Palabra Pública N°22 2021 - Universidad de Chile

E l 4 de julio fue un día histórico y también luminoso. Desde muy temprano, las calles céntricas se habían repletado con ciento de manifestantes que se congregaban en distintos puntos para caminar al son de bailes, tambores y cánticos hasta las cercanías de la sede del exCongreso Nacional, epicentro de la instalación de los 155 integrantes de la Convención Constitucional, elegidos con paridad de género y con re- presentantes de las primeras naciones, en un proceso inédito que volcaba los ojos del mundo hacia este largo y angosto país. Esa misma mañana, convencionales de los pueblos originarios se habían convocado en torno a una ceremonia ancestral en el cerro Huelén para luego desplegarse en las calles, y en medio de los saludos y aplausos de quienes se apostaban en las veredas, hacían su entrada triunfal hasta el edificio que albergaba la Convención. Pero ese día de aires festivos, pese a la pandemia y a las más de cuarenta mil muertes producto del virus, el gobierno había enviado a las Fuerzas Es- peciales (FFEE) de Carabineros a rodear el recinto donde se llevaría a cabo la ceremonia, enfrentándolas con familiares de los constituyentes que se- guían las transmisiones junto a miembros de organizaciones sociales y agru- paciones de derechos humanos que pedían la liberación de los presos de la revuelta, desatándose una fuerte represión que puso en riesgo el éxito de la ceremonia republicana más importante de los últimos tiempos. De nada había servido la petición de algunos convencionales electos ante las autoridades de gobierno para que no se desplegaran las FFEE, las mismas que amparaban a funcionarios que habían protagonizado las violaciones a Elisa Loncon y el día en que Chile empezó a cambiar POR FARIDE ZERÁN Vicerrectora de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile COLUMNA 4

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=