Palabra Pública N°22 2021 - Universidad de Chile
54 Uno se puede blanquear si se casa con una persona más blanca; tus hijos van a ser quizás más blancos. Es una idea colonial, la gente negra e indígena pensaba en esos términos su ascenso social. Pero también hay un blanqueamiento a través de la educación, de la migración. Por ejemplo, cuando vives en las zonas andinas o en la Amazonía, quieres ascender socialmente y te mudas, te trasladas de los Andes a la ciudad, y en vez de reconocerte como indígena, te reconoces como alguien mestizo. Desde el lado de las élites, cuando alguien va ascendiendo, emerge la necesidad de control. Tú estás arriba mientras más gente tienes abajo, y si alguien va ascendiendo, sigues necesitando gente abajo en ese sistema piramidal: a los indios, los cholos. En la vida cotidiana hay mucha violencia verbal dentro de las empresas, pero también estructural. La Universidad del Pacífico en Lima hizo un estudio en que creó currículum ficticios y los mandó a empresas que estaban buscando personal. En los currículum pusieron la foto de la persona que estaba buscando trabajo y los apellidos, y lo que quisieron medir fue con qué frecuencia llamaban a las personas blancas con apellidos anglosajones comparada con la frecuencia con la que llamaban a personas de piel más oscura y con apellidos indígenas. A las personas blancas las llamaban el doble. ¿De qué manera afecta a la sociedad en su conjunto este tipo de discriminación? —Creo que es una de las cosas que nos une. La columna vertebral de América Latina no es el idioma, no es el fútbol; es el racismo, porque es el lenguaje común. Tú te mueves a cualquier país y encuentras las mismas dinámicas con otros nombres, otras excusas. Finalmente es el resultado de una historia común de colonización, estamos jugando con las mismas reglas. Y lo más peligroso en esos términos, para mí, es el genocidio indígena, que es una historia larguísima que continuamos y normalizamos hasta este momento. En Guatemala, a fines de los años 70 y principios de los 80, en esa guerra civil espantosa, hubo genocidio antindígena brutal, y continúa. En el Perú, las noticias sobre muertes de líderes en la Amazonía son como leer el reporte del clima: “ah, hoy también murieron, hoy también los mataron”. Por otro lado, hay una normalización de la desaparición de la América indígena fruto del genocidio y de otro tipo de mecanismos, como el mestizaje, y esa desaparición es relacionada con el progreso. Mientras los indígenas desaparezcan, está desapareciendo ese atraso, ese mundo arcaico. Me parece terriblemente peligroso, porque esta normalización es parte de la forma en que nos educamos, y cuando nos volvemos ciudadanos nos volvemos insensibles a ese dolor en el continente. Los pueblos indígenas no son atrasados, son pueblos violentados y marginados de la misma manera que los pueblos afrodescendientes en nuestra región. A propósito de grupos marginalizados, en Chile despertó bastante alarma entre los movimientos feministas y grupos LGBTI el triunfode una candidatura como la de Castillo, que no ofrece un programa que promueva el respeto de esas comunidades. ¿Preocupa en Perú esa ausencia de discurso en esta materia? —Sí, totalmente, de hecho, creo que fue uno de los puntos débiles de su plataforma, dentro de otros tantos. Muchos analistas y periodistas atacaron bastante esa parte de su discurso. Gahela Cari es una mujer trans que apoyó a Castillo, y ella planteó la idea del voto crítico. Pero hay una cosa que ha demostrado Castillo en otros aspectos, que es una cierta apertura al diálogo. Hay una cosa que me sirvió para entender esto, que es lo que dijo Josué Parodi, que también es un activista gay y afroperuano: “si nosotros tuviéramos que votar por candidatos o candidatas que tienen plataformas a favor de nosotros, no votaríamos nunca por nadie, porque nadie tiene nunca una plataforma para nosotros”. Por ejemplo, Keiko Fujimori y su partido reivindicaron el programa de esterilización forzada del primer fujimorismo y le llamaron “planeación familiar”. Ella también está en contra de la educación de género. O sea, es un escenario donde ninguno de los dos es ideal, pero ante estos dos abismos, digamos, yo considero que es preferible un abismo donde hay una cierta apertura al diálogo y es menos preferible un abismo como el fujimorismo, que simplemente normaliza el genocidio y la esterilización forzada. “Hay una normalización de la desaparición de la América indígena fruto del genocidio y de otro tipo de mecanismos, como el mestizaje, y esa desaparición es relacionada con el progreso (…). Los pueblos indígenas no son atrasados, son pueblos violentados y marginados de la misma manera que los pueblos afrodescendientes en nuestra región”.
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