Palabra Pública N°20 2021 - Universidad de Chile

H ace más de una década comparte dos territorios le- janos. Habitualmente, la destacada escritora y aca- démica Diamela Eltit (1949) pasaba algunos meses en Santiago, Chile, y otros en Estados Unidos, ya que es profesora en la Universidad de Nueva York. Entre sep- tiembre y diciembre de 2020, la autora de Lumpérica , Pre- mio de Narrativa José Donoso 2010, Premio Manuel Montt 2004 y Premio Nacional de Literatura 2018, estuvo otra vez en Norteamérica. Pero el panorama que vio fue desolador. A un año de la propagación de la pandemia del coro- navirus en el mundo, las consecuencias devastadoras en la población han sido evidentes. En Chile, en particular, se arrastraba una crisis mayor luego del estallido social de oc- tubre de 2019. “El sistema recubre la pobreza y la extrema desigual- dad”, comenta a Palabra Pública Diamela Eltit, quien des- de comienzos de los años 80 ha construido una obra donde aborda el cuerpo femenino como un territorio político, y ha descrito la violencia de la sociedad de consumo desde la perspectiva de los menos favorecidos en títulos como Vaca sagrada (1991), Los vigilantes (1994), Fuerzas especiales (2013) y Sumar (2018). Formada como profesora de Castellano, Diamela Eltit luego obtuvo una Licenciatura en Literatura en el mítico Departamento de Estudios Humanísticos de la Universi- dad de Chile. A finales de los 70, la autora, por entonces pareja del poeta Raúl Zurita, integró junto a él y los artis- tas Lotty Rosenfeld, Juan Castillo y Fernando Balcells el grupo CADA (Colectivo de Acciones de Arte). Referente de la escena artística nacional, el colectivo realizó una serie de acciones urbanas que hasta hoy resue- nan en otros grupos de arte y en la memoria colectiva. “El CADA pensó la calle justo en los momentos más desfa- vorables para los cuerpos ciudadanos”, ha escrito Diamela Eltit, quien en esta entrevista rememora sus acciones, alu- de a nuevos grupos de arte como LasTesis y Delight Lab, habla de los efectos sociales de la pandemia, cuestiona las medidas tomadas por el Gobierno y reflexiona sobre el proceso constituyente. —¿Cómo podría resumir 2020, un año marcado por la incertidumbre y la muerte? Fue un año inédito y angustioso. No sólo lo afirmo a nivel personal, pues formo parte del “grupo de riesgo” por la edad, sino especialmente por las personas pobres o muy pobres que se vieron hipercastigadas por la enfermedad. Estuve en Nueva York, donde enseño entre septiembre y diciembre, y el panorama allá era dramático por la cesan- tía y la cantidad de personas viviendo en las calles. Vi una situación de pobreza mucho más radical que la provoca- da por la crisis financiera de 2008. Y el virus diseminado locamente por una pésima política de la enfermedad. Lo que yo entiendo de manera muy contundente es que el neoliberalismo intensificado bajo el que nos regimos es incapaz de contener y manejar una crisis social. El sistema recubre la pobreza y la extrema desigualdad mediante la generación de macrozonas de exclusión territorial y so- cial, el intenso extractivismo, el crédito usurero, el haci- namiento para contar con un techo y la impunidad de un elitismo desenfrenado. —Al leer algunas columnas y entrevistas se hace evidente que ha sido crítica de la gestión de salud del Gobierno de Sebastián Piñera. ¿Cree que la intención de manejar de mejor manera la pandemia fue mejoran- do con el paso de los meses o nunca existió un mensaje claro hacia la población? Pienso que la pandemia bajo la dirección de Jaime Ma- ñalich, Paula Daza y Arturo Zúñiga fue un desastre. Ellos compraron y compraron insumos, es verdad, tal como si el país fuera una clínica; consiguieron ventiladores, camas, arrendaron de manera turbia el Espacio Riesco, pero se ol- vidaron de la atención primaria, de confinar y de trazar los "La cultura selfie , la filiación a un yo y la falacia de una democracia fundada en el consumo fue creando una fisura entre la realidad chilena y los representantes políticos, y por eso hay un abismo entre ellos y el pueblo". 22

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