Palabra Pública N°22 2021 - Universidad de Chile
nuar su vulnerabilidad, en el sentido de encontrar modos de existencia que les permitan ser menos sensibles a los daños que vienen. Lo acabamos de experimen- tar con la actual pandemia, en la que los más pobres han estado mucho más ex- puestos que los más ricos. Así, hoy en día observamos que las injusticias sociales se ven siempre redobladas por las injusti- cias medioambientales. Por esta razón, el Antropoceno es el momento en que debemos tomar concien- cia de esta doble injusticia y de los riesgos de regresión política que la acompañan. El cambio global aumentará la desigualdad y amenazará las libertades individuales. Pero la lucha contra los efectos de este cambio también es prometedora, porque podría permitirnos elegir otros modelos sociales y políticos que los propuestos desde hace 40 años como única vía posible, es decir, el modelo neoliberal promovido desde el famoso eslogan de Margaret Thatcher, hablando de la economía de mercado: "No hay alternativa". Para mí, abordar el Antropoceno significa luchar contra esta idea y garantizar que se prueben y puedan existir muchas alternativas. Las ciudades han ido cambiando y las ciudadanías también. Hay ciudades globales que superan a los Estados, pero mientras se impone el reto de reflexionar sobre las ciudadanías transnacionales, las fronteras se cierran para la humani- dad y siguen abriéndose para los flujos financieros. ¿Qué democracias y qué ciudades estamos construyendo de esta manera? ¿Ve alguna salida? —Creo que tener en cuenta la urbani- zación global y el establecimiento de ciu- dades interconectadas en todo el mundo podría permitirnos cuestionar la lógica política clásica y el dominio geopolítico de los Estados. Pero estas ciudades deben ser espacios democráticos y no solo pla- taformas funcionales para una economía de mercado depredadora que destruye el medio ambiente y los derechos socia- les. Por lo mismo, habría que llegar a un nuevo entendimiento entre las ciudades Arendt llama “el entre”, los humanos construyen la posibilidad misma de vi- vir juntos. Esta noción de lo intermedio es importante. Para Arendt, las leyes re- gulan “lo político”, es decir, el ámbito de lo intermedio es constitutivo del mundo humano. Este “entre” crea al mismo tiem- po una distancia y un vínculo, y, como tal, constituye el espacio dentro del cual nos movemos y nos comportamos con los demás. Esto nos sitúa en una concepción muy societaria de la política, entendida como una relación espacial; un enfoque que da a la distancia entre las realidades humanas una función destacada. La espa- cialidad es esta condición que requiere que los individuos y las sociedades aprendan a pensar, gestionar y regular la distancia que separa radicalmente a los seres humanos y, más globalmente, a todas las realidades hu- manas y no humanas distintas. Toda la historia de las sociedades está marcada por la conflictividad potencial que expresan el espacio y la distancia: la inmovilidad tan temida por los antiguos griegos es también un corte en el vínculo espacial, una incapacidad para asegurar la coexistencia pacífica entre individuos me- diante la regulación del “entre”. En este marco de análisis, llamo “geopoder” al sis- tema de ideas, instrumentos y prácticas le- gitimadas utilizadas por las instituciones y los principales actores sociales para organi- zar y controlar la vida espacial. Por ejem- plo, considero que la planificación urbana “oficial” forma parte de este geopoder que pretende controlar a los habitantes. Los efectos sociales y políticos del Antropoceno afectan principalmente a las poblaciones más pobres y a los terri- torios más frágiles. ¿Qué análisis hace de la relación Antropoceno-pobre- za-crisis climática? —Intento mostrar que, aunque todo el hábitat humano es vulnerable (por- que somos seres frágiles y mortales), el hecho es que los dominantes, los que tienen más capital económico y social, pueden movilizar más medios para ate- 57
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