Palabra Pública N°26 2022 - Universidad de Chile
CHILE EN UN LIBRO POR DIEGO ZÚÑIGA L as librerías de viejo escon- den, en sus estanterías, la memoria secreta de un país. Lo sabe cualquiera que haya pasado más de una tarde perdido en uno de esos lugares infinitos, dejando que el azar hiciera lo suyo, moviendo esos ejemplares algo ajados, descu- briendo quizá qué belleza en medio de tantas hojas desgastadas. La vida privada de un país se es- conde entre esas páginas, se deja ver en una dedicatoria melosa, en alguna anotación al margen, en un colofón, en esos papeles que muchas veces usa- mos como separadores y que luego olvidamos para siempre: un calenda- rio, un boleto de micro, una postal de un país que nunca tuvimos la oportu- nidad de visitar. Rastreo en esos obje- tos, en esas palabras, las señales de un mundo que me niego a que deje de existir. Miro las páginas de los crédi- tos de los libros y nunca deja de sor- prenderme la cantidad de ejemplares que se imprimían antes, en los 50, en los 60 y ni hablar de los breves pero intensos y asombrosos años de Qui- mantú: miles y miles de ejemplares de títulos que hoy serían impensados de publicar: novelas, cuentos, traduc- ciones, libros de autores chilenos que hoy son lectura obligatoria pero que en esos tiempos eran, simplemente, una tentativa, una apuesta. Hojeo un ejemplar de On Panta , de Mariano Latorre: décima segunda edición, cinco mil ejemplares, mayo de 1974. ¿A dónde se fueron todos esos lectores? Hoy, con suerte, los libros alcan- zan tiradas de mil, dos mil, tres mil ejemplares, si es que venden mucho. ¿Dónde están esos miles y miles de lectores que compraban esa novela de Mariano Latorre o que agotaban ediciones de María Luisa Bombal hasta convertirla en su época, de he- cho, en la autora más robada de las bibliotecas chilenas? No se trata, en ningún caso, de idealizar el pasado: hay varias res- puestas, bastante sensatas, para ex- plicar adónde se fueron todos esos lectores y por qué hoy existe un di- vorcio tan grande entre la literatura chilena y los lectores, entre la ficción chilena y los lectores. Pienso en todo esto mientras miro la página de créditos de mi ejemplar de la Propuesta de Constitución que registra unas cifras impensadas: una primera edición, del 4 de julio, de mil ejemplares. Y luego, siete reimpresio- nes por un total de 55 mil ejemplares en poco más de ocho días. Una locura. No recuerdo cuándo fue la úl- tima vez que un libro necesitó im- primir tantos pero tantos ejemplares para satisfacer su demanda, para lle- gar a todos los lectores que lo exi- gían. Un libro escrito en un lenguaje técnico que busca entregar las seña- les de ruta por las que deberá avanzar un país que vivió más de 40 años con una constitución escrita en dictadu- ra, una constitución que impuso sus términos con violencia, impidiendo muchos de los cambios que la so- ciedad venía exigiendo hacía años y que, recién a fines de 2019, luego de 10
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