Palabra Pública N°25 2022 - Universidad de Chile

nantes para valorar la calidad? ¿Cuándo los discutimos de cara a nuestra realidad de país en desarrollo, mirando desde América Lati- na las inéditas voluntades de entrega que ello conlleva? No se dice que nuestros daños afectan nuestra calidad productiva y nuestra calidad de vida, porque ambas están intensamente entrelazadas. Nuestra férrea dedicación a la Universidad en las condiciones ac- tuales tiene costos personales enormes y los tendrá mientras el Estado nos tenga en abandono y la gestión nos divida en parcelas. u Aquí algunos desafíos: conjugar nuestros malestares en cola- boración, con actorías deliberantes y críticas transformadoras. Recuperar nuestra dignidad, nuestro valor, nuestras visiones y fuerza comunitaria. Asumirnos como sujetas y sujetos. Recono- cernos en todos los estamentos, con capacidad de escucha y diálogo. Nos autoconvocamos como actores y actoras capaces de transformar y transformarnos con sentido de país plural e igualitario. Con participación deliberante y vinculante rompere- mos la repetición, la continuidad, los silencios cómplices. Porque creemos que el Estado debe garantizar la calidad de sus univer- sidades. Y porque reconocernos es solo el comienzo. Dos ejemplos concretos nos inquietan: la educación, incluida la pedagogía, y el Hospital Clínico. Nuestra Universidad requiere un proyecto educativo con equidad distributiva, voluntad de diálo- go entre unidades de Educación y Pedagogías; formación de edu- cadores e investigación avanzada en educación. A su vez, nuestro Hospital Clínico, lamentablemente retirado de la Red Pública de Hospitales, debe retornar a ella, no ser un “prestador” privado más de salud. Aspiramos a un nuevo modelo de hospital que, aun dependiendo de recursos públicos directos, siga desarrollando la excelencia que le caracteriza hoy. u Chile está cambiando. La Casa de Amanda Labarca y Andrés Be- llo se apronta a realizar nuevas elecciones de Rector/a. Un nuevo gobierno define un amplio programa de transformaciones. En el corto plazo habremos redactado una nueva Constitución diseñada en inéditas condiciones participativas. La Universidad de Chile no puede permanecer incólume, dotada de una gestión que, en buena medida, reproduce las desigualdades, malestares y deficiencias que deseamos abolir como sociedad. Nuestra propuesta cultural y cien- tífica refiere en particular a la calidad de vida de quienes producimos conocimiento en la Universidad. Nos convoca el cumplimiento de nuestras cuatro misiones fundamentales: investigación, docencia, extensión y gestión, concebidas en forma integral y equivalente a partir de una visión de carrera planificada en el tiempo, con atención a lo singular y a los intereses colectivos. Nos interpela promover la investigación multi, inter y transdisciplinar; transversalizar las pers- pectivas de género e interculturalidad. Nos inspira una gobernanza de nuevo tipo, atenta a la participación comunitaria, a la deliberación y a la transparencia. Queremos una Universidad con sentido común, sin islas en competencia ni rivalidades por financiamiento. El co- nocimiento no conoce fronteras nacionales. Nuestro país se asume cada vez más plurinacional y latinoamericanista. Nos invitamos a compartir aspiraciones personales y colectivas; una visión universi- taria estratégica, con vocación de país y acorde a los cambios que la sociedad espera de nuestra Universidad. u Potenciaremos la ecuanimidad en las distintas áreas del saber es- cuchando con atención las demandas de los y las académicas, pres- tando especial atención a sus propuestas, analizándolas en forma ecuánime y canalizando inversiones institucionales que, por un lado, potencien las distintas unidades académicas, y por otro, subsanen con urgencia las brechas existentes entre ellas. ACADÉMICA DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES Y COORDINADORA DEL MAGÍSTER EN ESTUDIOS DE GÉNERO Y CULTURA KEMY OYARZÚN u Aquí estamos. No solo reunidas y reunidos en torno a una can- didatura a Rectora. Nos hemos conjuntado por valores comunes, energías compartidas, profundas convicciones de cambio en esta Universidad nuestra, la Casa de Amanda Labarca, Eloisa Díaz, Er- nestina Pérez y Andrés Bello. Son transformaciones en consonan- cia con el país, con el nuevo ciclo iniciado en mayo de 2018 u oc- tubre de 2019, con la instalación de la Convención Constitucional. ¿En qué pensamos cuando decimos “nuevo ciclo” de transforma- ciones de país? Hablamos de un nuevo proyecto político-cultural, otra forma de entender la producción científica y artística, otro modo de ejercer gobernanza universitaria. Todo cambio cultural afecta las formas institucionales. El pri- mer desafío es habitar esta Casa de otro modo. Las instituciones se pueden convertir en espacios poco habitables y autorreferentes. Nos conjuntamos para devolver a la Casa sus múltiples cuerpos, sujetos y territorios, para abrirnos a lo que “no se dice”. ¿Y qué es lo que no se dice? No se dice que estamos habitando la Casa con malestares de décadas. No se dice que los daños refieren a asun- tos muy concretos: remuneraciones desiguales, reajustes que no se concretan, bonos de inseguridad, contratos a honorarios que duran décadas, plantas que no llegan, jubilaciones tan mermadas que las personas no están dispuestas a dar un salto a la pobreza al final de sus carreras académicas y funcionarias. No se dice que lo que hacemos es trabajo. No se reconoce la producción de conocimiento como elaboración procesual, compleja práctica de creación cientí- fica o artística. Se reafirma la superioridad del individuo, el hacerse camino en solitario, en rivalidad con las y los demás. No se dice que toda la producción de conocimiento, esparcida en distintas áreas de saber, es equivalente en valor. Las discusiones en torno a la nue- va Constitución hablan con razón de “equivalencias epistémicas”. ¿Hasta cuándo confundir valor y precio? Cuesta hablar de violen- cias, abusos de género, abusos de poder. ¿Por qué la docencia, la investigación, la extensión o la gestión académica tienen valores tan opuestos? ¿Por qué no pensar las cuatro misiones a través de toda la carrera académica, con mo- mentos de intensidades diversas, pero complementarias y plani- ficables? ¿Y qué decir de las “mediciones” y parámetros predomi- 36

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