Palabra Pública N°27 2022 - Universidad de Chile

«Crecí en un contexto muy particular, porque […] en mi familia se cree mucho en el poder de la cultura. Tenía un motor dentro de mí que me decía que si trabajaba en la música, en el arte, todos los días, las cosas cambiarían. Pero en un momento se me empezó a caer ese mundo». práctica alrededor de la educación, con talleres, he podido hablar sobre música y sonido con personas que no se ven como profesionales de la música y eso me ha ayudado un montón para abrir mi práctica hacia otras preocupaciones. He aprendido muchísimo sobre música gracias a eso. Lo digo de nuevo: vengo de un origen donde para mí la cultu- ra era la religión. Para mí, el mundo de la cultura fue trata- do como en muchas familias de amigas y amigos lo fue la religión. Lo que estoy tratando de decirte es que he hablado con niños y niñas de 18 años que cachan muy bien que el arte tiene que empezar y terminar en la gente común. Hay mucha gente que entiende eso desde muy chico y chica. Yo tengo 32 años y recién estoy empezando a entenderlo y me da vergüenza decírtelo, pero es la verdad. Cuando ya estaba haciendo Sirens quería hacer música pop para hablarle a todo el mundo de esto y es algo que ha estado en mi mente por harto tiempo. Pero no crecí con esa idea. Cuando publicaste Cenizas , en tu web escribiste que vivíamos un proceso de transformación muy grande, que tenía potencial para ser una gran sanación y una gran destrucción también. — Cenizas es un disco con mucho miedo. Honesta- mente, eso es lo que más me duele del disco hoy, ver cuánto miedo sentía. En Piedras hay menos miedo. Es como tirarse no más y lidiar con lo que tengo que lidiar. Es la única forma para poder crear y, básicamente, existir con menos miedo. ¿Qué es lo que te ha ayudado a sentir menos miedo? —En los últimos nueve meses, mi pareja. Nunca me ha- bía sentido tan apoyado. Eso ha sido algo nuevo y muy fuerte para mí. Antes de eso, creo, era un poquito más nihilista. El miedo es como una cuarentena dentro de uno mismo. Esta- mos todos y todas en esto, creo, pero al mismo tiempo, existe la colaboración y la conciencia colectiva, que son algo muy poderoso y lindo. Estamos siempre colaborando con gente también en lo más íntimo y no me refiero solo a las relacio- nes, sino a cómo nos relacionamos entre humanos. En “Archivo de Radio Piedras” aparece un hecho que puede actuar como punto de inflexión, como grie- ta. El 18 de octubre de 2019 fue un poco eso para mu- cha gente, ¿no? —En estos tres años ha habido momentos bellísimos, de una poesía increíble. Desde cosas que vi escritas o grita- das en la calle, hasta incluso algunos momentos dentro del mundo más burocrático de la política, en la Convención Constitucional. Es fácil caer en el pensamiento de que solo la anarquía podría cambiarlo todo. ¿Podemos llegar a algo digno para todos, todas, todes con los procesos políticos existentes? Es el problema del bote. Si estamos en el mar, en un bote, ¿cómo creamos allí mismo otro bote? Se pue- den construir varios botes chiquititos. Pero es mucho más peligroso estar en los botes chicos en el mar. O se pueden crear dos botes. Pero ¿quién va en un grupo y quién va en el otro? Puede haber antagonismo. Es ahí donde uno se da cuenta de que la relación entre la gente del bote es lo primero que se puede cambiar para saber qué hacer con el bote. No vamos a cambiar el bote antes de que cambiemos las relaciones que tenemos entre nosotros y nosotras. Hay algo en lo que no dejo de pensar y es en la rapi- dez del cambio del relato. Los procesos siguen en curso y las informaciones falsas, por ejemplo, pueden hacer que la mirada sobre una realidad, sobre algo objetivo, cambie rápidamente. —Es así como funciona el capitalismo mediático. El verdadero cambio social y político es muy lento y esta- mos en un momento donde tenemos una impaciencia increíble, porque vivimos en tiempos de urgencia. Obvio que tenemos impaciencia si no hay para comer o no hay agua potable; si siguen reprimiendo con violencia excesi- va, etcétera. Vivimos con un nivel de rapidez espantoso. Intento decirme a mí mismo que las cosas están cambian- do y, al mismo tiempo, sí, es verdad que el capitalismo está cooptando todo. Pero cambiar las cosas toma mucho tiempo. Habría sido increíble que estuviéramos viviendo en el sueño del 18 de octubre. Es fácil entrar en un lugar muy oscuro, de mucha ansiedad y enojo al pensar que no es así. Todo cambia, citando a la gran Mercedes Sosa, pero lentamente, o más lentamente que la temporalidad que estamos viviendo. Creo que es muy importante poder decidir la temporalidad de cada uno y cada una. Porque si entramos en las temporalidades del sistema… En los últi- mos tres años entré ahí y me hizo muy mal a la salud. Ten- go 32 años, quiero seguir en vida, quiero seguir haciendo cosas. Hay que retomar la temporalidad del cuerpo. 46

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=