Palabra Pública N°22 2021 - Universidad de Chile

derechos humanos causados por la represión policial en contra de los manifestan- tes de las protestas; activaron colectivos artísticos para darle curso a un trabajo con la imagen y la palabra que revitalizara el sentido y los sentidos que se encontraban en estado de desarme; fortalecieron alianzas entre transfeminismo y disidencias sexuales; etc. Y, sobre todo, se involucraron de pleno en una reflexión exigente sobre democracia, feminismo y nueva Constitución articulando, por ejemplo, la Plataforma Feminista Constituyente y Plurinacional (diciembre de 2020) 1 . El trayecto expansivo del feminismo: disputas de significado y cruces estratégicos La firma del Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución (15 de no- viembre de 2019) que hizo posible el llamado a un Plebiscito Nacional sobre la vigencia o derogación de la Constitución sellada por Augusto Pinochet en 1980, fue un acuerdo notoriamente insatisfactorio. El Acuerdo dejó fuera de su marco de decisión (exclusivamente parlamentario) a las organizaciones sociales que se habían hecho parte de la comunidad de la revuelta; impuso un quórum suprama- yoritario de 2/3 con la intención de preservar la facultad de veto ejercida mono- pólicamente por el bloque de derecha frente a cualquier iniciativa transformadora; otorgó ventaja a los desacreditados partidos políticos dificultando la participación de los independientes; desatendía la representación de los pueblos originarios y tampoco garantizaba la inclusión paritaria de las mujeres en el rediseño político del Estado. Sin embargo, varios de estos obstáculos se fueron sorteando de a poco gracias a las presiones de la ciudadanía y a gestiones parlamentarias que replicaron el eco de la calle en el interior del espacio institucional. Hubo que ajustar el deseo —ilimitado—del Todo al reconocimiento de los límites impuestos por la derecha que condicionó la negociación, aceptando desde ya que se llamara “Convención Constitucional” aquello que había sido proyectado como “Asamblea Constitu- yente” en tanto expresión absoluta de la autodeterminación popular. Este reajuste de expectativas no impidió que la sociedad civil y el mismo parlamento forzaran estos límites-limitaciones torciendo el marco de lo impuesto, generando mecanis- mos de empuje y de tensión que abrieron huecos en los diagramas del poder. La estructura del Acuerdo fue cediendo debido a las fracturas y desbordes que, desde el interior o en sus márgenes, impulsaron las fuerzas vivas —destituyentes y consti- tuyentes— al trazar vías alternativas (rodeos y desvíos, saltos, escapatorias) frente a lo que había sido marcado unilateralmente por el poder instituido. La aprobación de la fórmula de lo paritario (que terminó convirtiendo a Chi- le en el primer país en el mundo en aplicar la igualdad de género a la redacción de una nueva Constitución) se materializó gracias al refuerzo de votación que, en el Senado, le aportaron a esta reforma constitucional mujeres de la derecha. Este dato reviste interés frente a las polémicas que suelen dividir al feminismo respecto de si es válido o no que mujeres liberales se declaren “feministas” por el solo hecho de pronunciarse a favor de la igualdad de oportunidades y en contra de la violencia de género, sin compartir otras demandas fundamentales como el derecho al aborto “libre, seguro y gratuito” ni tampoco suscribir la necesidad de asociar la crítica antipatriarcal a un cuestionamiento generalizado de todo el dispositivo neoliberal. En verdad, la aprobación en el Senado y la ratificación pre- sidencial de la Ley de Reforma Constitucional de “Paridad de género para el pro- ceso constituyente” 2 funcionan como una prueba reveladora de cómo, después de mayo de 2018, el feminismo logró modificar la esfera de los discursos públicos haciendo que la problemática del género ocupara un lugar ya ineludible en la 1 También vale la pena fijarse en: Por una constitución feminista. Compiladora: Sofía Ester Brito. Fotografías: Val Palavecino. Santiago de Chile, Editorial Pez Espiral, 2020. 2 Se trata de la Ley N. 21.216, aprobada por el presidente Sebastián Piñera y publicada en el Diario Oficial el 24 de marzo 2020. sociedad civil y la agenda política. Al mismo tiempo, la diversidad a veces conflictiva de las voces que evocan el feminismo transmite la percepción (y es bueno que así sea) que el vocablo “feminismo” nombra a un conjunto no homogéneo de posiciones cruza- das que acentúan distintamente los términos “mujeres” y “género”. Si bien el feminismo que hegemoni- za el debate público y direcciona las transformaciones sociales y culturales es aquel feminismo (antipatriarcal y anticapitalista) que se articula desde posiciones de izquierda(s), esto no debería ser un impedimento para que se formulen circunstancialmente pac- tos y alianzas con las representantes del feminismo liberal. Es gracias a ta- les alianzas (por definición, impuras) que se ganó una batalla tan significa- tiva como aquella que desembocó en la aprobación de la Ley de Paridad de Género para el proceso constituyente. Muchas señalan el peligro de que la contra-apropiación del feminismo de parte de mujeres de derecha distor- sione su significado verdaderamente emancipador. Pero en lugar de in- quietarnos por la contaminación del significado de la palabra (sabiendo, además, que ninguna definición es unívoca salvo aquellas capturadas por el dogmatismo), quizás debamos va- lorar como un beneficio el modo en que, desde mayo de 2018, el feminis- mo ha logrado salir de la posición mi- noritaria y residual en la que lo tenían encerrado el discurso transicional para cursar un trayecto expansivo en la sociedad y la cultura. Los tironeos, los malentendidos y los equívocos, las paradojas, son parte inevitable de las batallas del sentido que nacen de los roces y las fricciones interpretativas en torno a definiciones fluctuantes que no deberían aspirar a verse clau- suradas por alguna verdad inalterable del feminismo. Fueron la capacidad y la habilidad de las mujeres organiza- das (en la calle, en los barrios y pobla- ciones, pero también en la academia, en los medios, en las redes culturales independientes, en los partidos polí- ticos, etc.) las que lograron amplificar 9

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