Palabra Pública N°28 2023 - Universidad de Chile
LÍMITES a mucha más edad, “por lo que jubilarse a los 60 o 65 años parece muy temprano para financiar el resto de esos 25 años de vida, sobre todo para las mujeres, que viven más y muchas tienen lagunas por el cuidado de niños o porque no reciben imposiciones. Desde el punto de vista económico, podría ser, pero desde el punto de vista social hay personas que a los 60 años ya están cansadas de trabajar, que ya no quieren seguir o que el cuerpo no les da”. Para subir la edad de jubilación, explica, hay muchos factores que considerar: “Es necesario cambiar el sistema actual de pensiones, porque está claro que fue modelado con un Chile muy diferente desde el punto de vista demográfico. De ahí que no esté dando abasto para la realidad sociodemográfica actual”, agrega. *** El envejecimiento de la población y las nuevas formas de entender la vejez son asuntos que hoy se discuten a nivel mundial. Autores como Serge Guérin, por ejemplo, soció- logo francés especialista en estos temas, han afirmado que habrá que inventar una sociedad diferente para que puedan vivir los mayores, lo que implicará pensar de otra manera la ciudad, el transporte, la vivienda, la prevención. Pero toda- vía estamos lejos de eso, advierte Macarena Rojas: “En las generaciones más jóvenes se habla poco de envejecimiento. Nos preparamos poco para envejecer y hay prejuicios y es- tereotipos asociados al tema”. Sí es un hecho que, a mayor edad, aumenta la depen- dencia física y hay ciertas habilidades que decaen, como la velocidad de procesamiento, explica Rafael Jara. Sin embar- go, las mayores dificultades están asociadas a lo económico. “Al hablar poco de esto, estamos poco preparados. Por eso a algunos esta etapa los pilla desprevenidos. Muchas veces se generan cambios desestructurantes que pueden desencade- nar enfermedades o depresión”, señala Rojas. A esto también se suma un problema estructural. Pa- blo Villalobos, académico del Magíster en Salud Pública de la U. de Santiago, indica que las políticas públicas actuales están pensadas como si las personas mayores tu- vieran un solo rol: ser jubilados que hay que mantener. “Las políticas del siglo XXI tienen que ir en una línea más integral, que no consideren solo asuntos sociales (salud, pensiones), sino que permitan que las personas mayores tengan la posibilidad de optar a papeles distin- tos, transformarse en seres productivos fuera y dentro del mercado laboral”, asegura. “Hoy hay gente que entra a estudiar a los 50 años, algo que no sucedía dos décadas atrás. Hace 100 años la vejez era una, muy similar para todos, porque poca gente llegaba a esa edad. Actualmen- te no es así”, subraya. Obligada por la realidad, la sociedad tendrá que adap- tarse. “Cuando cambie esta pirámide poblacional de for- ma dramática y tengamos un 30% de población mayor, muy pocos adultos y muchos menos niños, la sociedad tendrá que hacer un cambio de roles de manera forzada”, asegura Villalobos. “Las personas mayores tienen un acer- vo de conocimiento y experiencia que son muy útiles. No estoy necesariamente proponiendo que las personas ma- yores trabajen hasta más viejos, tiene que haber un mo- mento de jubilación y descanso, pero no puede ser que la jubilación y salida del mercado laboral formal le cierre la puerta a todas las actividades y roles que una persona pueda tener en la sociedad”, agrega. El cambio cultural será crucial. “Existe una idea discri- minatoria de que ser adulto mayor es implícitamente ser vulnerable o desvalido. Pero al incrementarse la esperanza de vida se da espacio a una mayor diversidad. El cambio cultural y de políticas públicas tiene que ver con reconocer esas diferencias, evitar la discriminación, promover la par- ticipación laboral en personas que estén activas y también facilitar esquemas para que las personas mayores reciban ayuda”, indica Gonzalo Mena. El gran desafío en un país con recursos limitados es pensar cómo aumentar la cobertura de muchos programas pensados para los adultos mayores, pero también cómo ar- ticular a la sociedad civil, el Estado y el mundo privado para dar una respuesta social con mayor solidaridad inter- generacional. Hoy ocurre que la ciudadanía está consciente de la necesidad de mejorar las pensiones, pero no siempre está dispuesta a aportar para mejorarlas, por ejemplo. “Es imposible que podamos resolver todo desde la política pú- blica”, dice Carola Salazar. Es difícil erradicar prejuicios y cambiar de mentali- dad en el corto plazo, pero, a la larga, mirar esta etapa de la vida con otros ojos puede modificar incluso la forma en que vivimos el presente. En palabras de Serge Guérin: “Los ancianos pueden crear una sociedad más tranquila, equilibrada, menos consumista. La revolución que viene es la del tiempo de la vejez". «Existe una idea discriminatoria de que ser adulto mayor es implícitamente ser vulnerable o desvalido. Pero al incrementarse la esperanza de vida se da espacio a una mayor diversidad. El cambio cultural y de políticas públicas tiene que ver con reconocer esas diferencias», dice Gonzalo Mena. 21
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