Palabra Pública N°22 2021 - Universidad de Chile

que favorecen la propagación del vi- rus, pero aquello no se puede hacer a cabalidad si quienes trabajan en esos sectores se quedan sin ingresos pro- ducto de esta decisión. En otras pa- labras, esta es una crisis que nos exige funcionar como un cuerpo. En segundo lugar, y relacionado con lo anterior, la crisis ha tensiona- do al máximo las sociedades toda vez que ha requerido esfuerzos extremos de la población, y tales esfuerzos no han sido homogéneos. Sin ir más lejos, en el caso de Chile —al me- nos— las tasas de mortalidad han tenido una fuerte correlación con la pobreza. Esto no solo es un proble- ma de injusticia, sino además de la dificultad de actuar como cuerpo, de sentir que todas y todos estamos en un mismo barco y que, por ello, debemos hacer nuestro aporte para superar la crisis. Es esperable que esta dificultad de actuar unidas y unidos, con empatía y solidaridad, sea más relevante en sociedades muy desiguales y, por lo mismo, con baja cohesión social. En tercer lugar, la crisis ha sido especialmente exigente con los li- derazgos políticos y ha requerido de una acción estatal a gran escala. La otra cara de la moneda es que el mercado ha tenido un rol menor que en una situación normal. Se ha requerido de liderazgos que, en un contexto de incertidumbre extrema, den tranquilidad y transmitan con claridad el camino que debemos re- correr, aun cuando este sea un cami- no difícil y demandante. Cuando ese tipo de liderazgo no existe, tal como sucede en Chile, la estrategia sanita- ria —que requiere del compromiso de todas y todos— se pone en jaque. Por último, esta crisis ha desnu- dado la tremenda disparidad que existe en el mundo respecto de las capacidades colectivas que tienen los países para emprender tareas com- plejas. Algunos países son capaces de crear y producir vacunas, otros no. Algunos son capaces de produ- cir ventiladores mecánicos, otros no. Algunos son capaces de organizar un proceso de vacunación del grueso de su población en un período corto de tiempo, otros no. Algo que nos re- cuerda esa vieja (y correcta) idea de que un país no es desarrollado por el PIB per cápita que tiene, sino por su capacidad (siempre colectiva) de hacer cosas más complejas, cosas que no todos pueden hacer. ¿En qué se basa mi predicción de que podemos enfrentar otras crisis con estas características? En una ra- zón concreta: la crisis climática. De hecho, la crisis climática que (hoy) estamos viviendo ya está demandan- do este tipo de desafíos, pero a una escala menor que la resultante de la pandemia. Y de acuerdo con lo que señalan las y los expertos en la mate- ria, la posibilidad de que este fenó- meno genere profundas alteraciones en nuestras vidas, de un orden de magnitud como el que hemos vivido a propósito del covid-19, no parece una exageración. La crisis climática va a exigir — ya está exigiendo— fuertes alteracio- nes de la forma en que producimos y reproducimos la vida social. La sociedad estará —ya está— fuerte- mente tensionada por la asimetría que se genera entre las y los “ganado- res” y “perdedores” del deterioro del planeta. Tal crisis será mejor sorteada por sociedades cohesionadas, donde primen las conductas prosociales, y donde exista un nivel de igualdad que nos haga a todas y todos sentir que somos parte de un esfuerzo co- mún. La crisis climática reclama del mundo político y del Estado un rol de liderazgo y articulación, que nos permita transitar tan rápido como sea posible a una forma de vida so- cial que no ponga en riesgo nuestra existencia. Por último, la crisis cli- mática requiere ciencia, innovación, emprendimiento (público y priva- do). Precisa de todas nuestras capaci- dades y creatividades colectivas para generar otra realidad. Otra forma de producir que no implique tener que elegir en el mediano plazo entre una reducción sustantiva de la calidad de vida material actual o poner en en- tredicho el futuro del planeta. Chile está al debe en la mayoría de estos ámbitos y no hay tiempo que perder. “La crisis climática va a exigir fuertes alteraciones de la forma en que producimos y reproducimos la vida social. La sociedad estará —ya está— fuertemente tensionada por la asimetría que se genera entre las y los ‘ganadores’ y ‘perdedores’ del deterioro del planeta. Tal crisis será mejor sorteada por sociedades cohesionadas, donde primen las conductas prosociales”. NICOLÁS GRAU Doctor en Economía de la Universidad de Pennsylvania, profesor asistente del Departamento de Economía de la Universidad de Chile e investigador adjunto en el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES). Fue presidente de la FECH en 2006. En 2017 fue coordinador programático de la campaña presidencial de Beatriz Sánchez, en conjunto con Claudia Sanhueza. 45

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