Palabra Pública N°21 2021 - Universidad de Chile

rante los ataques al Capitolio, y, en Chile, en marchas y en la creación de un partido político. ¿Cómo ha contri- buido el neoliberalismo al surgimiento de estos grupos? —Un primer punto es que el neoliberalismo ha legi- timado sentimientos antidemocráticos y ha normalizado a grupos de extrema derecha que atacan la democracia, tam- bién ha desacreditado la idea del gasto y bienestar social. Y estos factores han conformado una base para el surgimien- to de estos grupos antidemocráticos, los que se han masifi- cado luego de existir en la periferia durante muchos años. El neoliberalismo ha desarmado la sociedad, eliminando programas sociales, lazos grupales y la idea de comunidad de un Estado de bienestar. Un segundo punto es el destro- namiento del trabajador, del hombre blanco común, que ha tenido una actitud reaccionaria de “quiero mi trono de vuelta”. Y la forma en que lo logra es atacando a otra gen- te, a la política, a la globalización y a los extranjeros. Así encontramos etnonacionalismos, nacionalismos económi- cos, política de extrema derecha, y también una derecha que adula a hombres fuertes, ya sean Trump, Bolsonaro o Pinochet, que encarnan la idea del tipo fuerte que se sale con la suya, toma y hace lo que quiere, mata gente si es necesario, pero hace el mundo mejor. Planteas que si bien el progresismo ha atribuido el surgimiento de estos grupos a la globalización o las diferencias rurales y urbanas, en realidad deberíamos enfocarnos en el ataque neoliberal a la democracia y a la sociedad. Sin embargo, si nos centramos solo en el neoliberalismo, ¿cómo se incorpora la noción de pri- vilegio racial, de género y económico en tu análisis? —Podemos llamarlo privilegio, pero también en algu- nos casos supremacía, y es fundamental. Es lo que men- cionaba sobre el hombre blanco: muchos de los grupos de extrema derecha de la zona euroatlántica están compues- tos por supremacistas que provienen de clases trabajado- ras, no necesariamente pobres, pero tampoco económica- mente privilegiados. Los grupos de extrema derecha son una respuesta de hombres blancos que creen que la civi- lización occidental y su propio país deberían ponerlos a ellos primero, como si hubiesen sido desplazados. Culpan a los inmigrantes, a las feministas, a las minorías raciales. Pero lo que los ha desplazado ha sido la globalización y sus efectos en la industrialización durante los últimos 40 años. El supremacismo blanco es la bandera de estos gru- pos, sienten que les da derecho a un espacio. En los ataques al Capitolio varios participantes eran integrantes de grupos conspirativos. ¿Por qué grupos de extrema derecha necesitan conspiraciones para darle sentido al mundo? —No tengo una respuesta definitiva. Se pensaba que el cristianismo como religión hegemónica tenía fundamentos inamovibles, pero su declive y un mundo lleno de poderes que nadie parece controlar han construido un escenario perfecto para un pensamiento conspirativo. En lugar del cristianismo tenemos teorías de la conspiración, que creen que existen fuerzas ocultas operando y que alguien está a cargo de ellas, pero no es Dios o un salvador, sino un grupo perverso causando caos. Esto también tiene relación con la gran popularidad de las religiones evangélicas en luga- res como África, Latinoamérica y el Sudeste Asiático. El sistema de creencias que crece más rápido en el mundo mientras aumenta el poder del capital no es el proletariado ni el socialismo. Es la fe en el cristianismo evangélico, que también tiene cierta orientación conspirativa. Ha habido un aumento de ataques contra la comu- nidad asiática en Estados Unidos. Sin embargo, ha habi- do cierta resistencia desde las autoridades a calificarlos como ataques racistas. ¿Cómo ha influido el neolibera- lismo en la forma en que hoy se entiende la raza? —El neoliberalismo ha convertido la raza en un fetiche y un tema identitario de pertenencia, en lugar de entender- lo como un fenómeno construido histórica y socialmente para asegurar un orden social jerárquico. En el caso de la campaña de odio contra la comunidad asiática, hay que recordar que Estados Unidos trajo trabajadores de China hace 200 años y desde entonces han sido identificados como portadores de enfermedades y ladrones de puestos de trabajo. Este odio resurgió por culpa de Trump y su iden- tificación del covid-19 con China. Es un escenario dramá- tico. La forma de enfrentar esto es estudiando cómo se está reproduciendo y afianzando la supremacía blanca cuando se permite que continúen estos ataques racistas. Y esto de- bería bastar para que todos —negros, blancos, asiáticos y latinos— nos unamos para hacerle frente. Tony Webster 25

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