Palabra Pública N°23 2021 - Universidad de Chile

En contraste, los discursos que hacen del 12 de octu- bre una fecha de festejo por ser el día de la raza, el día de la hispanidad, el día del orgullo nacional o del celebrado encuentro entre dos mundos no reciben estas descalifica- ciones; no he presenciado o leído que ante tales muestras de alarde se recomiende a quienes defienden estas postu- ras que superen aquello que sucedió hace tanto tiempo, que nada queda qué celebrar de las glorias de las que se jactan (por decirlo de algún modo), que aquello pasó hace demasiado tiempo y que es momento de pasar la página para no vivir de supuestas hegemonías pretéritas que en nada contribuyen al presente y que son un lastre para di- señar un futuro digno. En las posturas que celebran el 12 de octubre y el comienzo del establecimiento del orden colonial, la lejanía temporal no parece ser un argumento que les ayude a moderar sus muestras de entusiasmo. En contraste, mostrar las consecuencias funestas y dolorosas de aquellos hechos se desacredita apelando a que aquello es el resultado, no de un proceso de muerte, expoliación y dominación, sino de ese rencor persistente que habita y carcome nuestra alma y que, en sus dichos, solo vamos heredando de una generación y otra. El pro- blema no es que más de la mitad, en cálculos conserva- dores, de la población nativa haya muerto entre guerras, enfermedades y trabajos forzados, el problema es que es- tamos enojados. El problema no es que millones de per- sonas hayan sido secuestradas en el continente africano para traerlos como población esclava a este continente, el problema es que estamos resentidos. El problema no son los aperramientos de personas mixes que resistieron a los tributos extenuantes a los que los sometían y que los dejaban sin alimento, hechos que jamás nos cuentan los libros de texto, el problema es que aún no lo supero. Superar el resentimiento, ese rencor persistente que nos atribuyen inmediatamente a las personas que perte- necemos a pueblos indígenas cuando hablamos de los es- tragos del orden colonial ignorando nuestras evidencias y argumentos, supone que aquellos hechos no siguen ordenando el mundo actual o que ya no tienen efecto sobre la vida de las personas. El colonialismo no pasó, sus efectos siguen total- mente vigentes. ¿De qué otra manera explicamos el siste- ma racista que sigue determinando la diferencia entre ser arrestado después de cometer una masacre como hom- bre blanco o ser asesinado por la policía como persona afrodescendiente? Sin los efectos del colonialismo, sin el despojo del territorio de los pueblos indígenas y sin la esclavitud de las personas afrodescendientes es imposible explicar el desarrollo del sistema capitalista y la actual di- visión entre países considerados de primer mundo y países calificados despectivamente como del tercer mundo o la crisis climática a la que se enfrenta la humanidad derivado de este sistema económico. Los cánones de belleza, el ase- sinato de defensores del medio ambiente, la posibilidad de poder acceder a ciertos trabajos, la pauperización de los pueblos indígenas en la actualidad son efectos del colonia- lismo en funciones. En las narrativas oficiales, lo sucedido hace más de quinientos años quedó en el pasado y poco se ha difundido y enseñado en la historia oficial sobre las líneas que unen esos hechos con la manera en la que el mundo funciona en la actualidad. Ponerlos en relieve es fundamental porque, si bien no podemos hacer nada con respecto de esos acontecimientos, podemos sí, trabajar en la manera en la que los efectos del colonialismo funcionan en estos días, desenmascarar sus dinámicas y comenzar a pensar cómo, desde diversas trincheras, desarticular sus violencias más que vigentes. Urge superar el colonialismo, sí, pero nada se supera ocultándolo; ninguna violencia se supera negándola en sus dimensiones actuales, el ocultamiento de la vigencia palpable y presente del colonialismo es, de hecho, una de sus violencias más efectivas. Hablar a detalle de lo suce- dido resulta fundamental para develar lo que la historia oficial ha matizado y sigue matizando como el festivo en- cuentro de dos mundos o el descubrimiento de América. El colonialismo no solo es pasado, es presente, y por eso, para muchas personas su celebración aún tiene contenido y necesita defenderse. Celebrar estas fechas con júbilo es la evidencia misma de los efectos presentes del colonialis- mo, ojalá que lo superen y pasemos a una etapa reflexiva necesaria para sentar las bases mínimas de otra narrativa que permita vislumbrar un futuro distinto. --- Este texto fue publicado originalmente en la revista Este País , de México. YÁSNAYA AGUILAR GIL Lingüista, escritora, traductora, activista de derechos lingüísticos e investigadora mixe, nacida en el estado mexicano de Oaxaca. Es autora de Inventar lo posible. Manifiestos mexicanos contemporáneos (2017), Un nosotrxs sin estado (2018) y Äa: manifiestos sobre la diversidad lingüística (2020). Sus columnas son publicadas en medios como la revista Este País , de México, y en el diario El País , de España. "Urge superar el colonialismo, sí, pero nada se supera ocultándolo; ninguna violencia se supera negándola en sus dimensiones actuales, el ocultamiento de la vigencia palpable y presente del colonialismo es, de hecho, una de sus violencias más efectivas". 34

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