Palabra Pública N°27 2022 - Universidad de Chile

a regresar hacia nosotros, y a nosotros nos obliga a hacerle frente”, escribe Anne Dufourmantelle. Quizás por eso alguien como Jussi Parikka, uno de los teóricos de los medios más relevantes hoy, se ha encargado de pensar los fundamentos geológicos de nuestra cultura medial, eso que sucede literalmente en el subsuelo, en las minas desde donde se extraen los metales y minerales para las tecnologías. Menos atento al contenido de las imágenes, a sus discursos y mensajes, a Parikka le interesa más explo- rar la historia material de los medios. Imagino que si tuvie- ra que examinar las imágenes expuestas por Hirschhorn, no se detendría tanto en esa suerte de violencia desnuda y cruda que ellas muestran, sino en el dispositivo digital que las produce y las acoge, en el diseño limpio y pulido del dispositivo que el dedo recorre. “Cargamos pequeñas porciones de África en nuestros bolsillos”, dice Parikka, para recordarnos los procesos laborales, la explotación, el desalojo y la masacre, los pactos neocoloniales que están en la base de nuestras tecnologías digitales. “La tecnología de la información comienza en el suelo y lo subterráneo”, y por mucho que se hable de trabajo in- material, nubes y softwares, los teléfonos por donde mira- mos esas imágenes sangrientas comienzan en los tiempos profundos del planeta. Y que comiencen allí es una forma de decir que las imágenes de guerra que miramos desde nuestros aparatos son posibles gracias a otra guerra, resul- tado incluso de una violencia primigenia que hace posible que esas imágenes encuentren su medio de exhibición. “Se tiene que admitir que la guerra es el más obvio punto de partida en la teoría de los medios y el arte”, escribe Pa- rikka, remarcando la idea de que los medios encarnan una historia clandestina de inversiones militares, ingenieriles y científicas muchas veces inimaginables. La lista de nombres que han trabajado de manera aten- ta estos problemas podría crecer. Allí está el cineasta Ha- run Farocki, quien abordó de manera lúcida y corrosiva el modo en que las imágenes participan de la destrucción del mundo. OTrevor Paglen, quien en sus obras y textos no ha dejado de pensar eso que llama “imágenes invisibles”. Fo- tografiando mediante un telescopio los complejos militares que se encuentran en las profundidades de los desiertos norteamericanos (“es más fácil fotografiar las profundida- des del sistema solar que fotografiar los recovecos del com- plejo industrial militar”, dice) o los cables submarinos de internet; estudiando el territorio de la visión maquínica y los softwares de reconocimiento facial cuyo entrenamiento “revela el carácter histórico, geográfico, racial y socioeconó- mico de sus entrenadores”, Paglen nos invita a pensar en una cultura visual que se está distanciado del ojo humano y tornando cada vez más invisible. Lucy Raven, en Demo- lición de un muro , filma un campo de explosivos que los Departamentos de Defensa y Energía de Estados Unidos utilizan como lugares de prueba en Nuevo México. Con tecnologías de filmación diseñadas para el estudio científi- co, Raven captura la trayectoria de ondas de choque cau- sadas por las detonaciones, imposibles de captar por el ojo humano. La imagen que nos llega se ve tan inocua como una trizadura en la lámina protectora del celular. Si lo que vemos ha perdido su condición trágica — su posibilidad de producir asombro, horror, terror y pie- dad—, ¿qué sucede con aquellas imágenes donde el ojo hu- mano parece ser un elemento mínimo en su configuración? ¿Podemos, todavía, como era la preocupación de Picasso, pensar la imagen bajo los términos de representación, es- pectáculo, significación, visibilidad? Recuperar el sentido trágico —eso que hace que una colectividad se funde en su fragilidad— pasa quizás por no renunciar a ver lo que permanece en el umbral entre lo visible y lo invisible, por recuperar para nosotros aquellos espacios que hacen que el mundo no termine de clausurarse alrededor de una regla, por restaurar el derecho a la noche, una muy distinta al juego visible-invisible de la violencia. Thomas Hirschhorn PAZ LÓPEZ Crítica de arte, ensayista y académica de la Universidad de Chile. Ha publicado Velar la imagen. Figuras de las pietà en el arte chileno (Mundana, 2021) y La vida, una imagen que nos falta (Cuadro de Tiza, 2020). Videoinstalación Touching Reality (2012), de Thomas Hirschhorn. 8

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=