Palabra Pública N°26 2022 - Universidad de Chile

nidad, hablo de la maternidad de una migrante. Estos temas los he estado persiguiendo, como dice [la teórica cultural] Gloria Anzaldúa, por escribir desde el cuerpo, desde ese territorio fronterizo que puede ser nuestro lugar en el mundo. Es una escritura que se desblanquea, que se reivindica como una literatura mestiza o “bastarda”, como dice María Galindo. Me interesa también la invitación que nos hace la filósofa argentina Carolina Meloni a reconocernos un poco como traidoras de nuestra tradición. Es una escritura de la diáspora total y es, según otra vez Anzaldúa, todo lo contrario de la “habitación propia”: una habitación que se desapropia, en que se escribe mientras se hace todo lo demás, la supervivencia, los cuidados, el deseo y el amor. La experiencia del cuerpo es para mí la experiencia migrante, y eso está en Huaco retrato . En este libro se derrumban varios de los relatos que estructuraban tu vida. Tu es- critura, a modo general, ha sido un intento por descolonizarse, en el sentido de hacer caer ciertos discursos. Da la impresión de que uno de tus hallazgos como escritora es que al final solo queda vivir en la duda y la contradicción. —Eso de “abrazar nuestras contradicciones” se ha vuelto mi mantra después de que en cada trinchera apareciera la policía de las militancias, las fachas del feminismo o de las no-monogamias. Frente a los esencialismos y la binariedad, prefiero atrincherarme en lo fluido. Políticamente, me gustaría encontrarme ahí, en esa inclusividad radical y en esa diversidad. Desde luego me decanto por una literatura crítica, social, comunitaria; me interesa leer libros que dialoguen con la realidad, que sean hijos bastardos de su tiempo. Pero no le entro al dogma, menos aún al dogma del arte por el arte. Me gusta la duda como lugar en el mundo, porque mi identidad es duda. Charles Wiener tiene una serie de “dibujos de castas” donde ilustra y describe las mezclas raciales, y tiene una ilustración muy curiosa que titula “la dudosa”. A veces me miro en ese espejo. Hace poco lanzaste una nueva edición de Nueve lunas , en el que relatas tu em- barazo y parto. El libro está atravesado por la violencia obstétrica, pero también por una violencia patriarcal que tiene que ver con que el cuerpo de la mujer es un territorio de libre opinión, desde cómo amamantas o cómo das a luz. ¿Crees que la maternidad radicalizó la conciencia que tenías de la violencia que las mujeres llevan inscrita en el cuerpo? —Sin duda. Pocas veces se ha mencionado la crítica a la violencia que hay en el libro. Vengo escribiendo sobre el cuerpo desde que empecé a escribir, desde un lugar que no era leído políticamente, hasta que aparecieron las feministas, me leyeron y me dijeron “lo que escribes es feminista”, y yo ni lo sabía. Nueve lunas hizo que se hablara de la potencia revolucionaria y política de una embarazada, de su subjetividad megaterrorista. Y Llama- da perdida o Qué locura enamorarme yo de ti (2019) hicieron que se hablara del posparto, que es una bomba que cae sobre el mundo y salpica a todos. La maternidad sigue siendo para mí un tema y motor para la escritura. Así como el racismo. Son recordatorios de la memoria del cuerpo y de la memoria de esas violencias. Esta entrevista fue editada para el formato escrito. Fue realizada el 3 de mayo en el progra- ma Palabra Pública , de Radio Universidad de Chile y UChileTV. Huaco retrato Literatura Random House, 2022 176 páginas «Lo que me empujó a hacer este intento de demolición del patriarca fue darme cuenta de que había una pregunta también por las demás, por la matriarca; que había un forado en la memoria». 41

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