Palabra Pública N°27 2022 - Universidad de Chile

arte Junto con la instalación, el colectivo sumó una obra en realidad virtual (difícil no sentirse cegado con el visor 3D que nos envía a la virtualidad) y una selección fotográfica de siete de sus intervenciones en Plaza Italia/Baquedano/Dignidad, producidas entre 2019 y 2020. Este conjunto de piezas busca ser —según Delight Lab— un “homenaje” a las víctimas de violaciones de derechos humanos durante el estallido social, así como una representación de los “imaginarios presentes en la subjetividad ciudadana” en el contexto de las movili- zaciones. Es loable cualquier esfuerzo que busque potenciar desde la cultura una defensa de los derechos humanos, en particular en un centro cultural del Estado que se ubica jus- tamente bajo el epicentro simbólico del poder en Chile: La Moneda. Pero no es posible desentendernos de los contextos en los que ocurren estas intervenciones artísticas y que aquí no se abordan: ¿qué ha pasado desde octubre de 2019 hasta hoy? ¿Qué lectura política tienen los artistas de lo acontecido desde el “Chile despertó” hasta el abrumador resultado del plebiscito realizado el 4 de septiembre? Hay algo aquí perturbador, ya que la fijación en torno a nociones como “representación”, “imaginario” y “homena- je” parecen no tomar en cuenta lo que se podría llamar un “análisis de coyuntura”, que debería ser lo que guíe cualquier acción crítico-estética. Sin vínculo con el contexto, ¿de qué y desde dónde hablamos? Es imposible pasar por alto los cam- bios que ha experimentado la sociedad chilena este último tiempo, al punto que, como consignó la encuesta CADEM, a tres años del estallido, la “gente” pasó de creer que el actuar policial era excesivo y violento (un 69%), a pensar exacta- mente lo opuesto (en 2022, un 58% cree que Carabineros actuó proporcionalmente). Sin olvidar otro hecho evidente: de la población que aprobó masivamente el fin de la consti- tución de Pinochet (casi un 80%), pasamos a un 61%de per- sonas que rechazó la propuesta de nueva Constitución. Estos datos indican que aquello que conmemora “No dejes morir mis llamas” hace referencia a un país que (ya) no existe, y que quizá nunca existió más que en el imaginario bienintenciona- do de una elite cultural que accedió a nuevas cuotas de poder. DIEGO PARRA DONOSO Crítico e historiador del arte con estudios en edición. Docente de Historia del Arte en la Universidad de Chile. Escribe regularmente en medios especializados, donde trabaja el vínculo entre arte y política. Durante 2017 formó parte del equipo del proyecto de investigación Arte y Política 2005-2015 , dirigido por Nelly Richard. La instalación de Delight Lab toma lo más icónico de la revuelta, citando también las ironías de la historia, como tener un plinto vacío, que sirve de metáfora al vacío de po- der en un país que a ratos resulta ser ingobernable. Pero es justamente esta condición rebelde (no revolucionaria) de la sociedad chilena la que la convierte en un objeto imposible de cristalizar en una imagen nítida. La luz que debería vol- ver los objetos concretos y reconocibles termina obturando nuestra capacidad de análisis y nos entrega imágenes ya construidas, con un léxico y gramáticas claras y conocidas, cuando sabemos y hemos sido testigos —mediante varias elecciones— que los pueblos o multitudes de la revuelta escribieron siempre con líneas torcidas. Aspirar a un arte crítico que piense la revuelta es total- mente deseable, ya que no solo las ciencias sociales, eco- nómicas y políticas son capaces de dar forma a un evento como este. La profunda interacción que hubo entre los manifestantes y las expresiones estéticas (no artísticas) ha- blaron de una manera de hacer política en que se entiende a la imagen como herramienta y lenguaje de nuestra era, algo que Delight Lab logró entender con sus intervenciones urbanas durante el estado de sitio de 2019. Pero una vez concluida dicha situación, estos gestos terminan por dar un giro conservador, al tratar de mantener intactas las visuali- dades y consignas del momento, eludiendo el devenir de la revuelta y la opinión pública. La idea de “homenajear” a las víctimas mediante un monumento espectacular presenta quizá demasiados problemas, entre ellos, la autorreferencia de esta pequeña “retrospectiva” sin una mediación más allá de lo retórico; pero también la dura realidad de las cifras: de las más de 3 mil querellas interpuestas por violaciones a derechos humanos, solo en 14 se han obtenido condenas. No dejes morir mis llamas Delight Lab En el Centro Cultural Palacio La Moneda Hasta el 13 de noviembre de 2022

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