Palabra Pública N°21 2021 - Universidad de Chile

nos por parte de las fuerzas del Estado durante el estallido social, con casos como los de Fabiola Campillai y Gustavo Gatica. Es este presente desde el que se lee la película el que determina la lectura que podamos hacer del hecho históri- co que nos propone. Dicho lo anterior, entendemos el cine histórico como ese género cinematográfico que gira en torno a la narración de uno o varios hechos históricos reales. Al ser un ejerci- cio creativo, posee cierta pretensión de historicidad, pero normalmente incluye muchas licencias creativas para hacer más atractiva la historia al público contemporáneo a la pro- ducción. Pensemos en ejemplos del cine chileno reciente: en No (2012), de Pablo Larraín, la película sostiene la te- sis de que fueron los publicistas de la campaña del No los verdaderos artífices de la victoria en el plebiscito de 1989, dejando fuera de la narración toda la potencia del movi- miento social que impulsó a la población a votar para sacar a Pinochet. Esta cinta logró gran connotación internacional, y hay personas fuera de Chile y jóvenes en nuestro país que están convencidos de que las cosas fueron tal como las cuenta Larraín, porque no tienen otros antecedentes. Por otro lado, está Violeta se fue a los cielos (2011), de Andrés Wood, filme basado en el libro de Ángel Parra, que se enfrentó a la mirada que otra de las hijas de Violeta tenía sobre su madre. Entrevisté a Wood en la época del estreno, y frente a esta situación, señaló que no pretendía haber construido el discurso último sobre esta gran artista nacional, que la Violeta de su película era “su” Violeta y que podía haber tantas miradas sobre ella como personas que la conocieron o que han seguido su arte. Los realizadores tienen la libertad de tomar hechos his- tóricos y construir a partir de ellos relatos que les parezcan atractivos de contar, pero no podemos negar que hay una responsabilidad en lo que escogen mostrar y dejar fuera, ya que el cine, más que ningún otro relato contemporáneo, tiene el poder de instalarse como recuerdo en la subjetivi- dad de la audiencia, como lo plantea Pilar Aguilar. La mirada incenciada se centra en un hecho dramático de la dictadura: el denominado “Caso quemados” se trans- formó en un símbolo de la brutalidad policial y las viola- ciones a los derechos humanos de ese período, por lo que, al acercarse a la figura de Rodrigo Rojas de Negri, la reali- zadora se estaba enfrentando a un nombre que está acom- pañado de un imaginario específico en parte importante de la población chilena. De ahí que las decisiones narrativas que tomó a la hora de contar esta historia colisionan con la imagen que ya está instalada en nosotros. Existe una tensión entre los relatos respecto de la par- ticipación de la familia en el proceso de la película. Ga- viola dijo en una entrevista dada a El Mostrador que ella le escribió a Verónica De Negri cuando comenzó a trabajar la película y que fue la madre de Rodrigo quien no quiso hablar con ella. Veronica De Negri, a su vez, ha dicho no fue consultada ni tuvo algún tipo de participación en la película, como afirmó en La voz de los que sobran . La ci- neasta, luego, señaló en Radio Universidad de Chile que “la película fue realizada a partir de una investigación en la que se contemplaron antecedentes del contexto y entrevistas a familiares del joven fotógrafo”, mientras que Veronica de Negri insistió —y luego de un proceso que incluyó abo- gados para poder ver la película antes del estreno— que la producción había ignorado la visión de la familia y que la cinta “es una burla al máximo de la memoria histórica, no solo a la familia, sino que a todos los muertos en dictadura”. Esta polémica es relevante porque influye tanto en el sentido que cada cual le dará a la existencia de esta película, como en la recepción que se tenga de ella. Gaviola escogió inspirarse en la figura de Rodrigo para contar una historia intimista, centrada en los vínculos familiares e instalando la narración en el contexto de una clase media desde la que el protagonista va descubriendo los horrores de la dictadura. La mirada incenciada le da mucho espacio a las relaciones entre los personajes secundarios para crear una idea de lo cotidiano de esos años, ficcionando este mundo desde una voz en off imaginaria de Carmen Gloria Quintana, sobrevi- viente del atentado, y quien habría colaborado en el desa- rrollo de la película. A pesar de que hay un par de escenas al respecto, hay poco espacio para comprender la pasión de Rojas por la fotografía y su interés en el rol político del registro. Tampoco hay una construcción sostenida de la movilización social y la represión, por lo que la escena del asesinato resulta especialmente impactante no solo por lo que muestra, sino porque sale de tono con respecto a lo que se venía contando. A pesar de que existe el prejuicio de que el cine chileno ha hablado constantemente sobre la dictadura y sus secue- las, según una investigación del portal cinechile.cl solo el 14% de las películas —de ficción o documental— de los últimos 20 años ha tocado este tema. Mientras no tenga- mos un Estado que se haga cargo de manera seria de impar- tir justicia, el arte ha tomado un papel fundamental para, por lo menos, hacer memoria y ayudarnos a recordar a las víctimas y reflexionar sobre lo que somos y cómo llegamos hasta acá. En este sentido —e insistiendo que la libertad creativa es un valor—, y frente a ese rol tan importante en un país herido, las y los creadore/as deben asumir la res- ponsabilidad que tienen en la construcción de relatos y la generación de memoria. Como dice Chimamanda Ngozi Adiche: “Las historias también se definen por la manera en que se cuentan, quién las cuenta, cuándo las cuenta, cuántas se cuentan (…). Todo ello en realidad depende del poder. Poder es la capacidad no solo de contar la historia de otra persona, sino de convertirla en la historia definitiva de dicha persona”. ANTONELLA ESTÉVEZ Periodista e investigadora. Es cofundadora y editora general de la Enciclopedia del Cine Chileno cinechile.cl y de FEMCINE, festival del que es directora. Conduce y edita varios programas en Radio Universidad de Chile y es autora, entre otros libros, de Luz, Cámara, Transición. El rollo del cine chileno de 1993 al 2003 (2005). 39

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