Palabra Pública N°22 2021 - Universidad de Chile
Cárdenas desarrolló, como muchos escritores, la avi- dez por la lectura desde temprana edad. Tuvo la fortuna de contar con la biblioteca de sus padres y creció, como él mismo dice, en una familia de intelectuales de clase media baja, de izquierda. También vivió en una zona políticamen- te revolucionada, oyendo las discusiones de sus cercanos; y desarrolló muy joven un interés por las ciencias. “Tengo una manera muy biológica de observar el mundo. Es curio- so, porque desde las humanidades siempre se está insistien- do en que la biología está asociada al determinismo, pero cuando la estudias te das cuenta de que es la cosa menos regida por leyes férreas”, reflexiona. Esta preocupación científica aparece a menudo en sus libros. Sin ir más lejos, en El diablo de las provincias , el prota- gonista es un biólogo que vuelve a su país tras un largo tiem- po estudiando en el extranjero, en un regreso abrupto, ajeno a todo el romanticismo de volver al origen. Esta inquietud, además, se ha potenciado con su interés por la literatura an- tigua, como la griega, la romana, la de Asia menor, y los mitos amazónicos e indígenas. De hecho, la literatura ama- zónica es la que más lee y trabaja: “Me parece fundamental la dimensión de lo biológico en esa literatura: animales, en- tidades, plantas, piedras y las potencias que se representan. Te permite pensar cómo las especies interactúan”. Juan Cárdenas reconoce en César Aira a un maestro, y también suma otros nombres a la lista: Mario Bellatin, Margo Glantz, Marosa di Giorgio, Diamela Eltit. “Para un escritor latinoamericano, es una bendición tener detrás ese canon”, explica. En Elástico de sombra (2020), tu última novela, te inspiras en la tradición oral afrocolombiana. En Lati- noamérica, a pesar de ciertos avances, da la impresión de que sigue rigiendo un cierto discurso del blanquea- miento. ¿Cómo nace el interés por la herencia afroco- lombiana en tus libros? ué es lo que llamamos un relato? ¿Qué es lo narrativo? Esas fueron algunas de las preguntas que se hizo Juan Cárde- nas (Popayán, 1978) cuando era un lector ávido de las teorías de Jacques Derrida y Gilles Deleuze, y se dio cuenta de que había que volver a los clásicos, a la litera- tura antigua, a los mitos. “En mis libros, la trama es fun- damental, justamente porque posibilita la improvisación, los desvíos”, dice Cárdenas, y explica que él escribe libros de aventuras, en un diálogo consciente con las tradiciones literarias, aunque por supuesto esté también presente la in- fluencia de las vanguardias latinoamericanas. Hoy, con seis novelas y dos libros de relatos bajo el brazo, el autor colombiano tiene una trayectoria que bri- lla por sí sola, con obras como Carreras delictivas (2008), Zumbido (2010), Ornamento (2015), Tú y yo, una novelita rusa (2016) y Elástico de sombra (2020). En 2018, además, fue seleccionado como parte de Bogotá39, del Hay Festi- val, lista que reúne a los mejores autores de Latinoamérica menores de 40 años. En Chile, publicó en 2019 por Banda Propia y Montacerdos su novela El diablo de las provincias , con la que obtuvo ese mismo año el prestigioso Premio de Narrativa José María Arguedas, otorgado por la Casa de las Américas. Hoy, alista la publicación de su segundo libro en el país, Los estratos (Premio Otras Voces, Otros ámbitos 2014), que saldrá a fines de junio, y prepara también su llegada a Chile, su próximo lugar de residencia. Esta nueva publicación ocurre en un momento espe- cialmente complejo. A las dificultades de la pandemia, se suma otra fundamental: la de una guerra que comenzó hace varias semanas en Colombia, la “guerra contra el pue- blo”, como la describió él mismo en su columna del diario El País , de España. Lo latinoamericano y lo fantástico Cuando se le pregunta a Juan Cárde- nas por los temas de sus libros, prefiere hablar de discursos, pues cree que la lite- ratura es una “especie de río que atraviesa distintos territorios intelectuales”, donde se pueden abordar asuntos relacionados a la raza, la clase y la ecología. Lo que es claro es que en su literatura la política termina entremezclándose con el paisa- je. “Mis textos tienen una voluntad de intervención, de remoción, de tratar de sacudir políticamente”, apunta. “(En Colombia), la guerra no es contra el narcotráfico ni la insurgencia armada ni el comunismo internacional. Es contra el pueblo, y siempre lo ha sido, una guerra contra la posibilidad de que la gente se organice, se autodetermine y cree formas duraderas de institucionalidad popular". 26
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