Palabra Pública N°21 2021 - Universidad de Chile
parte del ecosistema de la discusión pública, ha volado por los aires. A la prensa le ha costado interpretar esa desintermediación, y los gobiernos tienen todavía mayores dificultades porque ahora deben lidiar con voces atomizadas. La respuesta, como en casi todas las reacciones de una éli- te, es tratar de fortalecer el control de un universo que ya no tiene las fronteras definidas”. Fonseca, autor de casi una dece- na de libros de periodismo narrativo, exeditor de Etiqueta Negra y colabo- rador en El País , Gatopardo , Letras Libres y otros medios hispanoameri- canos, plantea, a grandes rasgos, que hay que repensarlo todo, porque todo cambió: “Si la prensa perdió el lugar como curador cuasimonopólico de la producción social de sentido en la agenda pública, los gobiernos y las élites se encuentran con que han perdido el control institucional so- bre qué es la realidad política. Antes estábamos en un mundo centraliza- do, ahora los márgenes están en to- das partes, y rotos”, advierte. Eso, a su vez, ha llevado a que, en distintos países, desde los gobiernos y otras instituciones de poder se creen nue- vas formas “oficiales” de control hacia medios opositores o simplemente “in- cómodos”—tanto tradicionales como independientes—, con el propósito de silenciarlos o limitar su trabajo. “Lo que han comentado dis- tintas organizaciones de derechos humanos y libertad de prensa en los últimos años es que se mantie- nen los mecanismo tradicionales de amenazas, sanción, persecusión y silenciamiento a la prensa, donde los casos de Nicaragua y México son de los más relevantes. Pero agrega- ría también el caso de El Salvador, donde el presidente (Nayib Bukele) ha puesto en marcha otros tipos de mecanismos de control a través, por ejemplo, de ciertas leyes de impues- tos”, explica Claudia Lagos. Es lo que pasó en Polonia a comienzos de 2021, cuando el gobierno del ultra- conservador Andrej Duda impuso una tasa a la publicidad con la que se buscó “asfixiar” la subsistencia y la independencia de la prensa. “Hay una sobresimplificación del rol y estatuto de los medios, en parte dado porque una buena por- ción de esos gobernantes o dirigentes provienen de fuera de la escuela polí- tica tradicional. Son outsiders y care- cen de los mecanismos introyectados de la discusión política, que implica una danza de intercambios en el es- tablishment , que incluye a prensa y academia”, explica Fonseca. Y agre- ga: “Trump hacía política por Twit- ter. Nayib Bukele ‘dirige’ El Salvador con sus tuits. Bolsonaro, y no solo él, tuvo grandes beneficios de los gru- pos de Whatsapp. Estos medios tam- bién los emplean los dirgentes de la izquierda, porque son herramientas ubicuas. El asunto es qué haces con ellos. Y muchos han decidido que pueden prescindir de los medios o convertirlos en una usina de ataque a la prensa: nadie edita sus cuentas de Twitter, nadie cura ni verifica lo que dicen. No hay filtro más que la mueblería ética y moral que poseas”. Para Lagos, la pérdida del poder de mediación de la prensa expli- ca también uno de los rasgos más sobresalientes del caso chileno: el profundo descrédito de los medios. Y cita al informe 2020 del Reuters Institute que sitúa a Chile, junto a Hong-Kong, como el país donde la ciudadanía menos confía en la pren- sa: “El reporte habla de 15 puntos menos (entre 2018 y 2020), que comparado a otros países es una caí- da en picada. Ese es el ambiente en el cual están moviéndose los medios en la sociedad chilena. Y una de las razones es la enorme cercanía perci- bida entre la prensa y las élites, los medios son vistos como parte de las élites”, explica la investigadora. El periodista Juan Andrés Guz- mán, editor de CIPER y exdirector de The Clinic , se resiste también a colocar a los medios de comunica- ción chilenos en una vereda distinta a la élite política. Piensa, más bien, que lo difuso de los límites que se- paran a ambos mundos explica la espiral de descrédito que afecta a la prensa desde el estallido social de 2019. “La forma en que el periodis- mo puede acorralar al poder es con competencia. Y lo que ha pasado, yo creo, es que muchos periodistas son de una élite que se queda muy atrás, muy dormida y sirviendo a sus ami- gos cuando no tiene ninguna com- petencia. Eso ha hecho que la élite “Si la prensa perdió el lugar como curador cuasimonopólico de la producción social de sentido en la agenda pública, los gobiernos y las élites se encuentran con que han perdido el control institucional sobre qué es la realidad política. Antes estábamos en un mundo centralizado, ahora los márgenes están en todas partes, y rotos”, advierte Diego Fonseca. 58
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