Palabra Pública N°20 2021 - Universidad de Chile

coloridas en la calle. Así nació el personaje imaginario de Cholita Chic”, cuenta la artista, que prefiere el anonimato. El retrato con toques de arte pop de Cholita Chic se volvió un símbolo de la zona. En 2016 estuvo en la Feria Faxxi de Santiago y expuso en una muestra colectiva en el Museo de Arte Contemporáneo del Parque Forestal. Cada tanto vuelve a hacer alguna performance en el Agro o en 21 de mayo, la calle principal de Arica. “No nos pronun- ciamos para el estallido social. Sentimos que es una lucha más chilena y nuestro lugar es la frontera, el microespacio del migrante”, explica la artista, quien en paralelo es par- te del colectivo fotográfico Bloque Lumpen, con quienes fotografió el reciente golpe de Estado en Bolivia y en fe- brero, junto a Marcos Andrade, otro gestor cultural de la zona, realizan la feria de arte y diseño Ekekoland. “Jamás he postulado a un fondo para un proyecto. En vez de perder un mes escribiendo un formulario, prefiero vender ropa americana y así me hago la misma plata y tengo más independencia. Hay muchos artistas que esperan que el Estado les pase cuatro chauchas para funcionar. Yo, con o sin ayuda, hago arte igual”, dice Cholita Chic. La realidad es que en el norte a los artistas no les queda otra opción que autogestionar sus espacios de exhibición y circulación de obra. Es lo que le su- cedió también a Romina Alarcón, fotó- grafa que desde hace 16 años reside en Copiapó. Su trabajo va por dos líneas: el autorretrato, donde trabaja los estereo- tipos de género que se reproducen en la sociedad minera, y el documental, como cuando en 2015 registró la crudeza del aluvión que asoló al norte grande. Alarcón formó en 2012 el colectivo Atacama Panorámica, y hace cinco años lidera junto a la artista Pía Acuña el Encuentro de Fotografía de Atacama (EFA), que se ha convertido en otro foco de exhibición y semillero de artistas. “Nos interesa que nuestro territorio sea conocido. Copiapó siempre pasa en balde frente a lu- gares turísticos como San Pedro de Atacama. Detesto el centralismo de la capital y el vicio de los amiguismos”, dice la fotógrafa, quien, al igual que en 2020, acaba de recibir fondos públicos para continuar con EFA. “Por la pandemia, la edición de septiembre fue virtual y pasó algo interesante, porque se inscribieron muchas personas incluso del extranjero. Se nos abrió el espectro y para 2021 decidimos hacer una versión híbrida e internacional”, cuenta Alarcón, que sin em- bargo también es crítica de las políticas de distribución de recursos del ministerio. “Los concursos no debieran existir, al menos de la forma en que ahora funcionan. Hay otras iniciativas muy buenas que no logran despegar porque los concur- “Me encantaría ver en Chile real auspicio de las grandes empresas y que la Ley de Donaciones fuera una opción para las Pymes”, opina Dagmara Wyskiel, directora de SACO. sos son una carnicería y nuestro encuentro, aunque ya tiene un nombre en la zona, debe igual someterse cada año a concursos, entonces siempre está en riesgo la con- tinuidad”, explica. ¿Cuáles son las deudas más urgentes con el arte del norte? Para Rodolfo Andaur, el problema no es la falta de artistas, sino de programadores culturales. “En el go- bierno de Bachelet, bajo la dirección de Paulina Urrutia, se firmó la política de levantar centros culturales en te- rritorios de más de 50 mil habitantes. La mayoría estu- vieron años sin funcionar y ahora están en manos de los municipios que no tienen capacidad de administrarlos. No existe un diálogo fluido entre ellos y la Seremi de Cultura”, plantea. Romina Alarcón coincide en que la falta de infraes- tructura cultural es un problema grave que se suma a su mala administración. En septiembre pasado, por ejem- plo, se conoció la solicitud que hizo Marcos López, alcalde de Copiapó, al Ministerio de Hacienda para hacer un leaseback al Centro Cultural de Ataca- ma, es decir, transferir la propiedad a una institución financiera para así pa- gar las millonarias deudas que mantie- ne el municipio. “El edificio está recién remodelado y lo quieren entregar en un figura que es muy similar a una hipoteca. El tema es grave, y con otros artistas tuvimos una reunión con concejales de la región y la ministra de Cultura, quien fue interpe- lada por el municipio, ya que no tenía jurisprudencia en el tema. Los artistas estamos abandonados en muchos senti- dos en el norte”, dice la fotógrafa. Dagmara Wyskiel pone el énfasis en la falta de educación artística en la zona, aunque destaca la próxima apertura de la carrera de Gestión Cultural en el Instituto AIEP de Antofagasta, donde ella es asesora. También advierte el siempre escaso interés que hay de parte de los privados en financiar iniciativas culturales. En el caso de SACO, como en el de la mayoría de los eventos de la región, es Minera Escondida quien funciona como auspiciador, aunque todo se realiza a través de Ley de Donaciones Culturales, lo que permite a la empresa privada descontar impuestos. “Me encantaría ver en Chile real auspicio de las gran- des empresas y que la Ley de Donaciones fuera una op- ción para las Pymes. ¿Te imaginas si la peluquería del ba- rrio, la vulcanización o el almacén de la esquina pudiesen descontar impuestos por apoyar el arte? Estoy segura de que estaríamos desbordados de proyectos con temáticas mucho más punzantes, osadas y revolucionarias. Pero ese cambio de paradigma es demasiado relevante y, por su- puesto, políticamente incómodo”, resume la artista. 47

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