Palabra Pública N°21 2021 - Universidad de Chile

Esta última idea no debe tomarse a la ligera, no solo por el 21% de adherentes al Rechazo, sino también por- que este puede ser un momento para trazar márgenes que permitan replantearnos cuáles serán los pilares que ayuda- rán a la democracia a levantarse de esta crisis y responder de manera efectiva a las demandas sociales de los diversos grupos que componen esta comunidad. Se requiere pari- dad y escaños reservados para afrontar las demandas de las movilizaciones más grandes de los últimos años, pues sabemos que el machismo y el racismo siguen al pie del cañón, y por lo mismo, las comunidades deben tener un rol protagónico, tal y como lo hicieron en los cabildos y asambleas. Es necesario también que tengan apertura hacia los problemas que afectan a otras comunidades y, desde allí, co-construir desde la empatía de quienes se ven al margen, pero que quieren convertir ese margen en una enorme franja que permita una mejor convivencia a partir de una cosmovisión comunitaria. Las promesas del mejor vivir del liberalismo triunfante y su intrínseco individualismo no erradicaron los críme- nes de odio ni los femicidios, aunque tampoco tenemos buenos referentes de un mejor vivir desde la cosmovisión revolucionaria cubana, donde la homosexualidad fue sinó- nimo de desprecio y de una moral que no podía ostentar un verdadero militar comunista. Cuando Lemebel escribió “Si algún día hacen una revolución que incluya a las locas, avísame. Ahí voy a estar yo en primera fila”, debió imagi- narse que esa revolución, que ese cielito rojo que le permitirá volar a quienes nacen con una alita rota —como escribió en “Manifiesto (Hablo por mi diferencia)”—no hay que esperarla, hay que construirla con mujeres como Gladys Marín, quienes hablan por su diferencia sin pretenderla ley ni orden, sino una razón de respeto, un horizonte de construcción. Creo que desde la vereda estudiantil no podemos ser menos. El congreso refundacional de la FECh debe tener paridad y escaños reservados que le permitan a sus estu- diantes hablar desde su diferencia, construir comunidad desde allí y aportar con ello a construir una Federación que “¿Cuáles son las estructuras que impiden atender los malestares sociales? El sistema neoliberal, una idea que parece ser el nuevo consenso en la izquierda (…). No obstante, esto no significa que no debamos aprovechar la oportunidad enorme que tenemos de repensar el funcionamiento de la democracia y el de la participación efectiva”. pueda, con la misma fuerza que gritó educación gratuita y de calidad, exigir educación sexual integral, una educación no colonialista, sin negacionismo, multicultural, con enfo- que sustentable y no capacitista , entre tantos otros sesgos que hoy nuestro sistema educativo reafirma y de los que no nos hemos hecho cargo. Estas ventanas de oportunidad, situadas en contextos difíciles y que agudizan nuestro malestar general, son un desafío de reinvención. Se habla bastante de los cambios que debieron tener muchos trabajos, y aunque esperamos que la mayoría de las cosas vuelvan a ser presenciales, sin duda algunas apuestas de la virtualidad se anuncian como cambios que llegaron para quedarse. Pero no solo el merca- do y el trabajo han tenido que generar cambios, son todos los aspectos de la vida los que se han visto enfrentados a este nuevo y en muchos casos indeseado estilo de vida. En varios de esos ámbitos se podrían adoptar ciertos hábitos virtuales, como son las juntas entre amistades, el estudio grupal, y por qué no, la organización política, comunitaria y social. La izquierda no puede solo alimentar sus apuestas desde el pasado, debe replantearse como alternativa al fu- turo, con herramientas y saberes que no se le antepongan, sino que lo construyan. La tecnología hace ya bastante que transformó la co- municación, y las redes sociales aparecen como un nuevo espacio público de debate, quizás el más usado a causa de la protección propia de la pantalla, pero dado el contexto no solo nos ha tocado usarlas para dar opinión, sino que hemos adaptado la tecnología a nuestras propias necesidades políticas y las convertimos en espacios deliberativos. En esas plataformas no solo realzamos nuestra individualidad, sino que le hemos dado espacio a la colectividad, entendiéndolas como una sala que nos invita a escucharnos, dialogar, pen- sarnos y decidirnos en conjunto. Sabemos que esta enorme crisis no se detendrá pronto, pero la democracia y nuestras necesidades no pueden esperar tanto tampoco. Si esta crisis nos obliga a decidir los grandes cambios legislativos y estruc- turales de manera virtual, espero que tengamos apuestas a la altura de lo que nos exija la contingencia. 64

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