Palabra Pública N°23 2021 - Universidad de Chile
E n la versión original de la Constitución de 1980, el de- recho de propiedad tiene setenta y nueve incisos, forma con que se nombra a los versos en el lenguaje jurídico. Si leemos la Constitución como un poema largo y no como ese fantasmagórico y poderoso artefacto con escudo de portada, el derecho de propiedad (19 nº24) sería la estrofa más críptica. Para entender el lenguaje de la propiedad constitucio- nal, habría que escudriñar en la poética sobre la propiedad de Andrés Bello en el Código Civil, y a la vez en los cuen- tos de terror de la Unidad Popular sobre la expropiación. Aquella época donde las campañas publicitarias hablaban del comunismo como un régimen expropiador, cuyo go- bierno se llevaría la ropa, los muebles y hasta el último cimiento de las casas. El mito que sostiene la dictadura es el de las colas y las cacerolas, por todo lo que “dejaba de haber”, todo lo que “ya no se podía encontrar fácilmente”. La promesa neoliberal es la promesa de las cosas. “Ha- cer de Chile un país de propietarios y no de proletarios”, decía Augusto Pinochet. Que cada persona sería capaz de obtenerlas sin depender del Estado. Donde “no todos, sino cualquiera” podría hacerse rico, donde el esfuerzo individual no tendría que mantener a nadie más que uno mismo, donde las uñas propias comenzaron a ser parte de la narrativa del individuo, el hombre, la familia, el “bol- sillo de todos los chilenos”. Las Constituciones son libros con conceptos de textu- ra abierta, escuché muchas veces en las clases de derecho constitucional. La vaguedad de su lenguaje y su polisemia permiten interpretaciones acordes a los movimientos y cambios sociales. En el caso de la Constitución de 1980, hubo una preocupación en esos siete años de trabajo de la Comisión Ortúzar por mantener los cerrojos de su piel azul marino para quien dijera la palabra pueblo , y una acusasión directa de terrorismo en al artículo noveno a quiénes nos nombraran como pueblos plurales . Las palabras libertad, dignidad, derechos, se mantuvieron enclaustradas en inter- pretaciones marcadas por ese derecho a la propiedad: el más regulado, el más importante, el más largo y específico. Las leyes que devienen de esta cúspide normativa se han impuesto con cierta solemnidad, un fraseo formal, una es- POR SOFÍA BRITO Recuperar la imaginación política, desapropiar la escritura constituyente tructura que nos hace reconocible el lenguaje del poder de aquella élite que acumuló sus privilegios a tra- vés del despojo y la racionalidad colonial. El primer pilar del po- der constituyente dictatorial fue la defensa acérrima a esa división que asienta el derecho de propiedad basada en el miedo. Los delitos contra la propiedad siguen siendo los de mayor palestra pública e importancia en el aparataje judicial y comunicacional. Las cosas corporales e incorporales, los bienes, son lo único que ha sido llorado por el poder en este pasillo neoliberal. La pena de muerte llegó a ser justificada como “un instru- mento de rehabilitación muy profunda del alma humana” por Jaime Guzmán1. No ha habido verdad ni justicia para las y los detenidos desaparecidos. No hay indulto para lxs presxs politicxs ni reparación por todas las mutilaciones de la revuelta de octubre. La Plaza Dignidad está cercada por un perímetro cuadrado de hierro —hoy pintado de blan- co— que protege el pedestal vacío de la estatua del General Baquedano. Sebastián Piñera continúa siendo presidente. *** Desde que la revuelta social de 2019 levantó las ban- deras por una asamblea constituyente, he estado hacien- do talleres sobre proceso constituyente y feminismos. En 2018, los momentos de escritura de La Constitución en debate eran la pausa dentro de todas las actividades, entre- vistas, reuniones que requería la movilización de ese tiem- po. Todos los viernes nos juntábamos en la sede de LOM, en Concha y Toro, a revisar el libro con Silvia Aguilera para conversar qué es lo que se entendía y lo que no de ese lenguaje jurídico que intentábamos traducir. Dejar de escribir en abogado habiendo estudiado derecho sigue siendo un desafío complejo. No sé si lo que el derecho le hace a la escritura sea una cuestión de endurecimiento, como señalaba Armando Uribe. Más bien creo que el pro- blema es la performatividad leguleya, la pose de dureza que dispone la posición de faro republicano, de expertos 1 Fundación Jaime Guzmán. “Jaime Guzmán, Pena de muerte”. Video en línea: https://www.youtube.com/watch?v=slEaQZONKtc 10
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=