Palabra Pública N°21 2021 - Universidad de Chile

“Si el periodista, así como el político, no tiene poder de cambiar la realidad, entonces se vuelve irrelevante (...) el periodismo tiene que poner unos cortafuegos muy importantes con la política, pero no nos es indiferente que haya una mala política”, dice Juan Andrés Guzmán. contara con medios que se la ponían muy fácil y que les hacían sentir que controlaban las cosas”. Como resultado, dice el tam- bién autor de los libros Los secretos del Imperio de Karadima (2011) y La gran estafa: cómo opera el lucro en la educación superior (2014), la élite ha visto afectada su capacidad de comprender lo que está pasan- do en la sociedad. Para Guzmán, los periodistas también pueden ser colaboradores de lo que el cientista político Jeffrey Winters llama “in- dustria de la defensa de la riqueza”, esa entidad “de especialistas que buscan argumentos para convencer a la sociedad de que no hay nada mejor que al rico le vaya bien, por- que eso es bueno para todos, y así favorecer las posiciones de la élite. Y si añadimos a los periodistas que transmiten esto como cierto, lo que tienes es un engaño múltiple. Se en- gaña a la sociedad, pero también la élite empieza a engañarse y cree que lo está haciendo la raja”, explica. Alternativas precarias La periodista Alejandra Matus ha vivido en carne propia el acciden- tado derrotero de la libertad de ex- presión y el ejercicio del periodismo en el Chile de la postdictadura. Un derrotero que enfrenta una nueva etapa tras la consolidación de di- versos medios digitales; fenómeno, dice, “que ha ido progresiva y pau- latinamente rompiendo el cerco in- formativo, abriendo nuevas voces y generando audiencias más allá de la influencia que todavía tienen los me- dios tradicionales”. En ese contexto, piensa Matus, “los telefonazos, los seguimientos o acciones represivas contra medios populares, obedecen más que nada a la debilidad del go- bierno. Es un gobierno que se siente amenazado, que en su arrincona- miento no se le ocurre otra cosa que recurrir a estos métodos del pasado para intentar controlar el flujo infor- mativo; pero por supuesto que eso es inútil”, advierte. Sin embargo, la autora de El libro negro de la justicia chilena (1999), colaboradora de distintos medios ya desaparecidos como La Época , La Nación Domingo y Plan B , y creadora del sitio informativo ja- quematus.com , mira con optimismo el futuro del periodismo: “Creo que se han generado procesos periodísti- cos atrofiados en los medios tradicio- nales. Pero fuera de esos medios tra- dicionales, existe un mundo ancho y amplio de distintos experimentos informativos, mediáticos; desde el mundo de los memes y las redes sociales, hasta periodistas haciendo trabajo por su cuenta. Creo que hay dos sistemas de medios contradicto- rios coexistiendo”. Una visión más escéptica tiene Juan Andrés Guzmán: “No me preo- cupa tanto que unos pierdan poder y otros lo ganen, como periodista me preocupa otra cosa: ¿sé realmente lo que pasó y lo puedo contar? ¿Hasta qué punto? Ese trabajo es superpre- ciso, demandante. Los medios fun- cionan cuando cuentan con un buen director, editor y equipo que pueda discutir y retroalimentar. Pero nece- sitas un equipo con tiempo y recur- sos, no urgidos y que no se compren la primera tesis que les tire el político amigo. La precariedad impide eso”, afirma. Para el editor de CIPER , no hay salida a la situación de perpe- tua precariedad del periodismo sin políticas públicas que generen “un ecosistema de medios que permita competencia. Animalitos de distin- tas especies y tamaños, dedicados a distintas cosas”. Guzmán lleva años planteando que la suerte del periodismo además se encuentra atada a la suerte de la democracia. Le resulta particular- mente inquietante que las denuncias que hacen los periodistas no tengan efectos en las decisiones del Estado. “Si el periodista, así como el político, no tiene poder de cambiar la reali- dad, entonces se vuelve irrelevante”, postula. Y a continuación abrocha: “el periodismo tiene que poner unos cortafuegos muy importantes con la política, pero no nos es indiferente que haya una mala política”. Por eso desconfía de “la aparición de un su- cedáneo de la justicia que es el pe- riodista opinólogo, sin reporteo”, y no le entusiasman los colegas que se ufanan de haber descabezado minis- tros. Imaginariamente, les responde: “Ya, superbien, ¿y qué pasó después? ‘Ah, no sé yo pos, ese no es mi pro- blema’”. Guzmán, en cambio, sí cree que es su problema, y el de todos los periodistas: “repensar cuál es nuestro rol en lo público”. 59

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