Palabra Pública N°27 2022 - Universidad de Chile

en cupo de Convergencia Social) como presidenta y vice- presidente de la Convención, respectivamente. La primera sesión de trabajo, convocada para el día siguiente, empezó con el pie izquierdo. Los salones del Congreso Nacional en la capital no cumplían con el aforo permitido en la pandemia. Adentro, no había micrófonos ni pantallas que conectaran las cuatro salas para sesionar simultáneamente y el streaming no funcionaba bien. Luego de ese accidentado primer día, el jefe de la Unidad de Se- cretaría Administrativa de la Convención Constitucional, Francisco Encina (Evópoli), puso su cargo a disposición. Uno de los profesionales contratados por esa secretaría dice que a Encina y a su equipo “les tocó bailar con la fea”. Fue reemplazado por la exministra de Piñera Catalina Parot (Evópoli) quien, luego de un mes en el cargo, también re- nunció. Matías Cox (sin militancia), abogado y funciona- rio público desde el primer período de Piñera (hasta hoy en la administración pública), terminó en el puesto. Cada convencional percibió un sueldo mensual de unos 2,6 millones de pesos, además de una asignación de otros dos millones al mes para con- tratar asesores. No tenían li- mitaciones para reclutar a sus equipos. Algunos convencio- nales trabajaron con un pe- riodista y un abogado. Otros, combinaron sus presupues- tos para ofrecer honorarios más atractivos a sus asesores en comunicación. Entre quienes ocuparon esos roles se cuentan profe- sores, psicólogos, contado- res. Hasta un estudiante de primer año de Humanidades ofició como jefe de prensa. Hubo convencionales que fue- ron apoyados por expertos pagados por partidos políticos o fundaciones afines y, otros, aumentaron el salario de sus equipos de su propio bolsillo. El presupuesto asignado para este propósito hacía difícil reclutar profesionales con experiencia, lo que se suplió con juventud y empeño: hubo periodistas experi- mentados que asesoraron a convencionales, pero varios no tenían rodaje previo. "Nadie va a trabajar por 400 lucas ", dice quien fue asesora de prensa de una conven- cional por un salario apenas superior a eso. Otro entre- vistado está convencido de que “no era la instancia para foguear profesionales”. “Yo llegué con cero experiencia en gestión”, señala un exjefe de prensa de una conven- cional que fue parte de la mesa directiva. Los representantes de derecha acusaron que el presu- puesto para cada escaño era excesivo y sus voces se volvieron un sonsonete permanente. Sin embargo, el sueldo de cada convencional más las asignaciones (que suman unos cua- tro millones de pesos), era unas cinco a seis veces menor al monto de dietas y asignaciones de cada diputado o senador. Pero el fantasma del derroche de dinero fiscal siempre rondó al órgano, azuzado por las sesiones en las regiones del Biobío y Antofagasta como bandera de los ofuscados. “No hablo con la prensa burguesa” En el edificio del Congreso, una reja impedía que los periodistas se acercaran a los convencionales. Eliminarla era una de las solicitudes que los más de 50 profesionales de la prensa acreditada, la Asociación de Corresponsales Extran- jeros y el Colegio de Periodistas hicieron ante la Comisión Transitoria de Comunicaciones, Información y Transpa- rencia, que sesionó entre el 29 de julio y el 1 de septiembre de 2021. Tampoco había una sala de prensa habilitada, la conexión a internet era insuficiente, el Palacio Pereira — que, junto a la sede del Congreso en Santiago, era sede de la Convención— no contaba con las condiciones técnicas para transmitir vía streaming , los horarios de funciona- miento de las comisiones eran confusos y no había tablas; las plataformas digitales tenían problemas de diseño y no había puntos de prensa. Va- rias fuentes coinciden en que hubo cierta arbitrariedad de la Secretaría Técnica de la Convención y la Secretaría de Comunicaciones (Secom) respecto a qué medios y pe- riodistas acreditar. Santiago es frío en julio y los profesionales de los medios que cubrían las ex- tensas jornadas de la Con- vención estaban al descam- pado en los jardines de la sede del Congreso. Con el correr de los días, se montó una carpa. Debido a las restricciones por la pandemia, los periodistas no tenían libre acceso al palacio y debían pedir autorización para utilizar los baños. “Era un poco humillante”, recuerda un reportero. Otros convencionales y sus asesores desconfiaban de la prensa. La acusaban de “burguesa”. “Con algunos con- vencionales había una barrera”, recuerda una periodista de televisión. “Había ciertos convencionales que no querían hablar con la prensa y, aunque tuvieran algunos cargos de representación, nos miraban con cierto desprecio”, dice otro. La actitud cruzaba el arco político. Para algunos pro- ductores de programas televisivos fue difícil que conven- cionales de derecha o afines asistieran a espacios que no fueran “Estado Nacional” o “Tolerancia Cero”. Paradó- jicamente, muchos convencionales se quejaban en redes sociales que la prensa los ignoraba. Ambas presidentas de la Convención protagonizaron desencuentros con periodistas acreditados. Loncon mandó al periodista de Cooperativa a revisar el diario cuando este le preguntó, en una rueda de prensa el 2 de septiembre de 2021, por el aumento de las asignaciones que publicó LaTer- «Entre quienes ocuparon [el rol de asesor de comunicaciones] se cuentan profesores, psicólogos, contadores. Hasta un estudiante de primer año de Humanidades ofició como jefe de prensa». 24

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