Palabra Pública N°27 2022 - Universidad de Chile

ENTREVISTA Cómo se escribe el silencio Alia Trabucco es una de las autoras chilenas con más proyección internacional. Ha sido traducida a una decena de idiomas, fue finalista del Man Booker Prize y ganó el Premio Literario de la Academia Británica y el Anna Seghers de Alemania. Con la novela Limpia , la escritora vuelve a un ejercicio que la apasiona: hacer existir a las “borroneadas” de la historia, explorar los lugares incómodos del feminismo. En este libro, Trabucco no solo reivindica el lugar del trabajo doméstico en la sociedad. También convierte el silencio histórico de las mujeres en una forma de resistencia. POR EVELYN ERLIJ H ace unos años, cuando Alia Trabucco (1983) investigaba casos de asesinatos cometidos por mujeres para el ensayo Las homicidas (2019), oyó la historia de una empleada do- méstica que asesinó a los hijos de sus patro- nes en los años sesenta. Se suponía que era un caso famoso, pero no encontró nada en Google, así que tomó el teléfono y llamó a sus padres. La memoria es como un baúl lleno de ca- chureos que nadie sabe por qué guarda, y ahí estaba el “caso de las mamaderas envenenadas” en los recuerdos de su padre. La escritora tomó notas, oyó incluso el nombre de la homi- cida —¡Se llamaba la Teté!, dijo el cineasta Sergio Trabucco, y tenía razón: María Teresa Alfaro era su nombre—, pero por alguna razón su mente se fue hacia otro lugar. “Quiero imaginar esa vida, quiero escribir sobre esa mujer”, apuntó la autora en el diario que mantuvo durante la investigación. Así nació “Un trago amargo”, un texto que publicó en Las homicidas y en el que novelaba el caso desde el punto de vista de Alfaro. —Ese cuento quiso ser otra cosa desde un comienzo. Es- cribí cien páginas, no diez. Y ya en la escritura fue llamativo que el aspecto criminal pasara para mí a segundo plano. En el cuento ese es el eje, pero lo que se quedó conmigo ya no fue que Alfaro asesinara a los hijos de sus patrones, sino esa voz achorada, de dientes apretados, y la posibilidad de narrar desde esa mirada el tedio, la soledad y el día a día de una trabajadora puertas adentro en el Chile contemporáneo. Ya no Alfaro, sino otra mujer, y esa mujer terminó siendo Estela —cuenta Trabucco sobre la protagonista de su nueva novela, Limpia , en la que narra la historia de una chilota que trabaja en la casa de una familia de clase alta, en Santiago. La vida de Alfaro resuena en el libro —ambas traba- jadoras se encariñan con una perra callejera, las dos enta- blan una relación con un bencinero—, pero el argumen- to está lejos de los hechos macabros del caso original. Es como si Trabucco hubiese querido escribirle un destino diferente a la historia: desde el comienzo de la novela se anuncia la muerte de una niña, pero esa tragedia, a la lar- ga, funciona como incentivo para que el lector lea lo que no quiere leer (o lo que no leería de otra forma). Limpia , ante todo, es el testimonio en primera persona de una empleada doméstica que, en pleno siglo XXI, sigue some- tida a condiciones laborales casi de esclavitud. —Me interesaba subvertir ese relato tranquilizador que se urde desde las clases dominantes y que se resume en la frase: “es como una parte de la familia”. Una frase que con- tiene muchas violencias: ¿qué parte?, ¿de qué familia? Y qué decir del inicio: “es como”. Ahí hay una violencia brutal. Es como. Es casi . Es decir: no es. No es familia y nunca lo será. Y explorar este punto en una novela, un género que per- mite indagaciones sutiles y construir una subjetividad con todos sus bemoles, me obsesionó lo suficiente como para volver a esas cien páginas, borrarlas y empezar de nuevo — cuenta la escritora, pocos días después de recibir el Premio del Libro de la Academia Británica por Las homicidas , ya traducido a una decena de idiomas. Estela trabaja durante siete años para la misma fami- lia, formada por un padre y una madre que cargan sobre Julia, su hija, expectativas y ansiedades desmedidas, que trabajan y se autoexplotan “como si el cansancio fuese la mayor evidencia de su éxito”. La “nana” limpia el vómito de la niña, la alimenta; lava los calzoncillos del patrón; 30

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