Palabra Pública N°26 2022 - Universidad de Chile

gos clave como la Prorrectoría, la Vicerrectoría de Asuntos Académicos, la primera dirección del Programa de Docto- rado en Ciencias Biomédicas y la subdirección del Instituto de Ciencias Biomédicas. También ha sido pionera en temas como la inclusión y equidad en el ingreso en la educación superior, ámbito al que le ha dedicado los últimos ocho años, siendo uno de sus mayores logros la creación del Sis- tema de Ingreso Prioritario de Equidad Educativa (SIPEE), una vía especial de acceso de estudiantes del sistema escolar público a la Universidad de Chile. En paralelo, una de sus grandes preocupaciones ha sido fomentar un cambio de paradigma en la enseñanza de las ciencias en las aulas, lo que la llevó no solo a participar en la reforma curricular de 1996-2002, sino también a fundar junto a Jorge Allende el Programa de Educación en Cien- cias basada en la Indagación (ECBI) para la Enseñanza Bá- sica. Detrás de esta inquietud, está la idea de dejar de ver la ciencia como un mundo lejano e inalcanzable habitado por personas de bata blanca, sino de entenderla como una forma de acercarse al mundo y hacerse preguntas, es decir, como una forma de pensar y no como el resultado de un experimento en un laboratorio. —Una escuela fundamental en este ámbito ha sido la experiencia de trabajar en la innovación de la educación en ciencias a nivel escolar. Mi aproximación se inicia el año 2000, cuando tuve la oportunidad de colaborar con el Mi- nisterio de Educación en el primer currículum posdictadu- ra. Luego, en 2003, iniciamos el ECBI, un proyecto que ha marcado fuertemente mi vida, orientado a innovar la edu- cación en ciencia a nivel escolar, de manera que la ciencia se aprenda a través de la indagación, del descubrimiento; no desde un libro. Científicos y profesores hemos traba- jado juntos, orientados por el objetivo de que la actividad científica prepare para ejercer una ciudadanía responsable, ya que la ciencia, junto con la comprensión, nos entrega habilidades y actitudes esenciales en la vida. Los niños son universalmente curiosos, y esa fuerza debe aprovecharse para el aprendizaje de la ciencia. La actividad científica es una escuela de convivencia. ¿En qué sentido? —Porque hacemos una pregunta en colectivo, la de- puramos, planteamos una forma en que vamos a buscar una respuesta y generamos información. En el momento en que tienes una explicación científica, la pones en discu- sión, y a partir de eso surgen nuevas preguntas. Hay una relación de honestidad con el dato, de respeto con el otro, de discusión en base a evidencia, que es muy formativa para la vida y tiene un profundo contenido humanista. Este programa sigue siendo muy influyente, y se ha expan- dido a lo largo de Chile. Un cambio de paradigma que usted ha impulsado al interior de la universidad han sido los programas de inclusión. Hoy hay mucha más diversidad en las aulas. —Las diversidades siempre han estado en la universi- dad, pero hemos sido muy ciegos a ellas. No todos los jó- venes eran iguales ni venían con la misma formación, pero queríamos creer que era así. Había incluso un cierto prejui- cio al decir que por ser una universidad pública, basta poner un pie acá para que todos seamos iguales, sin considerar que las preparaciones académicas eran diferentes, que algunos jóvenes se demoran dos horas en llegar a clases y otros 15 minutos, y que quien se demora dos horas venía con frío y otros no. Lo que han hecho los programas de inclusión no es solo abrir la puerta a miles de jóvenes que antes esta- ban excluidos, sino también, nos ha hecho más conscientes de que debemos preocuparnos de atender las diferencias. Con ellos la Universidad ha asumido de manera más seria su responsabilidad, y de ahí surgen los sistemas de acom- pañamiento y apoyo que han sido muy transformadores. Poner la diversidad al centro, como valor de la Universidad de Chile, también tensiona la forma en que entendemos la educación, y por eso nuestro modelo educativo y nuestro plan de desarrollo institucional han ido cambiando. ¿Qué lugar tendrá la cultura en su rectorado? —Estamos comprometidas en que tenga un lugar cen- tral, tanto aquella que tradicionalmente la Universidad de Chile ha resguardado y desarrollado para el país, como las nuevas formas de expresión cultural. Vicuña Mackenna 20 será un motor de cambio, porque por fin se dotará al Cen- tro de Extensión Artístico y Cultural de la casa que vienen esperando hace 80 años, en un lugar tan emblemático de Santiago, además, que hay que recuperar. También está Carén, donde habrá una integración de saberes entre las ciencias y las humanidades, y, por supuesto, está la Facul- tad de Artes, un espacio académico que admiro mucho y que requiere de nuestro apoyo. Igualmente estamos com- prometidas con la instalación de la Plataforma Cultural del Campus Juan Gómez Millas y el importante vínculo con el entorno que se va a generar desde ahí. Volviendo al inicio de esta entrevista, ¿qué cree que le dio la educación pública cuando era estudiante y qué cree que necesitamos recuperar de ese modelo? —Me permitió entrar a Chile. Venía de la educación privada, y al incorporarme a la educación pública en la Universidad de Chile sentí que entraba al país realmente; sentí que iba al encuentro de otros y otras en las mismas cir- cunstancias y con un objetivo común. Eso es lo que me dio, y lo que soy, desde el punto de vista intelectual y científico, se lo debo a esta Universidad; soy producto de ella. Hoy estamos en un momento crucial para recuperar y fortalecer esos valores. Es lo que hemos promovido desde las univer- sidades estatales en general: la comprensión de la educación pública como un sistema, que incluye todos los niveles de la educación y se hace cargo del derecho a la educación a lo largo de la vida. Es decir, la educación pública como una forma de habitar el país. 29

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