzaron a re- gistrar diariamente las movilizaciones civiles y los operativos policiales que disputaban los límites de la ciudad. Una cá- COLUMNA

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