Palabra Pública N°25 2022 - Universidad de Chile

C on sorpresa y alegría veo ahora publica- da en Chile una antología de poemas de Eunice Odio (1919-1974). Se trata de un volumen impecable y cuidado que, sin duda, ofrece una perspectiva comprensiva de la poe- ta costarricense. Oculta como tantas otras poetas, y de diseminación secreta, pero firme, Odio constitu- ye uno de los grandes casos literarios centroamerica- nos. Inconforme y rebelde frente al relato nacional, expatriada y exiliada, asentada en México; magní- fica cronista y con dotes especiales para el género epistolar; polémica e insumisa frente a los discursos establecidos y, sobre todo, una poeta con una obra estructurada y sólida. Para quien se acerca por vez primera al universo de Eunice Odio, resultará muy informativo y esen- cial el prólogo de Vicente Undurraga. Enmarca muy bien la voz de Odio entre la aparente indiferencia o falta de reconocimiento de la escritora, y los pre- ceptos místicos de su literatura, ese encuentro con un vacío que es el de la ausencia de “unidad cós- mica”. El prologuista menciona, entre las vivencias que conjuran ese vacío y se constituyen temas de su poesía, “las experiencias eróticas, las místicas y las amistosas”. Se podría agregar la de la conversación con los muertos. En efecto, la obra de Odio está lle- na de obituarios conversados. Max Jiménez, Satch- mo o Rosamel del Valle, pero también sujetos anó- nimos, son convocados ya en el orbe trascendente de la muerte, como si la tarea de la poesía estuviese relacionada con el responso y el funeral. En todo caso, la presencia del Otro es fundamen- tal en la literatura de Odio, como se deja ver en sus cartas. Cuando yo realizaba la investigación para mi tesis de doctorado, tropecé por azar con estas cartas de la poeta a Juan Liscano (también mencionadas por Undurraga), en las que hay un permanente re- POR LEONEL DELGADO ABURTO florecer de hortalizas y frutas, y cons- tantes fenómenos luminosos, entre otros sucesos místicos. Como muchos otros lectores caí en el hechizo escritural de aquella correspondencia, su estratégica construcción de un imprevisto lector mas- culino despistado por los secretos que unían creación moderna y mística, y que también juntaban a una comunidad de mujeres que sí comprendían lo oculto. Las cartas ocuparon, por supuesto, una parte crítica de mi estudio sobre escritura autobiográfi- ca centroamericana, sin dejar de representar cierto problema político. En un corpus en que sobresalía la politización e ideologización literaria, resultaba con- trastante el anticomunismo y antifeminismo declara- dos en las crónicas y artículos de Eunice Odio. Aun así, parte de mi hipótesis sobre ella es que, a pesar de sí misma, quizá, su escritura estaba también motiva- da por un gran gesto literario y político, común a su generación y su época, lo que, inspirado en De Cer- teau, llamé heterología , y que consiste en una apertura pasional hacia el Otro como fundamento escritural. En ese sentido, esta antología ayuda a focalizar más detenidamente la calidad y, por decirlo de alguna manera, sistematicidad de la obra de Odio, así como algunas marcas de la época y de su propia posición como mujer intelectual y escritora. Como muchos otros casos centroamericanos (Cardoza y Aragón, Sa- lomón de la Selva, Carlos Martínez Rivas), en Odio es evidente el predominio de lo que Rubén Darío lla- maba “cerebración”. La poesía es proyecto y discipli- na, antes que mera emotividad. Asimismo, los planos que diseña su trabajo entreveran la estética con la éti- ca, y ofrecen el verdadero acabado final del sujeto, su personalidad y su fin: fe en la obra, antes que desgano vanguardista. Indiferencia, anonimato y solidaridad: la estatura mesiánica de la poeta vibra en este diseño de una manera estratégica. Vacío jubiloso Este es el bosque: 25 poemas, de Eunice Odio 54

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=